Redacción: Lucía María Julià / Imágenes: CEU
Senegal, Malawi, Filipinas y Ghana han sido los diferentes destinos hacia los que se han embarcado alumnos y profesores de la universidad en este nuevo año para seguir con su compromiso solidario. Desde las titulaciones de Educación, Veterinaria, Medicina y Enfermería, varios estudiantes han colaborado en estos países realizando actividades tan imprescindibles como el fomento de la enseñanza, la mejora de la producción ganadera, la prevención del cáncer de mama y asistencia sanitaria a personas sin recursos, y la promoción de la salud. De esta manera, el centro universitario ya ha puesto en marcha cuatro viajes en lo que lleva de año. Desde las titulaciones de Educación, Veterinaria, Medicina y Enfermería, varios estudiantes han colaborado en estos países realizando actividades tan imprescindibles como el fomento de la enseñanza, la mejora de la producción ganadera, la prevención del cáncer de mama y asistencia sanitaria a personas sin recursos, y la promoción de la salud.
De esta manera, el centro universitario ya ha puesto en marcha cuatro viajes en lo que lleva de año. Desde la Cátedra de Solidaridad señalan estas expediciones como una oportunidad de enriquecimiento, una opinión compartida y comprobada por los participantes. «La vida en sí es un aprendizaje continuo, pero cuando vives experiencias de este estilo, cuando te sacan de tu contexto y te llevan a uno totalmente distinto, el aprendizaje es mucho mayor», asegura Mayte González, alumna de tercero de Magisterio y voluntaria en la reciente misión «Compartiendo Sonrisas», que se trasladó el pasado 19 de enero a Senegal. Asimismo, la estudiante sostiene que estos viajes les ayudan a comprender que existen realidades diferentes a la propia, por lo que «aprendemos a valorar, a entender que lo que nosotros tenemos no lo tiene todo el mundo. Es muy impresionante cuando lo ves directamente y te das cuenta», añade.
“En Senegal aprendimos que lo que nosotros tenemos no lo tiene todo el mundo”
En este sentido, tanto los destinatarios principales de estos trabajos solidarios como los propios participantes se nutren de la experiencia. A juicio de Mayte, se trata de un beneficio mutuo. «En esos países tienen muy pocos recursos y no han recibido ni la mitad de la formación», afirma, pero según ella de lo que sí gozan es de ilusión. «Tienen mucha. Por eso, con lo poco de lo que disponen intentan hacer las cosas y les salen tan bien… Son un ejemplo para nosotros, para aprender también de ellos», apunta. Al igual que Mayte, sus compañeras Carla Terol y María Guasch, junto al profesor Santiago Celestino Pérez, también coordinador de la Cátedra de Solidaridad del CEU, se sumergieron en la misión con una maleta cargada de ganas y coraje. Así lo cuenta María: «Sólo te hace falta llevar el corazón abierto y una buena actitud, pero también un estómago de hierro para afrontar diferentes momentos del día».
Durante una semana estuvieron en Djikesse (Senegal) realizando actividades entre la escuela infantil y el colegio. «Íbamos juntas porque nos necesitábamos por dos motivos: el idioma y la gran cantidad de alumnos que hay por aula», explica Carla. Además de ofrecer su ayuda en lo que fuera necesario, las tres amigas explicaban juegos tradicionales y entregaban material didáctico de diferentes materias elaborado en España.
En Malawi, más al sur del continente africano, la población también carece de medios básicos para afrontar su día a día, pero allí su principal problema es otro: el rebaño. En concreto, se trata de uno de los países menos desarrollados y más densamente poblados del mundo, con cerca de casi un 85% de la población viviendo en zonas rurales por ello, la ganadería es tan importante. Pero las limitaciones productivas del área, así como los períodos prolongados de sequía, dificultan a los locales esta actividad. De modo que, con el objetivo de mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria de la zona, «Vets for Africa» se desplazó hasta allí en febrero por quinto año consecutivo.
Carolina Mas fue una de las estudiantes de cuarto de Veterinaria que partió el pasado 3 de febrero en su primer viaje solidario hacia este destino. Su motivación: su vocación y su inquietud por mejorar el mundo. «Seguía el proyecto desde que empecé la carrera, y además tenía compañeros que habían asistido y estaban contentos con las participantes. «La vida en sí es un aprendizaje continuo, pero cuando vives experiencias de este estilo, cuando te sacan de tu contexto y te llevan a uno totalmente distinto, el aprendizaje es mucho mayor», asegura Mayte González, alumna de tercero de Magisterio y voluntaria en la reciente misión «Compartiendo Sonrisas», que se trasladó el pasado 19 de enero a Senegal. Asimismo, la estudiante sostiene que estos viajes les ayudan a comprender que existen realidades diferentes a la propia, por lo que «aprendemos a valorar, a entender que lo que nosotros tenemos experiencia», explica Carolina, y prosigue: «Era una gran oportunidad para poder desarrollar lo que más me gusta con la finalidad de ayudar a gente que realmente lo necesita». Allí, ella junto con otros seis compañeros y cinco profesores se hospedaron durante dos semanas en Benga, al este del lago Malawi.
