Peridis: “El hecho de compartir estas historias con el público lector es motivo suficiente para estar agradecido a la vida”

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Informa: Alfonso Sanfelíu / Imágenes: Hugo G. Pecellín

José María Pérez González, Peridis, vuelve a publicar novela, El cantar de Liébana, en un claro homenaje literario a la tierra que le vio nacer. Arquitecto, dibujante, divulgador del patrimonio cultural y escritor, Peridis se adentra en esta nueva obra publicada en Espasa, en la vida de Beato de Liébana y su época. Un monje de la Alta Edad Media, teólogo, escritor y gran ilustrador, muy avanzado a su tiempo, que no dudó combatir, en defensa de la fe y la cultura cristiana, la herejía del “adopcionismo” defendida por el arzobispo Elipando de Toledo. El autor cántabro, doctor honoris causa por la Universidad de Valladolid, Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales y Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio con Esperanza al rey, habla con EL DEBATE de su El cantar de Liébana donde nos deja retazos de su infancia y de su vida en el valle de Liébana, a través de los caminos e historias entrecruzadas de Beato y la viuda Eulalia.  

José María, ¿cómo surge la novela?

Nací a cuatro o cinco kilómetros de donde Beato vivía en su monasterio. Yo nací en Cabezón de Liébana y él estaba en el Monasterio de Santo Toribio. Solo nos separan mil doscientos o mil trescientos años de existencia. Beato era dibujante, escritor y teólogo. Yo no soy teólogo, pero soy dibujante y ahora escritor. ¿Quién iba a estar llamado a hacer una novela sobre Beato si no es un vecino, por los siglos de los siglos? Esa es la razón. Beato es un gran desconocido, es un artista extraordinario. Ya sabe lo que dice Umberto Eco: “los beatos son las más prodigiosas creaciones iconográficas de toda la historia del arte Occidental”. Umberto era grande en todos los términos, un gran intelectual, una gran persona y un hombre con un gran sentido del humor y me consta que era un gran seguidor de Beato y de los beatos que como es sabido son aquellas copias del códice Comentarios al Apocalipsis que hizo Beato y fue una de las cumbres de la Alta Edad Media, por sus miniaturas e ilustraciones.

Lo ha dejado entre los vuelos del capote. Si usted ha traído hasta aquí a Beato será porque algo nos tendrá que decir a la sociedad del siglo XXI, ¿no?

Beato era temeroso de que el fin del mundo ocurriese en el año 800. Él profetizó que sería exactamente la víspera de la Pascua del año 800 y no solo lo dijo, sino que convocó a todos los liebanegos a que fueran al monasterio porque allí iba a bajar Jesucristo en su segunda avenida, con gran poder y majestad, pero Jesucristo no se presentó. Pero mira, hemos tentado al fin del mundo a lo largo de la Historia de la Humanidad y hemos estado a punto de sucumbir infinidad de veces y ahora estamos, otra vez, volviendo a las andadas.

Beato se enfrentó incluso contra el poder de la Iglesia para hacer frente a la herejía del “adopcionismo” defendida por el arzobispo de Toledo, Elipando de Toledo.

Así es, Beato se encontró con que el arzobispo de Toledo, Elipando, cuando ya se había hecho Abderramán I con casi toda la península, allá por el año 770, tuvo que escapar a Liébana y allí se quiso recoger en un libro su doctrina la cual defendía que Jesucristo no era hijo de Dios, sino que era hijo adoptivo lo que implicaba que Jesucristo no había resucitado y que tampoco podía resucitarnos, con lo cual no habría vida eterna. De triunfar su visión de Jesucristo ¡hay que ver la ruptura que le infligía al cristianismo el propio arzobispo! Ante todo, esto Beato inició batalla contra el “adopcionismo” y recurrió a Alcuino de York, Carlomagno y al Papa. Por otro lado, Beato es también un monje que siempre creyó que Santiago Apóstol estuvo en España y es él el que se inventa el Camino de Santiago.

