Catalán: “Ruskin es digno de respeto por la nobleza de su espíritu”

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Redacción

El profesor del Departamento Ciencias Políticas, Ética y Sociología Miguel Catalán, publica una selección y traducción de textos sobre imitación y verdad del sociólogo y esteta inglés John Ruskin.

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Portada de la publicación

Pregunta. Cuando otros escritores utilizaban los términos pensar y concebir, Ruskin recurría a la terminología visual. Observar para entender, observar para comprender, observar para actuar en consecuencia… ¿Cree que se está perdiendo la observación en un mundo como el actual donde todo va muy deprisa?

Respuesta. John Ruskin, que era también un gran dibujante, fue en efecto un devoto de la mirada. Observar con detenimiento un objeto bello, fuera un árbol de sombra o las montañas de los Alpes, que lo fascinaron ya de muy joven, le producía un sentimiento cercano a la experiencia mística. Además de un reformador social filantrópico, Ruskin fue un adelantado del movimiento ecologista: denunció ya en el siglo XIX la polución atmosférica, el afeamiento del paisaje, el empobrecimiento de la experiencia de la naturaleza. Ruskin acierta con frecuencia en sus juicios, pero aun cuando se equivoca es digno de amor y respeto por la nobleza de su espíritu y la belleza de su prosa.

P. ¿Qué pensaba Ruskin acerca de la verdad y la imitación?

R. Ruskin es un pensador puritano. Crear una pieza de auténtico arte es para él un modo de expresar la fidelidad a Dios y el amor a su obra. De ahí que concibiera el arte como la forma religiosa de sentir la naturaleza. Esa religión de la belleza descarta la falsía, porque lo bello se halla sometido a la primacía de lo verdadero. La que denomina Ruskin “imitación” es no sólo intelectualmente falsa porque comete un acto de traición a la verdad (treachery), sino estéticamente inferior: baja, barata (al modo de la baratija respecto a la joya auténtica), y engañosa en un sentido moral de truco o triquiñuela. Ruskin entiende por arte de imitación en sentido negativo un campo que estaría cubierto tanto por la tendencia hiperrealista como por la técnica ilusionista del trompe l’oeil o trampantojo, y en general por todo parecido excesivo que lleve a engañar a los sentidos del espectador, de forma que éste crea que el objeto representado está en la representación o es la representación.

P. Las palabras verdad y mentira aparecen en sus obras. ¿Algún motivo en especial?

R. Es mi tema de estudio, y esta edición de Ruskin forma parte del mismo. Mi trabajo de investigación es un tratado sobre el engaño llamado Seudología del que se han publicado hasta ahora cuatro volúmenes.

P. ¿Cree que nos movemos en un mundo donde muy poco es verdad y gran parte falsas apariencias?

R. Sí, claro; pero también disponemos de instrumentos para descubrir las falsas apariencias.

P. ¿Futuros proyectos en mente?

R. He terminado los volúmenes quinto y sexto de Seudología, que en primavera publicarán las editoriales Siruela y Verbum. Estoy escribiendo el séptimo, que es el primero dedicado a la mentira política. Se ocupa de los fundamentos del engaño en la esfera política. Al mismo tiempo, me encuentro revisando los tomos publicados hasta ahora. Así que no me falta trabajo.

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