‘Rehana’: gritar cuando nadie escucha

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Opinión de Laura Fargueta / Imágenes: Cinema Jove

Rehana es un honesto retrato de lo que supone ser víctima de abusos sexuales en Bangladesh en un contexto universitario. La última película del director bangladesí Abdullah Mohammad Saad golpea al espectador por su dosis de realismo que esquiva el melodrama y es efectiva, precisamente, por la sinceridad con la que está escrita.

La historia cuenta el día a día de una profesora adjunta de la facultad de medicina, Rehana, que lucha por mantener el equilibrio entre el trabajo y la familia. La protagonista compagina su trabajo en la universidad con su papel de madre soltera, mientras se enfrenta a unos problemas que amenazan con desbordarla, tanto familiares como laborales.

Una noche es testigo de cómo una estudiante sale llorando del despacho de un director y profundamente impactada por este suceso, la vida de Rehana comienza a descontrolarse justo cuando recibe una queja de la escuela por el comportamiento inusual de su hija de seis años. Como consecuencia de ambos hechos, Rehana lo pondrá todo en juego con el objetivo de encontrar justicia para la estudiante y para su hija.

Aunque el filme no destaca por su originalidad ya que trata una cuestión, los abusos sexuales, que ha sido abordado infinidad de veces en el cine, sorprende la precisión de su guion. Ninguna frase tiene pérdida, cada diálogo contiene una crítica, en ocasiones directa y en ocasiones sutil dándole a la historia una dirección clara y un ritmo ágil que no decae en ningún punto y se mantiene gracias a su protagonista.

El personaje de Rehana destaca por su fuerte personalidad, la constancia y la asertividad con la que afronta los problemas ya que en ella recae casi todo el peso de la película. Es un personaje redondo, tan bien construido que inevitablemente atrae la atención del espectador y domina la pantalla.

Por el contrario, el principal pero que se le puede poner a la historia sea su fotografía puesto que todo el metraje está teñido de una tonalidad azulada que, si bien se utiliza con el propósito de intensificar la tensión y la angustia, falla en su efectividad resultando visualmente monótona. De la misma forma, casi todos los planos están grabados cámara en mano, con lo que se muestra una imagen inestable y temblorosa que, una vez más, pretende incrementar la tensión, pero que se queda a medio camino ya que en algunas escenas es un recurso efectivo mientras que, en otros, su abuso provoca el agotamiento del espectador.

Estamos ante una película que, sin duda, vale la pena ver ya que nos abre los ojos frente a una realidad que a menudo pasa desapercibida: la impunidad de los agresores como consecuencia de la hipocresía de una sociedad que silencia a quien se atreve a hablar.