Nosotros, ¿con qué nos podemos o debemos quedar de Beato de Liébana?

Con su espíritu innovador. Él fue un gran creador capaz de atreverse a plantear batalla al arzobispo de Toledo por sus ideas y a modificar la historia de España. Puso a los beatos y a Liébana en el mapa y es el artista conocido, más importante de la Alta Edad Media y de toda la historia en la ilustración de libros.

“Cuando se llega a unas edades hay que seguir dándole sentido a la vida”

Usted también se ha atrevido a ilustrar este libro.

Sí, como pequeño homenaje a Beato y como un guiño a los lectores y lectoras. ¿Qué cuesta de hacer unos pocos libros y convencer a la editora de que haga una edición de esta novela con estas características? Pues no cuesta nada porque en la marca Peridis va también el dibujo.

La novela plantea dos historias entrelazadas, a través de la vida de Beato y la de Eulalia, en una mezcolanza de épocas y formas de ver la vida.

Tratamos de contar quien era Beato a través también de personajes de hoy, como es Eulalia, la verdadera protagonista. Beato y su historia subyace en el libro, pero la protagonista es Eulalia y su historia, lo que supone encontrar una obra de Beato en los valles donde vivió Beato y ver cómo le altera la vida y reacciona ante un hallazgo patrimonial de este calibre. En la primera parte de la novela vemos una España ocupada por el Islam con un respeto a la religión católica relativo y subsidiaria del Islam y con una vida difícil para los que no eran de la religión de los ocupantes. Hay un momento importante en Asturias donde Beato ve que la herejía puede dividir al reino asturiano facilitando la derrota de los seguidores de Pelayo frente Abderramán y, ante ello, con su visión muy avanzada al momento, defendió su cultura, su religión y su territorio con el libro, la pluma y el pincel.

Apuntaba que Beato se cruza en la vida de Eulialia. ¿Es la historia de Eulalia, una historia de superación o reinvención?

Es lo que tenemos que hacer en la vida, porque ahora vivimos mucho y la vida ofrece muchas oportunidades. Cuando se llega a unas edades hay que seguir dándole sentido a la vida. En este caso, la protagonista se ha quedado viuda de un médico del que es enfermera y se encuentra, de un día para otro, ante la situación de ver cómo llena su vida. Ante esto le recomiendan que se active y conozca gente, que se mueva, y descubre al Beato, lo que le cambia la vida y la llena de sentido, nuevamente, mediante el conocimiento de él y de los beatos.

Usted parece que cumple años para atrás y lo celebra con esta nueva novela en la que mezcla realidad, ficción e historia. ¿Qué le ha supuesto escribirla? ¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado?

El principal reto ha sido desentrañar quien era Beato, pues hay poco escrito de él. Enhebrar bien lo que se conoce de él y explicar el por qué lo hizo y cómo era aquel mundo, con unos personajes y trama, no ha sido fácil. Por otro lado, me ha supuesto una inyección de vida. Tener un reto de este calibre y hacerle frente todos los días es fantástico. Actualmente, hay treinta beatos que se han producido en España y se conservan en nuestro país y esa aportación española a la cultura universal -como dice Umberto Eco- es muy importante, pero en España no se le tiene en consideración y fíjese que estos libros salieron de un valle, el de Liébana entre las montañas de la cordillera cantábrica y los Picos de Europa, y debería ser digno de tenerse en cuenta, conocerlo y reconocerlo.

“Le debía esta novela a Liébana y a Beato”

El libro está muy vinculado a Umberto Eco, al que ha citado en varias ocasiones. De hecho, la génesis de El cantar de Liébana se produce por una anécdota con el escritor italiano y Liébana. La historia ya le rondaba desde ese momento, ¿no es así?

