Ana Pardo de Vera: «El periodismo ha perdido credibilidad y eso es un problema grave para España”

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Informa Gonzalo Escrig / Imágenes: Editorial Espasa

La filóloga y periodista, de origen gallego, Ana Pardo de Vera publica con Editorial ESPASA su primera novela titulada ‘Chantaje a una jueza’. Una historia de suspense político en la que retrata la corrupción a la que puede llegar el ser humano cuando llega al poder y cómo solo, unos pocos, luchan por evitarlo. EL ROTATIVO ha tenido la oportunidad de hablar con la autora sobre el papel del periodismo en nuestra sociedad y la situación política y social por la que atraviesa España en la actualidad.

Ana, esta es su primera novela. ¿Cómo ha sido la experiencia de enfrentarse, a la página en blanco para hacer ficción?

La verdad es que siempre había querido escribir ficción, ya no solo por el hecho de poner la imaginación a funcionar, sino porque creo que en el periodismo siempre nos dejamos cosas en el tintero cuando hacemos información. Cuando haces información hay mucha documentación y te ves en la obligación de sintetizarla porque tienes un espacio limitado ya que, al final, el periodismo tiene sus códigos y hay contenidos que no tienen cabida en ellos. Cuando la editorial Espasa me propuso la idea para este libro, dice que sí, inmediatamente. Mi principal miedo al escribir ficción era que no me publicasen, pero como fueron ellos quienes me lo propusieron, el sí ya lo tenía, y el proceso no fue tan complicado. Por otro lado, abordar la cuestión de la corrupción siempre me ha fascinado porque en España es un problema muy grande y, en Galicia, particularmente, por lo que elegir el tema central de la novela no me llevó mucho tiempo. Es verdad que ha sido una experiencia aterradora, porque hay días que escribes diez folios en una hora y hay días que no escribes nada en cinco horas. Pero en conjunto ha sido una experiencia muy satisfactoria.

La historia de ‘Chantaje a una jueza’ transcurre, casi en su totalidad, en Galicia, ¿por qué?

Soy gallega, de Lugo, concretamente de la zona que aparece en la novela, donde vive la jueza protagonista, Navia de Suarna. Por allí tengo una casa familiar y, aunque es una de las zonas menos conocidas de Galicia, probablemente sea una de las más hermosas. Me apetecía hacerle un pequeño homenaje a mi hogar, además, gran parte de los sumarios que he empleado para documentarme vienen de esa zona, de la provincia de Lugo.

Da la sensación que los límites entre la ficción y la realidad se diluyen a lo largo de la novela. ¿Se ha inspirado en algún caso de corrupción o chantaje real?

Sí, aunque en realidad son varios casos. Es posible que a los que somos muy cafeteros y estamos muy al día de la información nos suenen algunos de los casos que he trasladado a la novela, de hecho, hay escenas que pueden resultar cien por cien reales e, incluso hay diálogos y personajes que aparecen en sumarios y casos de corrupción. Por otro lado, es verdad que hay hechos entremezclados y personajes que retratan a tres personas a la vez o una persona que es desdoblada en dos. Pero la trama es completamente ficticia, no ha existido y espero que jamás exista.

“Los medios tienen mucha dificultad para optar por sistemas que los hagan independientes y eso hace que muchos de los medios de comunicación de nuestro país estén controlados por empresas ajenas al periodismo”

En la novela, Sandra, la periodista del diario ‘O Pobo’, el diario de mayor tirada de Galicia, se ve constantemente presionada para dejar la investigación que provocó la muerte de Amalia, la jueza. ¿Cree que el papel del periodismo en nuestra sociedad ha ido perdiendo importancia? ¿Confían los lectores en los medios de comunicación?

Efectivamente, el periodismo ha perdido credibilidad y eso es un problema grave para España, y no lo digo yo, lo dicen las encuestas que se hacen sobre la prensa, instituciones y organismos necesarios para que el sistema democrático funcione. Tenemos un problema porque hay muchos intereses y mucha precariedad en la profesión y eso, al final, lleva a modelos de negocio que no dan dinero pero con los que se pretende influir en instrumentos políticos y judiciales. Eso es muy peligroso. En cuanto a la precariedad de la profesión, los medios tienen mucha dificultad para optar por sistemas que los hagan independientes y eso hace que muchos de los medios de comunicación de nuestro país estén controlados por empresas ajenas al periodismo. Al final, se prostituye el periodismo.

Hoy en día, parece que cualquier persona que sepa comunicar es periodista y el público, al final, no sabe diferenciar entre un periodista y un comunicador. 

Efectivamente. Realmente el periodismo tiene unos códigos muy estrictos que consisten en presentar los hechos, contrastarlos y analizarlos conforme a un contexto que, en absoluto, puede ser aislado. No es lo mismo grabar un accidente y colgarlo en las redes sociales, que grabarlo y hablar del contexto del accidente. Si ha habido accidentes previos, cómo se produjeron las circunstancias que ocasionaron el accidente. Esa es la diferencia entre comunicar e informar.

En el libro la política es protagonista y se hace referencia al bipartidismo, con personajes que forman parte de los dos partidos hegemónicos. Extrapolándolo a la realidad actual de España, ¿considera que en nuestro país y en nuestra política se ha superado el bipartidismo o se está volviendo a él, sin ser del todo consciente de sus consecuencias?

