Presentan un cuadernillo sobre la ética y los videojuegos

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Ana Parra / 4º Periodismo

Más de 15 millones de personas juegan a videojuegos en España. Son la primera opción de ocio audiovisual en nuestro país, muy por encima de la música o el cine. El balance anual de AEVI, la Asociación Española de Videojuegos, muestra como esta creciente industria factura más de 1.000 millones de euros al año. Nadie duda de los efectos positivos de los videojuegos o de su capacidad de favorecer el aprendizaje, pero desde que se popularizaron en los años 80 les ha acompañado la controversia. La publicación de videojuegos violentos no ha hecho más que ir en aumento y los que contienen agresividad explícita, crímenes o sexismo suelen convertirse en éxitos de ventas. Si buscamos en Google Scholar, la versión académica del buscador, el resultado nos muestra cerca de 11.000 referencias a estudios sobre la relación entre la violencia en los videojuegos y la violencia en la vida real. El debate no está resuelto y por cada estudio que afirma que estos juegos pueden afectar al comportamiento de las personas volviéndolas agresivas; podemos encontrar otro que lo refuta.

‘Ética y videojuegos’ es el título del nuevo Cuaderno de Ética en clave Cotidiana publicado por FUNDARETICA, la Fundación Europea para el Estudio y la Reflexión Ética. Con estas publicaciones la Fundación analiza desde una perspectiva ética temas relevantes para la sociedad. Enrique Lluch es profesor en la Universidad Cardenal Herrera CEU, y, además, como Director de Investigación y Publicaciones de esta Fundación, ha coordinado la elaboración del cuaderno dedicado a los videojuegos. Aprovechando la salida de este nuevo ejemplar le hemos preguntado por la relación entre la violencia virtual y la real.

Pregunta. ¿Por qué se pensó que era necesario plantear los videojuegos desde una perspectiva ética?

Respuesta. Porque es un tema que para los padres y para la sociedad tiene mucho interés. Hay determinados videojuegos que están desarrollando unos valores buenos para quien los juega, pero hay otros que no y es importante el saber discernir.

P. ¿Plantean los videojuegos conflictos éticos a los jugadores?

R. Se ha comprobado que, en ocasiones, jugar a unos determinados juegos desarrolla luego conductas que imitan al juego. Algunos de esos juegos tienen comportamientos violentos o machistas que pueden provocar que aquellos que lo juegan habitualmente desarrollen esos comportamientos en la vida real. Igual que en negativo puede ser en positivo, porque también hay juegos de estrategia o que desarrollan la inteligencia.

P. ¿Pueden insensibilizarse los videojugadores de juegos violentos?

R. Sí, de hecho en el cuaderno se mencionan estudios que comprueban eso, demuestran que las personas que juegan a determinados juegos sí que se están insensibilizando. Es verdad que cuando tú estás jugando demasiado a un juego excesivamente violento o muy machista puede darse que desarrolles o potencies en tu comportamiento habitual esos aspectos. De hecho, por eso la industria también está cambiando ese aspecto en algunos juegos, porque ha tenido muchas protestas y porque además se está demostrado que esos comportamientos se pueden dar.

P. ¿Existe mucha diferencia entre jugar a un videojuego violento y ver una película o leer un libro sobre crímenes?

R. Son actividades distintas. Quizás los problemas éticos que tiene el videojuego son los valores negativos que a veces potencian y la capacidad de adicción. Esta es una capacidad muy fuerte, porque el juego produce adrenalina, provoca que quieras ganar y que vuelvas a intentarlo. Estás totalmente enganchado.

P. ¿Se debería regular más el contenido de los videojuegos?

R. Teóricamente está regulado. Hay una ley que obliga poner en todos los videojuegos la edad aconsejada. Pero en la práctica, lo compra quien lo compra. En la caja pone «este juego es para mayores de 18 años» pero luego puede comprarlo cualquiera o lo compra el padre y pone al niño a jugar. Los autores del cuaderno constatan que eso sucede, que la gente no hace caso de estas restricciones.

 

Manuel Silvestre tiene 36 años y los videojuegos son una de sus aficiones favoritas desde que era niño. Es, como él mismo dice, un gamer. Silvestre apunta que ahora le dedica unas ocho horas a la semana, pero remarca que con anterioridad la cifra ha ascendido hasta las 30 horas semanales.

Indica que prefiere los juegos multijugador masivos con tintes de rol medieval. «Yo no juego nunca solo, siempre quedo con amigos para jugar, prefiero jugar online por la interacción con otras personas. También en el juego conoces más gente y haces amistades», señala.

Sobre la polémica de ciertos juegos por su agresividad o la confusión con la realidad,  Manuel apunta tenerlo muy claro: «Yo estoy interpretando un personaje en un mundo fantástico. Si alguna persona tiene dificultades para diferenciar la realidad de la fantasía pues sí que puede tener algún problema».