Max Verstppen, tricampeón del mundo en el GP de Qatar con los McLaren en el podio

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Un análisis de Javier Cuñat / Imágenes: F1

El Mundial de Formula 1 volvía a Qatar tras el año 2021 donde vimos a Fernando Alonso en el podio subido en su Alpine tras siete años de sequía. El fin de semana volvía a ser de doble trabajo para los equipos ya que se repetía el formato Sprint, es decir, dos clasificaciones y dos carreras. En la clasificación del viernes, que contaba para la carrera del domingo, la organización se dejó mostrar las vergüenzas de su pésimo sistema de sanciones por límites de pista. Fue vergonzante que tras conocerse la pole de Max Verstappen y la segunda posición de George Russell, el provisional tercer clasificado, Oscar Piastri, hiciera la entrevista post clasificación y se tomara la foto junto a sus dos rivales para que instantes después se notificara que su vuelta más rápida quedaba anulada por límites de pista y le retrasara hasta la sexta plaza. En su lugar, Lewis Hamilton saldría tercero y Fernando Alonso cuarto. En cambio, Carlos Sainz no hizo buena calificación y saldría décimo segundo.

Ahí no quedó la cosa porque, Pirelli, el suministrador de neumáticos de la Formula 1, analizó los neumáticos de todos los equipos tras las sesiones del viernes y observó que estaban destrozados por dentro. Las capas internas que forman la goma estaban descompuestas y rotas en fibras de caucho, lo que suponía un peligro real en la pista. Estas debilidades del neumático vienen dadas por un objeto llamado piano estilo Mugello ya que se introdujo en ese circuito. Esos pianos son de más de 5 centímetros de altura, lo suficiente para ocasionar este problema en un circuito recién remodelado y diseñado únicamente para la MotoGP. Las obras costaron 450 millones de dólares, y para ser un circuito que tiene contrato con la F1 hasta 2032, quizás se deberían replantear lo de correr en Losail, Qatar. Pese a ello, aún quedaba toda la jornada de sábado, y la primera medida fue rehacer los límites de pista en las curvas 12 y 13. Se pintó parte del exterior de esta sucesión de curvas para que los pilotos no cogiesen el monstruoso piano que a más de uno le ocasionó problemas. Es decir, la parte del asfalto se redujo, y para acostumbrarse a ese microsector, la F1 se inventó una sesión de familiarización antes de la clasificación de la carrera Sprint.

En la clasificación Sprint todo fue distinto ya que Oscar Piastri y Lando Norris ocuparon la primera línea, Max Verstappen saldría tercero y Carlos Sainz mejoraría su registro para salir quinto. La carrera Sprint fue a 19 vueltas, pero, del total se pudieron competir solamente seis ya que hubo lluvia de coches de seguridad. Hubo tres, ya sea por un error yendo solo de Logan Sargeant o el accidente entre Esteban Ocon y Sergio Pérez que llevó a ambos a retirarse antes de cruzar la bandera de cuadros. Los tres primeros no se movieron del podio salvo que Norris fue adelantado por Verstappen y Oscar Pistri consiguió los ocho puntos por ganar. Con los siete puntos conseguidos por Max Verstappen, el piloto holandés volvía a proclamarse campeón del mundo por tercera vez consecutiva, pero lo hizo un sábado, no el domingo. Estrenó el registro de ganar un mundial en una carrera Sprint. Lewis Hamilton, que salía decimo tercero, consiguió remontar hasta la quinta posición, Carlos Sainz acabó sexto y Fernando Alonso, que salía noveno, avanzó una posición. Volviendo al tema Pirelli, una vez acabaron las 19 vueltas, la marca anunció una medida que podría hacer la carrera muy interesante a nivel estratégico: no se podrán dar más de 18 vueltas con un juego de neumáticos. Daba igual si era blando, medio o duro, el límite eran 18 giros, incluyendo si montabas un juego usado en carrera, es decir, si utilizabas neumáticos que montaste en los Libres 1 de cuatro vueltas, solo podías dar catorce más, si no, bandera negra y descalificado.

En las horas previas a la carrera se respiraba un aire de incertidumbre, nadie sabía cómo evolucionaría la carrera ya que, sí o sí, todos los coches debían hacer tres paradas en boxes como mínimo. Se hacía alusión al Gran Premio de EE. UU. del año 2005 donde la inseguridad de los neumáticos Michelin a causa de varios reventones durante los entrenamientos propició el abandono de casi todos los equipos. No corrieron, hicieron la vuelta de formación y antes de llegar a los cajones de salida, todos los equipos que montaban la goma Michelin se metieron en boxes y se retiraron. Solo quedaron los tres equipos que usaban el neumático Bridgestone. Un escándalo que la audiencia se temía que volviera a repetirse. Aunque no abandonaron todos, hay un piloto que ni siquiera pudo comenzar la carrera, y ese fue Carlos Sainz. Todo a punta a que por la agresividad de los pianos que provocan grandes vibraciones en el monoplaza, el sistema de gasolina de su Ferrari tenía varias fugas irreparables en un tiempo tan limitado.

Pese a que la carrera prometía, lo cierto es que fue otra procesión salvo algún que otro rifirrafe de Fernando Alonso y los momentos en los que luchó estratégicamente por llegar al podio. La carrera arrancó con otro coche de seguridad ya que Hamilton se chocó con su compañero de equipo en la primera curva. George Russell se vio retrasado a la última posición, pero el gran ritmo de su Mercedes la llevó a ser cuarto al final de la prueba. Sí, fue una verdadera prueba, y muy dura para los pilotos, casi de supervivencia. En primer lugar, Logan Sargeant, piloto de Williams, abandonó antes de terminar porque se encontraba mal, Esteban Ocon reportó por radio que vomitó en la vuelta 15, Lance Stroll y Alexander Albon fueron al centro médico nada más acabar por signos de deshidratación y fatiga. El podio conformado por Verstappen, Piastri y Norris terminó exhausto, optando por tumbarse en la sala prepodio para retomar el aliento. Durante la carrera Lando Norris se abría unos centímetros la visera para que le entrara aire, George Russell sacando las manos por fuera del cockpit a más de 300 km/h para refrigerarse las manos, y un sinfín de situaciones que no mostraron las cámaras de la retransmisión.

Sin duda el GP de Qatar se debería repensar, tanto su formato como su circuito. O se adapta para un Fórmula 1 o los equipos se verán obligados a ejercer presión. O se toman medidas o la Fórmula 1 se verá obligada a rescindir un contrato de muy larga duración, pero, cuando entra el factor económico, el factor humano se relega a un segundo plano.