Clec Fashion Festival 2023: Una pasarela cargada de denuncia, simbolismo y responsabilidad medioambiental

0
290

Una opinión de Paula Hernández y Diego González / Imágenes: Paula Hernández

La cuarta edición del Clec Fashion Festival ha llegado a su fin. Sin embargo, los looks y el mensaje de denuncia de la emergencia climática permanecerán en nuestra memoria por mucho más tiempo.

Aunque los colores que han protagonizado la pasarela estos dos días han sido el azul y el blanco, como el dress code indicaba, muchos han sido los diseñadores que se han atrevido con una gama cromática más llamativa. En la pasarela ha aterrizado un plateado al más puro estilo intergaláctico, un rojo vivo como carmín y un amarillo ocre reminiscente de las dunas del desierto del Sahara. Unos colores que recuerdan a las llamas que abrasan cada vez más frecuentemente nuestros bosques y paisajes naturales.

Algunas de las tendencias que han incendiado las redes este año también se han dejado ver en la pasarela del Clec. Desde los bolsos transparentes de Coperni, hasta los lazos maxi a la más pura estética coquette o ballet core. Y, como no, también ha habido varios guiños a la defensa de la libertad sexual, mediante la aparición en prendas de la bandera trans o el arcoíris que representa la bandera LGTBIQ+.

Pero los diseñadores de esta edición no se han conformado con aspirar a la simple belleza superficial. El Clec Fashion Festival se ha visto desbordado de simbolismo, sobre todo de la mano de los diseñadores noveles. Así, el hilo conductor que ha unido casi todas las colecciones presentadas a lo largo de estas dos jornadas ha sido la ausencia de calzado. Las modelos caminaban descalzas, con una sola bota o con las piernas fundadas únicamente en unas medias transparentes. Esta decisión puede representar a una generalización de nuevos artistas capaces de comulgar con la naturaleza, eliminando así el elemento artificial que nos impide entrar en contacto con la tierra por la que todos caminamos.

La ausencia de calzado parece ser una de las razones por las que, a diferencia de la edición pasada, no ha habido tropiezos ni caídas. Esto viene precedido por un año donde las marcas se han visto sometidas a una avalancha de críticas por un tallaje incorrecto que hacía a las modelos más veteranas tropezar y caer directas al suelo, como fue el caso de la Top Model Kristen McMenamy en el desfile de Valentino.

Así, las corbatas se han anudado en los tobillos, en una imagen evocadora de los grilletes que portan los prisioneros. También han hecho su aparición por la pasarela las flores artificiales, que los modelos sostenían en una mano o cargaban entrelazadas en prendas y accesorios. Este símbolo de una naturaleza muerta y artificial plantea un paralelismo perfecto con el mensaje que el filósofo francés, Gilles Lipovetsky, ha tatuado en los asistentes que se han sentado a escuchar sus palabras: “la moda no solo es frivolidad y hedonismo”. Como una de las industrias más contaminantes a nivel mundial, estamos en un momento de la historia donde la responsabilidad medioambiental es exigible.

También hemos visto desfilar en repetidas ocasiones a modelos unidas por el codo, fundidos sus brazos dentro de las telas. Un mensaje que no pasa desapercibido en el contexto actual, donde tenemos dos grandes frentes humanitarios demandando nuestra atención: uno en el norte de Europa y el otro en Asia Occidental. Reminiscente de este último conflicto bélico han sido los balaclavas que representan la prenda con la que los militares desplegados en el conflicto palestino-israelí cubren sus rostros.

Las modelos plus size han brillado por su ausencia. Después del desalentador panorama que nos han dejado las fashion weeks de las capitales mundiales de la moda (París, Milán, Londres y Nueva York), con solo un 0.9% de representación total de tallas superiores a la US 14 o UK 18, parece que la moda inclusiva fue tan solo eso, la moda. Así lo contaba hoy Lipovetsky: “Hoy en día está de moda hablar del ‘fat is beautiful’, pero jamás habíamos visto tantos regímenes y tanta presión para ir al gimnasio”. La realidad es que la sociedad continúa exigiendo la perfección de los cuerpos, pues la mayoría siguen sin sentirse cómodas y representadas abrazando las arrugas, los michelines o lo que les hace “diferentes”.