Análisis de Javier Cuñat / Imágenes: F1
Autodromo Nazionale Monza, más conocido como “El Templo de la Velocidad”, cosecha su Gran Premio nº 92, lo que le convierte en uno de los circuitos más longevos y legendarios del automovilismo y deportes de motor. El nombre le viene al pelo puesto que es el circuito más veloz del calendario, alcanzando aproximadamente los 350 km/h, además del momento del año en el que menos carga aerodinámica se aplica a los coches. También es común observar los alerones traseros recién fabricados que montan los equipos un día antes de comenzar la acción en pista.
Al contrario que en la mayor parte del este de España, en la región italiana de Lombardía y muy cerca de Milán, el sol se petrificó en el cielo otorgando un fin de semana limpio, sin lluvias torrenciales como las de Zandvoort el pasado fin de semana. Por tanto, en los tres entrenamientos libres, entre el viernes y la mañana del sábado tuvimos normalidad meteorológica para que equipos como Ferrari, que jugaba como local, probaran la multitud de mejoras frente a la afición tifosi. La prensa italiana ha sido muy crítica con la Scuadra Rossa estos últimos años, por lo que Ferrari quería asegurarse un fin de semana competitivo para luchar por la victoria.
En la clasificación del sábado todo fueron risas y alegrías, consecuencia de la pole de Carlos Sainz al marcar el mejor tiempo por una diferencia de 13 milésimas sobre Max Verstappen. Charles Leclerc clasificó tercero para confirmar que Ferrari había dado un golpe sobre la mesa en rendimiento. Fernando Alonso ya lo avisó semanas antes, su Aston Martin no sería competitivo al tener una pobre velocidad punta que le llegó para pasar a la Q3 y partir desde la décima posición. En carrera, al ovetense solo le bastó con terminar noveno, pero, en lucha constante con los McLaren de los que no se esperaba mucho en carrera. Tampoco se esperaba mucho de Williams, concretamente de Alexander Albon, el único de la dupla que consiguió puntos para el equipo y que los deja bien posicionados en la séptima posición del mundial de constructores tras años sin salir del infierno de las últimas plazas.
Si hablamos del fin de semana de Carlos Sainz la palabra es “inexpugnable”. Además de conseguir la ya mencionada primera posición en parrilla, durante quince vueltas agonizando y defendiendo la primera posición frente a Max Verstappen de manera heroica, y más de treinta giros luchando contra su rabioso compañero de equipo, logró volver al podio en tercera posición. Como de costumbre, Red Bull tuvo el coche más rápido, pero no solo el del holandés, también el de Sergio Pérez. El mexicano arrancó quinto, y tras gran parte de la carrera detrás de George Russell pudo adelantarle en la recta principal gracias al alerón trasero móvil DRS, antes de llegar a la primera variante en la que se reduce hasta los 80 km/h. A falta de diez vueltas logró el mismo movimiento contra Leclerc y posteriormente frente a Sainz, avanzando así hasta una segunda posición que echaba en falta desde el GP de Bélgica.
Puestos los puntos sobre las íes, al que hay que llevar puesto en boca de todos es a Charles Leclerc y a Ferrari, concretamente sus actitudes sobre Carlos Sainz. Directo y al pie, Ferrari no tiene vergüenza, pero tampoco es algo que nadie sepa cuando se trata de tener al español por delante de Leclerc en cualquier carrera. Pero, el que tampoco la tiene es Leclerc, que pasó veinte vueltas observando la lucha entre Verstappen y su compañero de equipo, incluso estando fuera de DRS y con peor ritmo de carrera. Es cierto que Sainz desgastó mucho los neumáticos durante su dantesca lucha contra el vigente campeón, y que en este deporte hay que ser “pillo”, y el monegasco lo fue ahorrando la vida de sus neumáticos mientras se peleaban delante suya. Leclerc pudo presionar a Verstappen para que tuviera dos frentes abiertos, el ataque a Sainz y defenderse de él, pero “Il Predestinato” no lo hizo porque Ferrari no juega en equipo, juega por y para él.
Ahí no quedó la batalla. Mientras el holandés se alejaba a más de cinco segundos del madrileño, Leclerc comenzó a atacar. Verstappen solo tuvo batalla contra Sainz en toda la carrera, y cuando se alejó, la victoria la tuvo en el bote con una ventaja de diez segundos sobre ‘Checo’ Pérez. Finalmente, Carlos Sainz defendió la posición ante su compañero y paró una vuelta antes que el otro coche rojo. Leclerc casi logra el undercat a Sainz gracias a una parada en boxes más rápida, y ahí es donde volvió “el caso Ferrari”. “El caso Ferrari” consiste en que cuando Carlos Sainz está delante de Leclerc, el muro de ingenieros ferraristas da barra libre para luchar la posición e ir al límite de lo seguro. En cambio, cuando Leclerc está delante del español, los jefes ordenan mantener las posiciones y no pelearlas por si se accidentan. Es decir, la protección que tiene Charles Leclerc es tan grande que desde el muro hacen todo lo posible porque termine por delante de Sainz pase lo que pase, aunque “el matador” sea más rápido que su compañero de equipo. Es inexplicable e indefendible. A Ferrari se le ve el plumero desde que Carlos Sainz recaló en la escudería en 2021.
Por el momento toca aceptar el dominio aplastante y nunca visto en toda la historia de la Fórmula 1 del equipo Red Bull. Catorce carreras disputadas este 2023, catorce victorias de los austriacos, y sumada al triunfo en la última carrera de 2022 en Abu Dhabi, quince logros consecutivos. Además, Max Verstappen supera un récord que hasta hoy se consideraba inalcanzable, mejorar las nueve victorias consecutivas de Sebastian Vettel en 2013. Solo toca esperar dos semanas para que vuelva el gran circo a Singapur, un circuito urbano al que se le han recortado cuatro curvas respecto al año pasado y del que la afición española espera un buen resultado de Fernando Alonso.