“Nuestra labor en Malawi fue la de enseñar a la gente como cuidar mejor la salud de sus animales”
Aunque esta misión trabaja directamente con los animales, la finalidad del proyecto es que salga beneficiada la población de allí. Para ello, abarcaron ron diferentes ámbitos de actuación: la parasitología, la apicultura y la reproducción. En cuanto a la parasitología, se encargaron de desparasitar el ganado de determinados poblados del país, así como tomarles muestras para conocer sus principales enfermedades. En este aspecto, Carolina comenta que los análisis fueron un éxito. «En los resultados de este año observamos que el trabajo de las actuaciones anteriores tuvo un resultado positivo porque ha bajado la carga parasitaria en los animales». Este avance permite, según explica la futura veterinaria, un mayor crecimiento de las reses, que tengan menos enfermedades y, en definitiva, un mayor rendimiento productivo. Además, también anota que en la población estos beneficios se ven reflejados en una mayor fuente de alimentación y en mejores condiciones.
Por otro lado, impartieron cursos de formación a los ganadores en los distintos ámbitos. «Nuestra ganadería es bastante diferente a la suya porque nosotros tenemos conocimientos de los que ellos carecen, por ejemplo, sabemos hacer hincapié en prevenir enfermedades o sabemos cómo tratarlas», expone la estudiante. Por este motivo, otro de los objetivos era enseñar a la población cómo realizar las labores de la mejor forma posible, en función de sus recursos y necesidades. «Es una manera de llamar su atención, de comentarles los posibles problemas que pueden tener, ya no solo a nivel productivo, sino también a nivel de salud de la población», confiesa Carolina.
Igualmente, durante esos quince días, el equipo intentó, además de mejorar las fuentes de alimentación y la educación, aportar a la aldea una motivación extra. «Hacíamos manualidades, les repartíamos ropa, chucherías… Quieras o no, eso es un intercambio mutuo de felicidad», destaca Carolina tanto alegre como satisfecha al recordarlo.
Los alumnos de los últimos cursos de Medicina también traspasaron las fronteras hasta llegar a Filipinas para que «Medipinas» se convirtiese un año más en realidad. Así, la quinta edición de este proyecto humanitario, capitaneado por la profesora y cirujana Belén Merck, arrancó el pasado 14 de marzo para atender las necesidades médicas de la población más vulnerable del país asiático. Tras veintidós horas de vuelo, el equipo llegó a Manila para luego dirigirse a Masbate, donde iniciaron la primera etapa de su expedición. El grupo confiesa que fueron recibidos con inmensa alegría por ser la primera misión humanitaria médica que recibían en la zona. Una semana después, con 950 pacientes visitados y 25 intervenciones quirúrgicas, se trasladaron a Iriga para continuar con su labor con el apoyo de otros cuatro médicos españoles: Antonio Barrasa, cirujano y también profesor de Medicina en la universidad; Antonio Villalonga, anestesista; Pedro Gil, internista; y la pediatra Teresa Sorribes. Este incremento les permitió aumentar el número de cirugías y de consultas.
Desde el CEU de Castellón, la misión «Enfermería Solidaria» que habitualmente viaja a Ghana este año prepara otra misión solidaria a Senegal. El centro universitario ya se prepara para sus próximos proyectos en el período estival. «Está claro que en quince días no se soluciona el mundo, pero es verdad que año tras año, trabajando mucho, se pueden conseguir buenos resultados», garantiza Carolina. Al igual que para Mayte, Carla y María, es fundamental desarrollar nuevos proyectos que ponga en práctica lo aprendido en el aula. «Es una experiencia que llama tu atención, te lo pide el cuerpo y sabes que la tienes que probar», declara Carla, quien tras dos años esperando, ya ha conseguido vivirla y no dudaría en repetirla. Por último, Carolina también insiste en la importancia de «concienciar más a la gente de las necesidades que tienen allí y de lo mucho que podemos ayudar nosotros», porque el vecino necesitado no es siempre el que está más próximo, sino también, por ejemplo, el que está en Ghana, Senegal, Filipinas o Malawi.