Pepe Domingo Castaño: “Lo más importante en la vida es la verdad”

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Informa Borja Gregori / Imágenes: Sara Pastor

Conocido por muchos por viste su clásico pantalón vaquero con estilo deportivo y, por otros tantos, como el presentador de ‘Tiempo de Juego’ de la Cadena Cope, Pepe Domingo Castaño, es historia viva de la radio española. Presentador de radio y televisión, cantante, escritor, actualmente ha publicado sus memorias ‘Hasta que se me acaben las palabras’ donde aborda todas sus experiencias, desde su nacimiento hasta la llegada del Covid. Ganador de cuatro premios Ondas y dos Antenas de Oro ha atendido a EL ROTATIVO coincidiendo con su visita a la Universidad CEU Cardenal Herrera donde mantuvo un encuentro con los futuros profesionales del mundo de la comunicación.

Pepe, ¿qué significa para usted Padrón?

Es la base de mi vida, nací al lado de Padrón. Empecé de pequeñito en Padrón, allí fui niño y jugué como jugaban los niños de entonces, siempre en la calle. En Padrón el sonido de la vida era el sonido de la radio. Llovía a cántaros y la lluvia me marcó. Había unos frailes dominicos qué me engatusaron y me llevaron a un colegio interno durante siete años muy felices. Padrón es todo en mi vida

Dice que la lluvia le marcó. ¿Quizás por eso arranca su libro con un capítulo que se llama ‘Lluvia’?

La lluvia marcó mi vida. Recuerdo que, cuando iba a trabajar en la bicicleta y tenía que ir tres kilómetros entre mi casa y la empresa, llovía todos los días y lo hacía con saña, con rabia. La lluvia me pegaba en la cara y me prometí que aquello lo tenía que dejar. De ahí esa fuerza que me dio por luchar contra la lluvia. Eso fue lo que me ayudó a dar el salto y a dedicarme a la radio.

Tras su vuelta de Palencia, ¿podría decirnos que prometió? 

Prometí que todo lo que había aprendido en el convento durante mis siete años iban a trabajar en mi favor e iban a convertirme en un hombre amigo de sus amigos, respetuoso con las opiniones de los demás, consciente de que esta vida no acaba aquí. También de que algo superior a nosotros está por ahí dirigiendo nuestros pasos.

¿Tuviste algún padrino en el sector de la comunicación?

No tuve. Si acaso mi padrino fue Joaquín Prats, pero no porque me ayudase a trabajar en la radio sino porque era un tipo excelente. Cuando le conocí fue en un bar, me lo presentó un cantante gallego y me recibió con un cariño tremendo. Joaquín para mi era Dios. Cuando lo vi a mi lado dije “¡Dios mío donde he llegado, he conocido a Joaquín Prats!”. Joaquín era tan íntimo y tan cariñoso que me invitó a su programa y luego trabajé con él, pero ya está.

Su llegada a la SER, ¿fue estar en el momento adecuado, en el sitio adecuado o casualidad?

Lo que sé es que cuando estaba en radio -y esto es importante que lo sepan los futuros periodista- no pregunté cuánto iba a ganar ni cuando iba a librar, solo le dije que quería trabajar. Me contestaron que no tenían nada para mí, pero si quería trabajar en la radio debía de sacrificarme y tendría que venir todos los días a la radio y que algo saldría. Los días pasaron y a los dos meses me surgió eso que tú llamas casualidad, yo le llamo suerte y otros le llaman estar en el sitio justo en el momento adecuado. Un locutor se puso malo y había un programa a las cinco de la tarde, eran las tres y el director me dio la oportunidad. Me dijo: “haz lo que quieras, demuéstrame lo que llevas dentro, la radio que llevas dentro”. Al cuarto de hora de programa empezó a llegar gente a la pecera -donde está el técnico de sonido- y tras el programa me llamó el director y me dijo: “muy bien gallego, tú vales mucho”. Tras una semana de suplencia, el director me dijo que tenía madera y quería que me quedara en esa franja horaria y cuando vino el compañero empecé con Disco Parada y después de ahí me llamó la SER. ¿Casualidades? Puede ser, yo le llamo suerte.

¿Cómo vivió la confrontación entre José María García y De la Morena?

En aquel momento yo estaba en el final del Larguero. La disputa la empezó García. José María García escuchó a un tío en la SER que hacía algo revolucionario, distinto. Eso era lo que hacia José Ramón de la Morena y García vio que su reinado podía correr peligro. A partir de ahí, empezó a meterse con él con muy mal estilo y José Ramón lo único que hizo fue responder, a partir de ahí crecieron los ataques, se perdieron el respeto y fue tremendo. Yo veía a García en las vueltas de ciclistas, le saludaba habitualmente y le tuve que dejar de saludar porque me pareció que él había faltado al respeto a alguien con el que yo trabajaba lo cual me dolió bastante. Yo tomé partido, lógicamente, por José Ramón y aparte José Ramón hizo algo impresionante que es ganarle a García en su terreno, en la noche

¿Se puede comparar esta confrontación con la competencia que hay ahora entre la COPE y la SER?

Eso ha desaparecido. Juanma Castaño, que es mi compañero, y Carreño no se llevan como hermanos, pero tampoco se tiran piedras unos a otros. Ahora, la competencia es más suave, no hay problemas. Nosotros nos llevamos bien con los del ‘Carrusel deportivo’, yo, por ejemplo, tengo amigos allí muy grandes, pero la competencia es la competencia. Ahora bien, con lo del tema de la presentación del libro, la SER no me ha llamado para hacer ninguna entrevista. Seguramente, la culpa la tenga yo porque le he pegado varios palos a Prisa en varias entrevistas y no me extraña que no me llamen, pero no tengo nada en contra de ellos. La guerra ya no existe, afortunadamente.

¿Habrá otro Pepe Domingo Castaño?

Espero que no. Y si lo hay, bienvenido sea.

¿Usted cree que hay miedo a su retirada en la redacción de ‘Tiempo de Juego’?

Creo que el único que tiene miedo es Paco González. Él tiene miedo a que un día diga que no continuo porque eso implica que va a tener que plantearse otro estilo de programa y supongo que, con Paco, el resto del equipo. Uno de los motivos por los que sigo tanto tiempo es por ellos, por todo ese equipo.

¿Una última recomendación para los estudiantes de periodismo?

Creo que lo más importante en la vida es la verdad. La gente sabe cuando le mientes. Si te pones delante de un micrófono y lo haces diciendo la verdad en cada palabra que pronuncias, sintiéndola y viviéndola, la gente te va a entender, te va a comprender, te va a hacer caso. Si tú mientes, la gente lo va a saber. Eso es lo que me ha guiado a mí a lo largo de mi vida radiofónica: decir siempre la verdad y, sobre todo, creerme lo que estoy haciendo.