En el año 2006 se celebró el Año Jubilar Lebaniego y se había invitado a Umberto Eco para hablar de los beatos y el Beato de Liébana. Finalmente, Eco no pudo venir a dar el pregón ese Año Santo y me llamó un catedrático de la Universidad de Cantabria para decirme que era el elegido para pronunciar el pregón. Eso hizo que comenzara a estudiar al Beato de Liébana, a los beatos y la época en la que vivió y se escribieron y es, a partir de ahí, como lo descubro y lo estudio. Todo ello me obligó a hacer introspección porque ha sido como volver a mi infancia ya que nací allí, en Liébana y allí viví mis primeros años hasta trasladarnos a Palencia. De este modo, Beato entró de la mano de Umberto Eco, como un meteorito, en mi vida y así me lo he traído a la novela, a Eco y a Beato, unidos.

¿Le debía esta novela a su tierra? ¿Estamos ante una obra autobiográfica?

Al sitio donde uno nace siempre se le deben muchas cosas y, sobre todo yo tengo recuerdos de Liébana desde que nací hasta los tres años. Recuerdos como el de Jacinto que me llevó a la escuela, o los gavilanes volando o cuando se quemó mi hermano en la lumbre o me corté en una zanja o cuando la vecina Juanuca me daba tortilla o el olor del robledal pegado a la casuca que siempre olía de una manera especial después de llover. Muchos recuerdos como, recuerdo ahora, el Sagrado Corazón de Jesús que estaba en el cabezal de la cama de mis padres. Le debía esta novela a Liébana y a Beato.

José María, hablando sobre el libro, en esta mirada hacia atrás que ha hecho, ¿uno cómo mira al pasado?

Mis recuerdos le han dado la atmósfera a la novela, el ambiente. Las sensaciones que tenía Beato cuando llegó para quedarse, el aire que respiraba, los perfumes de la tarde, las estrellas en aquellos tiempos en los que no había luz eléctrica y brillaban con una fuerza enorme, al lado de los Picos de Europa. Para mi escribir esta novela ha sido un tiempo recobrado, pero recreado también.

Podemos, a través de sus ojos, ¿ver a Peridis en esta novela?

Sin duda ninguna. Solo tengo este par de ojos, operados de cataratas, pero aún están bien. Tengo ojos de ver recuerdos y de sentir. Cervantes lo dijo claro: “si se sabe sentir, se sabe decir”. No es tan fácil decirlo por escrito, pero me he sumergido en una Liébana que he conocido desde muchas edades y perspectivas y, ahí subyace la personalidad del que ahora ejerce de escritor, y de dibujante, en este libro en el que estoy con todos mis sentidos.

“Para mi escribir esta novela ha sido un tiempo recobrado, pero recreado también”

Con todas las facetas que usted ha desarrollado a lo largo de su vida, ¿cuál es la que mayor satisfacción le ha procurado?

Como le leí a Antonio Muñoz Molina: “la escritura es pura alegría”. A lo largo de mi vida he atravesado episodios dolorosos con la pérdida de gente querida. Momentos en los que pensaba que se me había acabado la alegría y me encontré, en un momento determinado, escribiendo la novela anterior y comprobé que, cada vez que me enfrentaba a un reto en la escritura, su superación me producía mucha alegría. Escribir y superar las dificultades en el proceso creativo me ha devuelto la alegría y el hecho de compartir estas historias con el público lector es motivo suficiente para estar agradecido a la vida. ¿Esto no es la felicidad? A mí, ¡sí que me lo parece!

¿Cómo debemos acercarnos a su novela?

Leyéndola a la pata la llana y divirtiéndose en todo lo que nos ofrece, pues he intentado deleitar, aprovechando, y disfrutar, investigando y escribiendo. He querido que el lector disfrute, se entretenga y aprenda de lo que yo he aprendido de Beato, de su tiempo, de los códices y de Umberto Eco.

¿Ya prepara historia nueva?

Estoy pensando, pero es difícil, aunque volveré a las andadas, si Dios quieres. Como dijo el general Mac Arthur: ¡Volveré!