Los expertos alertan sobre el elevado consumo de alcohol entre los adolescentes

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Assumpta Domínguez / 4º Periodismo

Vicente tiene 23 años y desde hace tres lucha por su desintoxicación.  Tras sus primeros coqueteos con el alcohol a la edad de 14 años mientras cursaba los estudios de Secundaria, su vida dio  un vuelco radical. De ser un estudiante notable, aunque algo introvertido, pasó a ser el rey de la fiesta, para acabar en tratamiento psicológico y como usuario de la Unidad de Conducta Adictiva de Gandía. “Aún me pregunto cómo he llegado a esta situación, ahora estoy bien, no tomo más que zumos y bebidas refrescantes, pero hubo un tiempo en que el consumo de cervezas, ginebra, y vodka, se convirtió en algo tan habitual, que a duras penas podía controlarme”, asegura.

Un calvario que se inició como un juego y casi llegó a convertirse  en una tragedia. “Mis propios compañeros llegaron a decirme a la cara que no me soportaban, me transformé en un demonio, pasé de vivir en una euforia permanente a estar cabreado con el mundo. Por supuesto, comencé a suspender exámenes, a robar en casa para poder financiar mi adicción, y un sinfín de problemas más. En su relato, sorprende la serenidad con la que detalla su particular “vía crucis”. Sus rutinas diarias dejaron de ser  las de un joven de su edad.  Idas y venidas a la consulta de la psicóloga,  análisis de orina los lunes por la mañana,  enfrentamientos dialécticos con su familia, especialmente con su madre . “Me instalé en el mundo de las mentiras creyendo que controlaba la situación, pero lo bien cierto, es que el alcohol me controlaba a mí”.

Han pasado algunos años desde aquel primer botellón, en el que Vicente sorbió su primera copa, y después la siguiente, hasta emborracharse y perder el sentido. “Miró atrás y tengo la sensación que he vivido mucho, pero no precisamente en el buen sentido de la palabra. He superado esa etapa ciénaga de mi vida pero soy muy consciente que forma parte de mí y del daño que he provocado en las personas que más quiero. Continuo acudiendo a mis terapias porqué el alcoholismo es una enfermedad que requiere de tratamiento, y hoy por hoy no puedo prescindir de este apoyo profesional”. Vicente es un joven que afronta el futuro con ilusión, pero sobre todo, con tesón en su lucha por no volver a caer en la tela de araña tejida silenciosamente por el alcohol.

Los numerosos casos atendidos en los servicios de urgencias de los hospitales  durante el año 2016 han disparado las alarmas. La peligrosa relación  ocio y alcohol en la que se ven inmersos  muchos adolescentes en las macro-fiestas o botellones y sus graves consecuencias han puesto en alerta a expertos y responsables políticos.

Según la encuesta sobre «Usos de drogas en enseñanzas secundarias en España» del Ministerio de Sanidad,  8 de cada 10 chicos y chicas de edades comprendidas entre los 14 y los 18 años han probado el alcohol, y la edad media de inicio en el consumo se sitúa en los 13´9 años. De este estudio, el más reciente y detallado que existe sobre los hábitos de los adolescentes, se desprende que el inicio en el consumo de alcohol se avanza  a una edad más temprana, que la ingesta de alcohol se realiza de forma masiva y en un menor tiempo y que las consecuencias pueden llegar a ser trágicas.

Otro estudio realizado en el marco del Plan Nacional contra las Drogas  es “El consumo abusivo de alcohol en la adolescencia: un modelo explicativo desde la psicología social” realizado por Javier Pons y Enrique Berjano, ambos doctores en Psicología por la Universitat de València.  Entre las conclusiones destaca el elevado desconocimiento de determinadas características del alcohol,  tales como la capacidad de crear dependencia o el efecto de tolerancia asociado a su consumo.

Los investigadores destacan que los menores bebedores buscan evasión y diversión, y por tanto, urge la necesidad de ofrecer alternativas a la “cultura del alcohol” y a los valores sociales en ella implicados. En este sentido, proponen un uso más adecuado del tiempo libre, adquirir habilidades que permitan un desarrollo integral del individuo y propiciar un crecimiento personal. En definitiva, un ocio basado en valores como la solidaridad, la convivencia y la práctica de hábitos saludables como el deporte.

Nueva campaña de la FAD

Desde la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, (FAD) se ha puesto en marcha una nueva campaña en redes sociales de sensibilización bajo el lema “¿Hacemos algo?”.

El objetivo de la misma es concienciar a la sociedad de que el problema del consumo de alcohol por parte de los menores es responsabilidad de todos. En declaraciones a El Rotativo, el presidente de la FAD, Ignacio Calderón reiteró la necesidad de “atajar el problema plantándole cara desde  diferentes frentes  y asumiendo cada uno la responsabilidad que le compete”. En este sentido, aseguró que “las instituciones públicas deben velar para que se cumpla la legislación, sabiendo que culturalmente es complicado, puesto que vivimos en un país de fiesta y diversión constante con masiva presencia del alcohol”.  En esta tarea conjunta, según Calderón “ el papel de los medios de comunicación resulta fundamental tanto en la difusión como en el tratamiento de las noticias relacionadas con esta problemática”.

El Gobierno central prepara una ley que pondrá especial énfasis en la sensibilización y en la prevención. Otra de las novedades es la posibilidad de imponer sanciones a  aquellos padres que no hayan atendido los requerimientos de la autoridad, especialmente cuando se detecte reincidencia  de consumo de alcohol en la vía pública por parte de los adolescentes.  Dos meses después de su llegada al Ministerio de Sanidad, su nueva titular Dolors Montserrat ha impulsado la puesta en marcha de los trabajos que se recogerán  en el anteproyecto de ley. También este mes de enero comenzaran los trabajos de la Comisión Mixta Congreso-Senado, cuyas  conclusiones se deberían incorporar a la nueva ley.

El papel de la familia es de suma importancia, según los expertos, para prevenir el contacto con el alcohol a edad cada vez más temprana. Pero, en opinión de Calderón “echarles la culpa de todo a los padres resulta injusto”, y añade: “Ellos  tienen  la obligación de tutelar y educar en valor a sus hijos, de mostrarles proximidad para prevenirles de los problemas que generan este tipo de adicciones, pero no son los únicos. En muchas ocasiones los padres se sienten incapaces, bien porque no saben cómo actuar, bien porque las circunstancias les arrastran, por eso me parece injusto descargar toda la culpa sobre ellos”.

Desde la FAD se incide en el papel que debe desempeñar el mundo educativo para potenciar la autoestima y el desarrollo personal pero también los gobiernos evitando la venta de alcohol a menores o el cumplimiento del cierre de los locales.