José Sacristán emociona en Alzira con su ‘Señora de rojo sobre fondo gris’

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Opinión de Laura Fargueta / Imagen: Archivo

Las luces se apagan. Los primeros aplausos se adelantan a la apertura del telón que, cuando se descorre, revela una figura esbelta y trajeada. Su jersey rojo contrasta con el gris del decorado. El hombre avanza pausadamente hasta situarse a un lado del escenario. Las primeras palabras, pronunciadas con profunda voz de bajo, absorben la atención de la audiencia.

“No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco, pero ¿conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo?”. Esta es la frase con la que empieza el monólogo Señora de rojo sobre fondo gris —basado en la novela de Miguel Delibes— que el reconocido actor José Sacristán lleva representando en escenarios de toda España desde 2018.

José Sacristán, quien, como recompensa a su extensa carrera, fue galardonado con el Goya de Honor en la pasada edición de los premios del cine español, sorprende a sus 85 años recién cumplidos con este soliloquio de casi hora y media de duración con el que nos deleitó a un público entregado en el Gran Teatro de Alzira. En Señora de rojo sobre fondo gris, un prestigioso pintor se sumerge en los recuerdos de su recién fallecida mujer y profundiza en los acontecimientos de sus últimos meses de vida. Una reflexión plagada de la melancolía que Delibes nos contagia, pues escribió esta novela a modo de homenaje a su esposa, Ángeles de Castro, fallecida prematuramente.

La voz de José Sacristán nos retrotrae a la memoria de esta mujer, de personalidad única, de tal manera que, durante la función, nos parece verla situada tras su marido como una sombra, con su vestido rojo sin mangas y su rostro sonriente. El público, como hechizado, no despega los ojos de la silueta del actor: esa es la esencia del teatro, el pacto conjurado entre intérpretes y espectadores para que, durante el tiempo de la función, los segundos crean cada palabra que se pronuncie desde el escenario y se emocionen, de igual manera que si el protagonista fuese un amigo cercano.

Una frase final queda grabada en el recuerdo del público: “Si la muerte es inevitable, ¿no habrá sido preferible así?”. El foco que ilumina la figura del actor, su triste mirada, se apaga. El telón se cierra. En pie, unos emocionados espectadores lo ovacionan y cuando el telón se reabre, José Sacristán pronuncia unas últimas palabras: “A la memoria de Ángeles y Miguel Delibes”.

Tras los merecidos minutos de aplausos, los asistentes abandonan el teatro con las palabras de Delibes, en la voz de Sacristán, persistiendo en la memoria de cada uno. Voz y palabra que quizás desvelen reflexiones o recuerdos que la representación ha sacado a relucir en cada espectador. Al fin y al cabo, citando al propio Delibes: “Los libros nunca te resuelven problemas, sino que te los crean, de modo que la curiosidad del lector siempre queda insatisfecha”.