Informa Laura Fargueta / Imágenes: Carlos Ruíz B.k.
Para Ayanta Barilli la escritura es inseparable de la experiencia personal. Lo confirma con su nueva novela, Si no amaneciera, en la que narra la relación de un padre y una hija: cien años de historia recordados en veinticuatro horas. Una novela en la que aúna el amor por su padre, sus raíces italianas y la pasión por la danza y el cine. Barilli cuenta con tan solo tres novelas publicadas, pero se ha convertido en una de las escritoras más reconocidas del ámbito nacional. Actriz, guionista y periodista, publicó su primera novela en 2017, Un mar violeta oscuro, con la que se alzó como finalista en la edición del Premio Planeta del siguiente año. Hija del recientemente fallecido Fernando Sánchez Dragó, ahora se enfrenta a la promoción de su cuarta novela.
Ayanta, ¿de dónde surge la necesidad de escribir esta novela tan íntima y personal?
Surge del miedo a que muriera mi padre. Empecé a escribirla hace cuatro años. Poco a poco fue brotando esta historia. La base era, precisamente, conjurar mis propios temores a través de la literatura y construir con ellos una historia.
¿Tiene más de autobiografía que de ficción?
Es una novela completamente de ficción. Es la historia de un zapatero que perfecciona las zapatillas de punta del ballet clásico y de una hija que es una bailarina, que no tiene nada que ver con mi propia realidad. Lo que sí tiene que ver es el desbarajuste emocional que te puede atacar en un momento dado en la vida, cuando ves que la vida de tu padre está llegando, poco a poco, a su fin.
De la narración de ‘Si no amaneciera’ destacan las descripciones trazadas con un lenguaje audiovisual. Usted habla de planos escorzo, de proyectores, cámaras y planos cenitales. ¿Hasta qué punto le han marcado sus años en el mundo del cine?
Mucho. Es un lenguaje que conozco. También he trabajado como guionista junto a Gonzalo Suárez durante un tiempo. He leído muchos guiones y es un lenguaje que me gusta mucho, porque es muy sencillo y visual. A mí lo que me apetecía era reelaborarlo para convertirlo en literatura y aprovechar la circunstancia de que el personaje del padre está en las últimas veinticuatro horas de su vida. Rememora toda su existencia y, por tanto, tiene la impresión de caer en una película, por lo que he podido utilizar este lenguaje que me ayudaba a utilizar la tercera persona y salir de la primera.
Otro aspecto que destaca en su libro es la construcción de los espacios narrativos: la casa de la Huerta, esa casa familiar que actúa como una especie de almacén de recuerdos. ¿Concibe usted la escritura como un almacén de recuerdos?
Completamente. Es algo que me interesa mucho, porque es como si uno tuviera, volviendo al tema cinematográfico, una cámara metida en la cabeza. Estamos todo el rato proyectando dentro de nosotros esos recuerdos, incluso viviendo el presente y lo que cada uno tiene que hacer cada día. Esa casa es una casa habitada por recuerdos, como lo son todas las casas que tienen historia, todas las casas familiares que, en cuanto uno cruza el umbral, puede verse en diferentes planos temporales: en el pasado, en el presente y en un posible futuro.
«sí tiene que ver CON QUE MUESTRA el desbarajuste emocional que te puede atacar en un momento dado en la vida, cuando ves que la vida de tu padre está llegando, poco a poco, a su fin»
El cuento de ‘Las zapatillas rojas’ es muy importante para Anita, la protagonista. ¿Por qué este cuento? ¿Tiene un valor especial en su vida?
Es un cuento de Andersen que leí muchísimas veces cuando era pequeña y que me daba miedo, porque es un cuento bastante oscuro. Con el tiempo empecé a visualizarlo de una forma más luminosa y me enamoré de ese objeto mágico que son las zapatillas rojas que, al calzárselas, uno no puede dejar de bailar, de vivir, que es lo mismo. Es lo que le sucede a Anita, la protagonista de esta historia.
Usted se define como una lectora voraz. ¿Cuáles han sido sus principales referentes literarios?
Eso depende de las etapas que uno va pasando. He leído muchos clásicos, pero siempre mezclándolos con las novedades de ahora, y así sigo. Voy barajando una cosa con la otra, y eso te da un panorama cenital de lo que se ha hecho, lo que se está haciendo, y hasta qué punto cada escritor recoge el testigo del anterior, y va siguiendo y trazando un camino, que es el de la historia de la literatura.
Ha publicado tres novelas hasta el momento: ‘Un mar violeta oscuro’, ‘Una mujer y dos gatos’ y ‘Si no amaneciera’. ¿Alguna de ellas es predilecta?
No tengo predilecta. Sí que te puedo decir que no volvería a leer ninguna de las tres, porque las tres son un camino arduo y ya están ahí, en manos de los lectores. Las tres tienen sentido por sí mismas, pero también tienen sentido como trinidad, porque es una conversación conmigo misma y con quién me lea.
¿Qué le empujó a escribir su primera novela, ‘Un mar violeta oscuro’, con la que consiguió alzarse como finalista del Premio Planeta de 2018?
Una investigación familiar: reconstruí la historia de mi bisabuela, de mi abuela y de mi madre para entenderlas y conocerlas, y para saber quién era yo. En ese aspecto, es una novela completamente autobiográfica.
¿Todas las novelas tienen algo personal?
Estoy segura de ello, pero no conocemos íntimamente a todos los escritores. Por fortuna, porque a los escritores es mucho mejor no conocerlos, es mejor leerlos. Está todo trufado de apuntes autobiográficos, pero amasados de tal manera que se convierten en una ficción que, al final, son irreconocibles.
«estar tan en contacto con el amor y con el dolor y con todo lo que conlleva un proceso de duelo es algo que nos hace mejores»
En el plano un poco más personal, ¿cómo describiría a Ayanta Barilli?
Como una escritora, una persona que está todo el rato inventando historias en la cabeza. A eso me dedico todo el día, incluso cuando parece que estoy seriamente escuchando.
¿Y a su padre?
A mi padre, lo describiría como alguien muy complejo. Una persona cordial, obsesionada con el saber, con ampliar sus conocimientos y, desde luego, con una inteligencia privilegiada.
La coincidencia de la publicación de su novela con un momento tan duro como el que ha vivido, ¿le ha servido como catalizador del dolor?
No tengo todavía la perspectiva para saberlo con certeza. Sé que no tenía otra opción, pero no por obligaciones editoriales, sino por obligaciones morales conmigo y hacia mi propio padre. Sé que él, en mi lugar, habría hecho lo mismo: es decir, continuar con la publicación de la novela.
Y, ¿cómo ha conseguido sobrellevar la promoción de la novela?
Estoy en un estado de ánimo muy cambiante y me siento muy cansada y, al mismo tiempo, muy sensible. Esto es bueno porque, en todo caso, estar tan en contacto con el amor y con el dolor y con todo lo que conlleva un proceso de duelo es algo que nos hace mejores. Asumo este proceso como algo que tengo que pasar y que está bien así.
Para finalizar, ¿qué tiene planeado hacer cuando acabe con la promoción de ‘Si no amaneciera?
Seguiré trabajando en la radio, que es a lo que me dedico, e intentaré reordenar un poco mi vida, porque en el último mes se ha puesto todo un poco patas arriba, así que tengo que reflexionar y pensar qué quiero hacer.