Colalucci: de la Capilla Sixtina a San Nicolás

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Esperanza Luque- María Lahoz / 2º y 1º Periodismo

Después de tres años de intenso trabajo, los frescos de la iglesia de San Nicolás recuperaban todo su esplendor en su inauguración oficial en el mes de febrero. Meses antes, llegaba a Valencia como asesor de las obras, el reconocido restaurador de la Capilla Sixtina Gianluigi Colalucci.
El italiano alabó la labor realizada por el equipo de restauración encabezado por la catedrática e investigadora del Instituto de Restauración del Patrimonio de la Universitat Politècnica de València, Pilar Roig, y el arquitecto Carlos Campos. “Antes de la restauración era imposible ver prácticamente nada; el trabajo realizado hasta hoy ha puesto al descubierto una riqueza cromática exquisita. Estoy convencido de que esta iglesia va a ser mucho más visitada después de este proyecto”, señaló Colalucci.
En total, se han restaurado 1.904 metros cuadrados de superficie pictórica, en la Capilla Sixtina fueron 800 metros cuadrados. Junto a las pinturas de la nave, se han restaurado las capillas, las fachadas y las vidrieras del templo.
El proceso ha sido recogido en una exposición, “Restauración de San Nicolás”, una muestra gráfica que recopila la evolución de los trabajos desarrollados en esta intervención y que estará abierta hasta el mes de junio.

IMG-20160221-WA0004Ingreso como Académico
Gianluigi Colalucci se diplomó en el Instituto Central de Restauración de Roma en 1953 y, desde entonces, ha trabajado en numerosas obras. Destaca su cargo como jefe de restauración de los frescos de la Capilla Sixtina, labor que duró desde el año 1980 hasta 1994. El restaurador italiano aprovechó su estancia en la ciudad con motivo de su ingreso como Academico Correspondiente en Roma de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, para supervisar las obras de la parroquia de San Nicolás y recordar su experiencia en la restauración de la Capilla Sixitina: “Hubo algunas dificultades al empezar, algunas polémicas, pero al final todos apreciaron la restauración”. Para Gianluiggi Colalucci, ese encargo supuso un antes y un después en su vida profesional: “Estar 14 años en contacto con la pintura de Miguel Ángel es algo que no pasa siempre y te cambia la vida”.

Su trabajo se convierte en su pasión y según manifiestó eso es lo que hace que salga bien, aunque también matizó la necesidad de una máxima concentración. “Del proceso de restauración me gusta todo, es un conjunto que no se puede separar. La limpieza es la más importante porque es un trabajo crítico, luego está el retoque, que es divertido también, pero no es como la limpieza, que es irreversible”, señaló Colalucci.
Según señaló el experto, toda la pintura de Miguel Ángel en la Sixtina, está pensada, atentamente calibrada “como una arquitectura” a partir de la elección preestablecida de los colores entre aquellos capaces de no alterarse por la técnica del fresco.
Aunque no son de Miguel Ángel, los frescos barrocos pintados por Dionís Vidal y Antonio Palomino en la iglesia de San Nicolás, tras todo el trabajo realizado, lucen “realmente hermosos”, según Colalucci. La restauración de 4,7 millones de euros ha sido sufragada por la Fundación Hortensia Herrero.