Un análisis de Javier Cuñat / Imágenes: F1
Sin rodeos, Carlos Sainz lo ha vuelto a hacer. En el GP de Singapur ha cosechado lo que sembró en Monza hace dos semanas, la garra, la mentalidad y la velocidad para volver al escalón más alto del podio. Más de un año ha tenido que esperar para volver a tener una oportunidad como esta, pero, sobre todo ha tenido que esperar a que los Red Bull flaquearan. Aunque parecía imposible, Red Bull no ha ganado, siquiera ha estado en el podio, y por momentos parecía que no iban ni a entre los diez primeros, es decir, puntuar. Cuando la escudería puntera de esta temporada está en fuera de juego las carreras se convierten en locura, emoción y éxtasis, algo de lo que ni por asomo careció en el reformado circuito urbano de Marina Bay.
La clasificación fue el principio del fin para Red Bull, que pese a pasar a la Q2 tranquilamente, no terminaban de ser los más rápidos. En cambio, lo que los entrenamientos libres venían diciendo de manera subliminal es que Ferrari estaría fina y rápida, tanto a una vuelta como en ritmo de carrera. Lo mismo podríamos decir de los Mercedes y de McLaren, la igualdad era máxima, exceptuando Aston Martin y Fernando Alonso, de los que se esperaba ser más competitivos. Más de media hora después de limpiar la pista por el fortísimo accidente de Lance Stroll en la Q1, la Q2 terminaba sorprendentemente con Sergio Pérez en la 13ª posición y Max Verstappen en la 11ª. Para alguien que no vio la clasificación podría pensar que fue por el tráfico acumulado y consiguientes estorbos durante la vuelta, y lo cierto es que estaría equivocado. La realidad es que de un día para el otro los Red Bull no iban, no eran tan buenos como antes y un mar de problemas tendrían que ser solucionados para la carrera. Finalmente, en la Q3, Carlos Sainz, líder en los Libres 2 y 3 obtendría la primera posición de parrilla por delante de George Russell y Charles Leclerc.
La noche de domingo era espléndida en Singapur, sobre todo porque no llovía, algo muy casual durante estas fechas en el sudeste asiático. Además, lo que más caracteriza este Gran Premio es que, desde 2008, año del debut de este circuito, ha habido un 100% de posibilidades de Safety Car o Virtual Safety Car. Es decir, siempre hay alguien que se choca contra el muro o aparece alguna pieza en mitad de la trazada que obliga al uso de dicha función. Es algo muy a tener en cuenta a la hora de elaborar la estrategia ya que dependiendo con qué neumático comiences puedes aprovechar la situación a tu favor. En el caso de Leclerc, que salía con neumáticos blandos, lo óptimo es que saliera un coche de seguridad temprano para que la parada fuera acorde con la vida útil de sus gomas y perder menos tiempo que en una parada al uso. En su defecto, Max Verstappen y Sergio Pérez arrancaron con el neumático duro ya que estaban fuera de su posición casual, por tanto, buscaban un coche de seguridad tardío para terminar la carrera con el neumático medio. El resto de pilotos optaron por el término medio de neumáticos para no comprometer su estrategia.
La salida fue muy limpia, con Carlos Sainz saliendo perfecto y manteniendo su posición, y Leclerc aprovechando su goma blanda para adelantar a Russell. Fernando Alonso hizo lo que pudo desde la séptima posición, también con compuesto medio y tratando de adelantar y sumarse a la pelea por el podio, pero una parada lentísima y el incompetente ritmo le lastró el resto de la carrera finalizando 15º. A partir de ahí comenzó la gestión de neumáticos, de batería y ritmo de Carlos Sainz procurando no maltratar el agarre de sus ruedas y controlando que su compañero no le atacara. Por otra parte, la escena de Max Verstappen era clara, avanzar lo antes posible e intentar llegar a la zona alta de carrera, pero, en Marina Bay adelantar es un auténtico rompecabezas. Desde las primeras vueltas el madrileño estaba como pez en el agua, teniendo el mejor ritmo de todos y alejándose poco a poco del monegasco, y a su vez de George Russell. Llegados a la vuelta veinte, Logan Sargeant, piloto de Williams, provocó el primer safety car, pero rompiendo solamente su alerón delantero.
