La toxicidad en Nobody’s lover

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Opinión de Laura Fargueta / Imágenes: Cinema Jove

«He tenido una pesadilla. En ella, caían platos de todas partes». Con esta línea en la voz de la protagonista se concentra el significado del largometraje Nobody’s lover de la directora novel surcoreana Han In-Mi. Una historia que supone para Han In-Mi el debut este formato cinematográfico aunque su nombre ya es conocido en el campo de los cortometrajes, entre los cuales ha dirigido Whispering (2009) o Til’ the break of the day (2014), entre otros.

La película, seleccionada en la 26 edición del Festival Internacional de Cine de Busán, gira alrededor del personaje de Yujin, de 18 años, que lleva una vida dura en muchos aspectos. Nada parece fácil para ella, incluyendo las relaciones y circunstancias familiares o las amistades. Aun así, Yujin se enamora y termina formando parte de un triángulo amoroso.

La pesadilla con la que arranca la cinta será una constante para Yujin ya que, gracias a la estructura casi circular de la trama, el sueño se mencionará hasta en tres ocasiones diferentes, siendo una de ellas al final. Estos platos que caen «de todas partes» le provocan una ansiedad anclada a la creencia de que no conseguirá recogerlos antes de que impacten contra el suelo y, a su vez, son una alegoría de la falta de control que Yujin siente que tiene sobre las relaciones personales ya sean con su madre o con los dos chicos.

El filme de Han In-Mi muestra cómo mujeres de distintas generaciones —madre e hija— se enredan en relaciones tóxicas como forma de compensar la carencia de afecto, en otras facetas de su vida. En el caso de la protagonista, Yujin, se refugia en líos amorosos porque busca el amor y el cariño que no puede encontrar en la relación con su madre. De esta manera, no le importan los medios, hacer daño a los demás a través de sus mentiras, ni el trato recibido, hasta el punto de  sufrir daño ella misma. Al fin y al cabo, la trama romántica de Nobody’s lover no es más que una excusa para narrar una historia universal sobre los vínculos entre madre e hija y cómo las decisiones tomadas por una y por otra, con sus respectivos errores, afectan a dicha relación.

La película, caracterizada por sus silencios y su exigua banda sonora, queda perjudicada por su ritmo lento y por su excesiva duración. Además, algunos aspectos del guion resultan incomprensibles para el espectador ya que rompen con la coherencia interna de cada personaje, de acuerdo con la personalidad construida. El aspecto más positivo, quizás sea la fotografía, construida con planos generales que acentúan la soledad que envuelve a la protagonista y sobre una paleta de colores definida, en torno a la combinación de tonalidades frías y cálidas.