Lucía Galán: “La mejor educación que les podemos dar a nuestros hijos nace del ejemplo que les das”

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Información e imágenes María del Álamo

Lucía Galán, Mi Pediatra, ha publicado recientemente su nuevo libro, el más sincero e inspirador, titulado ‘La vida va de esto’. Con un total de nueve libros publicados sobre pediatría y con más de 600 mil seguidores en las redes sociales, Lucía Galán se ha posicionado como una de las divulgadoras médicas más importantes de España.  En esta entrevista concedido a EL ROTATIVO nos habla de la experiencia personal, la culpa, la adolescencia y todo lo que conlleva la paternidad y maternidad. 

Las relaciones sentimentales, el embarazo, el posparto, la infancia y la adolescencia conforman las etapas de la paternidad y las bases de ‘La vida va de esto’. ¿Para quién va dirigido este libro y con qué objetivo?

Va dirigido a todas las personas a las que les gusta seguir aprendiendo, reflexionar, hacer parones en el camino y hacer autocrítica de lo que llevamos vivido y de los que nos queda por aprender. Es un libro que lo pueden leer tanto madres que van a dar a luz, abuelas, como padres de hijos adolescentes, porque hablamos del sentido de la vida, de la muerte y del por qué estamos aquí. El motivo por el que realmente lo escribí fue porque los lectores me pedían volver a las experiencias vitales, a las reflexiones. Me parecía, después de haber vivido una pandemia, un buen momento para escribirlo.

La vida va de esto’ aborda los errores desde la perspectiva del aprendizaje, ¿resulta común el sentimiento de culpabilidad en aquellos padres que no ven exitosa la educación que les han proporcionado a sus hijos?

Los padres y madres nos podemos sentir culpables aun haciendo las cosas bien. Es una emoción con la que debemos luchar y trabajar, porque el sentimiento de culpabilidad no ayuda, no enriquece tu relación, hace que tus hijos te vean de una forma más oscura, triste y gruñona. En definitiva, el sentimiento de la culpa nace de las altas expectativas que nos ponemos a la hora de ser padres. Conviene bajar ese listón y asumir que no somos perfectos y que los errores que cometamos van a formar parte de nuestro aprendizaje.

Y, al contrario, también hay niños o adolescentes que se sienten culpables ante sus padres, que pueden llegar a sentirse un fracaso. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo pueden lidiar con ello?

En ocasiones te encuentras con padres que son tan exigentes que los valores que les transmiten a sus hijos son lo de la perfección y la auto exigencia, y eso es un arma de doble filo. Al igual que ellos no son perfectos, sus hijos tampoco lo van a ser. Al igual que ellos han aprendido de los errores que han cometido a lo largo de su vida, sus hijos también deben permitir cometer esos mismos errores. Deberíamos huir de la educación autoritaria y tan sumamente exigente, validando los errores de nuestros hijos y sobre todo aceptarles tal y como son, lanzándoles mensajes cómo: “cariño, te has equivocado. Yo cuando tenía tu edad o ante esta misma circunstancia, también cometí errores parecidos; no pasa nada, tenemos que aprender de ellos y yo estaré aquí para apoyarte”. No miremos tanto los éxitos o los fracasos de nuestros hijos, sino el esfuerzo que le ponen a la hora de emprender un proyecto o tomar una decisión, haciéndoles llegar el sentimiento de que siempre estaremos a su lado.

La adolescencia es una de las fases en la que, según menciona, los hijos tienden a aislarse. En este sentido, los padres pueden tender a actuar en exceso de confianza o, al contrario, de exigencia por parte de los padres hacia sus hijos. ¿Dónde reside realmente el equilibrio?

Ni somos los mejores amigos de nuestros hijos ni podemos pretenderlo; ni tampoco podemos pretender vivir la adolescencia de nuestros hijos con una casa llena de normas y límites. El equilibrio es entender qué cambios va a sufrir el niño cuando entre en la adolescencia, una fase donde se produce una verdadera metamorfosis, tanto en su morfología como en las conexiones neuronales, como en la identidad del niño o niña. Esto es el algo que los padres deben comprender, no pueden pretender seguir tratándole como un niño ni tampoco tratarle como un adulto, porque no es ninguna de las dos cosas. Los padres deberían esforzarse en formarse y documentarse en qué consiste la adolescencia, porque al igual que se informan de qué es normal y que no en un bebé, con el adolescente debería ser igual para entender muchos de los comportamientos de sus hijos. Eso empieza por darles su espacio, estableciendo unas normas y unos límites que serán pocos, pero se cumplirán, a la vez que perciben ese mensaje de que “no soy tu mejor amigo, soy adulto y tengo las herramientas suficientes para guiarte en el camino”. Tenemos que ser esa luz al final del camino para cuando nos busquen cuando estén perdidos, pero al mismo tiempo respetando su espacio vital y su tiempo de vida.