Este era el momento esperado por Ferrari, Mercedes o McLaren, un safety car ni muy temprano ni muy tardío, el justo para cambiar al neumático duro y aguantar hasta la vuelta 62. Sainz pudo parar sin tráfico, manteniendo así la primera posición, al contrario que Leclerc, que sí tuvo tráfico y cayó hasta la sexta plaza. Los Red Bull se mantuvieron en pista para parar más tarde. Carlos Sainz relanzó la carrera con Max Verstappen acechando, pero la goma nueva del español le hizo alejarse rápidamente, y los austriacos, con un ritmo muy inferior al resto, terminaron bajando muchas posiciones. A partir de aquí quizás no había mucha acción, pero lo cierto es que, si sigues la estrategia desde los ojos de un ingeniero como Carlos Sainz, la prueba era interminable.
“El matador” tenía la carrera más que dominada, solo tenía que seguir el ritmo de carrera y permanecer a más de un segundo de George Russell, que iba segundo, para monitorizar el ritmo y apretar cuando el inglés se acerque. En su lugar, si eres Carlos Sainz, nada en esta vida va a ser tan fácil, cómodo y pausado, siempre hay algo que le complica la vida. Esteban Ocon abandonó por problemas en su monoplaza, y el VSC salía a la palestra para estorbar el plan de juego de Sainz y Lando Norris. Mercedes tenía un as sobre la manga, un neumático medio nuevo que podían emplear para ser más rápidos y llegar con más agarre que el dúo que tuvo McLaren del 2019 al 2020. Pararon Russell y Lewis Hamilton durante el coche de seguridad virtual, no perdieron tiempo, y ahí era el momento de explotar el cronómetro e ir a más de dos segundos por vuelta más rápido que Sainz y Norris. Estos dos verían como los Mercedes llegaron a falta de cinco vueltas, siendo más veloces y con mejor neumático. El adelantamiento a Norris y Sainz estaba cerca.
Ahí es cuando la mentalidad de ingeniero y de estratega de Carlos Sainz iluminó al resto del mundo. El piloto de Ferrari quiso mantener en zona de DRS a Lando Norris para que pudiera defenderse de los Mercedes y mantener la segunda posición. Sin duda una maniobra magistral que no fue suministrada por sus ingenieros, sino de cosecha propia. Norris respondió no solo manteniendo firmes a Russell y Hamilton, sino, sabiendo que si atacaba a Sainz ambos estarían vendidos. Cinco vueltas de agonía y sufrimiento que para la afición española y ferrarista fueron una eternidad. En la última vuelta, a falta de un sector y medio, George Russell cometería un error que le dejó fuera de la lucha y de la carrera tras golpear levemente su suspensión delantera derecha contra el muro, dejándolo sin dirección y con destino al muro. En ese momento el pescado estaba vendido, Carlos Sainz volvió a sonreír, cruzó en primer lugar por delante de Lando Norris y Lewis Hamilton, el himno de España sonó otra vez, y la afición y mecánicos italianos volvieron a cantar el “Fratelli d’Italia” en honor a la Scuderia Ferrari. Mucho tiempo ha pasado desde que “il Cavallino Rampante” no ganaba una carrera. El Gran Premio de Austria 2022 fue la última vez, y ahora, pese a que la flaqueza de Red Bull sea pasajera, lo cierto es que, las carreras son más competidas, esta vez con cuatro pilotos en la lucha por la victoria, y que Carlos Sainz está en su mejor momento. Más rápido que su compañero, más veloz que el resto, y más listo que nunca. Ojalá la racha de buenos resultados continúe en Japón durante el fin de semana que viene. Habrá que madrugar, y mucho, pero si es por volver a ver el circuito de Suzuka en acción seguro que merecerá la pena.