Creo que la realidad social ha cambiado desde el punto de vista del bipartidismo, pero siguen siendo los dos mismos partidos los que lideran los gobiernos. Es verdad que se está superado el bipartidismo como poder absoluto, pero al menos en un medio plazo creo que no va a volver. En este momento hay sensibilidades muy distintas y, además, en mi opinión, es mejor para la democracia que no haya gobiernos monocolores. Actualmente, llevamos una racha de cambios constantes que no nos permiten ver bien en qué situación estamos. Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, y en el medio siempre surgen los monstruos, las crisis, los fascismos. Tenemos que estar pendientes para ver cómo se estabiliza la situación.

La responsabilidad política va mucho más allá de la responsabilidad penal y aquí los políticos solo dimiten cuando llegan a las puertas de los juzgados… y no siempre”

Uno de los temas principales de la novela, aparte de la corrupción, es el poder. ¿De verdad cree que el poder corrompe, inevitablemente, a cualquier persona que lo alcanza?

Creo que el poder, sobre todo el poder vitalicio, el no democrático, tiene muchas posibilidades de corromper a la gente. Hay personas que después de haber tenido poder durante mucho tiempo adquieren aptitudes corruptas y no me refiero a delitos penales, como puede ser el tener acceso a determinados servicios por el simple hecho de ser quien eres. Y, realmente, hay muchos políticos que no entienden que no tiene por qué tener esa prebenda. El poder tiene mucha facilidad para corromper, pero es que la corrupción es inherente al humano. Siempre va a haber corruptos y siempre va a haber gente que intente aprovecharse de las instituciones y del poder institucional. Lo que tiene que haber son controles que intente evitarlo y que si no pueden, se expulse inmediatamente la corrupción de sus pilares, y eso no lo tenemos en España, por eso somos una de las democracias más corruptas.

En España, ¿se dimite poco?

No se dimite nada y lo que hay es muy marginal. De hecho, no diferenciamos entre responsabilidades penales y responsabilidades políticas. La responsabilidad política va mucho más allá de la responsabilidad penal y aquí los políticos solo dimiten cuando llegan a las puertas de los juzgados… y no siempre. Tenemos que normalizar la dimisión de los políticos cuando se ven implicados en una causa de corrupción. De la misma forma que debe ser normalizado que una persona imputada, si se demuestra que es inocente cuando acaba la investigación, sea rehabilitada en el cargo público, si ella quiere. 

Usted habla en la novela de los poderes en la sombra y eso me recuerda mucho al libro del Pablo Iglesias ‘Cloacas del Estado’. ¿Cuáles son para usted esos poderes en la sombra? ¿Diría que están dentro o fuera del Estado?

Hay poderes en la sombra de la Administración que suelen ser altos funcionarios corrompidos por los poderes políticos y que ayudan al poder político en sus acciones corruptas. Pero también hay poderes económicos que no son elegidos en la sombra, pero que tienen tanta influencia como para cambiar decisiones políticas.

Los jueces deben de ser elegidos, en mi opinión, en el Parlamento porque en él reside la soberanía popular”

¿Qué opina de la situación actual del Consejo del Poder Judicial? ¿Cree que nuestra democracia se está viendo debilitada de alguna manera? ¿Cómo queda España ahora que la Unión Europea se está planteando intervenir en el bloqueo?

La crisis del Consejo del Poder Judicial en España es terriblemente grave y terriblemente vergonzosa. Ya se nos venía advirtiendo de esto desde hace mucho tiempo y es que cuando la política entra en los juzgados, la política sale por la ventana. En este caso hay unos intereses partidistas de acaparar el poder judicial, pero también hay unos intereses judiciales de mantener un poder político, y eso es muy peligroso porque invade completamente el principio de democracia básico que es la separación de poderes. Los jueces deben de ser elegidos, en mi opinión, en el Parlamento porque en él reside la soberanía popular. Lo que no puede ser es que se aferren a sus puestos porque no les gusta lo que ha salido de las urnas, así solo se pervierte el Poder Judicial que es el que nos sanciona si incumplimos las normas. ¿Cómo vamos a respetarles si son ellos los primeros en incumplir las leyes? Pero al final este problema viene de lejos. Realmente el Poder Judicial nunca pasó la transición en España ya que hubo jueces que se fueron a dormir franquistas y se despertaron demócratas. Y el bipartidismo no ha ayudado a mejorar la situación.

¿Cree que el ciudadano es verdaderamente consciente de los efectos que tiene este bloqueo del Poder Judicial?

Yo creo que no. De hecho, habría que hacer más pedagogía porque la única percepción de la ciudadanía es que está preocupada con otros asuntos más acuciantes y este problema lo ven como una lucha entre partidos. Y eso es un problema porque la justicia, como valor, nos va en ello. Si los jueces no son legitimados por la soberanía popular pueden tener lugar grandes injusticias.

Finalmente, ¿cuales son sus próximos proyectos?

Estoy tan contenta con haber podido concluir mi primera obra de ficción que estoy muy centrada en su promoción. Pero es verdad que hay gran cantidad de temas que me gustaría llevar a la novela. Considero que hay muchísimas cosas que merecen ser contadas y que, aunque no son reales, nos ayudan a entender la realidad.