¿Cuál cree usted que es la base de la educación?

La mejor educación que les podemos dar a nuestros hijos nace del ejemplo que les das. Me encuentro con muchos padres que leen mucho, saben mucho, se forman, pero que en 10min de consulta sus actos, en lo que respecta a la educación de sus hijos, no corresponden a lo que han leído. Lo que cala en los niños no son las clases magistrales de sus padres, sino que no se les respete, no se les deje hablar, su opinión no cuente…Deberíamos ser plenamente conscientes de lo que educa a nuestros hijos es el ejemplo. Ser padre pasa por reeducarte, cómo hablas, cómo te diriges a las personas, qué haces por los demás.

¿Qué tenían los padres de antes que les pueda faltar a los de ahora?

Sentido común. En la era de mis padres no había acceso a la información como lo hay ahora, por tanto, se guiaban del conocimiento popular, de los amigos, del pediatra y del propio instinto como madre. Ahora, tenemos una generación de padres y madres ultra informados, pero el exceso de información puede resultar desinformador, porque en la red hay información válida, pero también falsa y que puede atentar con la salud de los niños y padres. Aprender a distinguir lo que es información fiable a la que no, no es tan fácil, y esto genera un miedo en los padres y un desconocimiento. Por lo que necesitan referentes, personas en las que confiar, establecer una pequeña red de personas sabias que les pueda ayudar en un momento determinado.

Entre los diversos temas abordados en su libro en uno de ellos explica la importancia del posparto. Una fase en la que el bebé recibe todos los cuidados, pero la madre puede sentirse descuidada, y es entonces donde habla de “las madres de las madres”. ¿En qué consiste este rol? 

Las madres de las madres son esas mujeres que, mientras todo el mundo coge al recién nacido en brazos y se saca fotos con él, ella está junto a su niña, junto a su hija. Ella es quien te ayuda con las tareas de casa, quien está a tu lado cuando tú no puedes levantarte de la cama. Quise hacerles un homenaje a todas esas abuelas que, a pesar de ver nacer a una criatura, lo más importante siga siendo su niña, la recién mamá.

Y también se centra y reflexiona en torno a la salud mental desde el punto de vista de que la misma asume un papel destacable en el proceso educativo y de crecimiento. ¿Cómo pueden contribuir, de forma positiva, los padres en la salud mental de sus hijos y a la inversa?

Siendo plenamente conscientes de que la salud mental se trabaja desde que son muy pequeños: enseñándoles inteligencia emocional, validando todas sus emociones y darles esas herramientas para salir de esas emociones que les hacen sentirse peor, pero nunca castigándoles o culpabilizándoles porque tengan emociones que no son socialmente aceptables. En este sentido, el primer paso es enseñarles a identificar las emociones y, el segundo, sería enseñarles a pedir ayuda cuando se sientan desbordados.

Usted se ha convertido en un fenómeno en redes sociales. Ha publicado un total de nueve libros y tiene más de 600 mil seguidores. Cuéntenos, ¿cómo gestiona esa faceta divulgativa, de influencer de la pediatría?

Ha sido un camino progresivo. Empecé divulgando sobre temas de salud que importaban a madres y padres con la idea de ayudar. Con el tiempo, los seguidores comenzaron a incrementar sin una estrategia clara, ni concisa, ni hacia qué lugar quería dirigirme; pero han sido ellos quienes me han ubicado en este punto. Me siento muy orgullosa, pero, al mismo tiempo, me pesa la responsabilidad de saber que todos los días cientos de personas esperan mis consejos.

Desde el punto de vista de la comunicación y su relación con sus seguidores: ¿Qué herramientas comunicativas emplea en las redes sociales para acercar la medicina familiar a los padres y madres?

Intento hacer fácil lo difícil. Intento utilizar un lenguaje coloquial, comprensible por cualquier persona, e intento hablar de temas tan cotidianos que, en los primeros treinta segundos, te vas a sentir identificado porque has pasado por ello o te has encontrado en ese lugar. En definitiva, basar el contenido en la experiencia y utilizar un lenguaje cercano. Esas son las dos claves principales, a las que se les suma una tercera, que es hablar de la experiencia personal. Creo que enriquece muchos los consejos cuando además de pediatra hablas en voz de madre; imperfecta, con sus errores, con miedos, preocupaciones, etc. Quizás ese sea el tercer ingrediente que contribuye a conectar con todos los padres y madres.

Una última reflexión. Usted, ¿cuál cree que puede ser el mayor logro de unos padres respecto a la crianza de sus hijos? ¿Cuál es su logro?

Ver que tus hijos son personas felices, autónomas, empáticas generosas y compasivas. Considero que ese es el mayor logro de un padre y, en concreto, el mío.