El escritor venezolano y Alumni CEU Karl Krispin presenta su nueva novela ‘Ve a comprar cigarrillos y desaparece’

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Karl Krispin nueva novela

Informa Ana Sofía Pérez / Imágenes: Archivo

El Alumni CEU, escritor de diversas novelas y, actualmente profesor de Historia en la Universidad Metropolitana de Venezuela, Karl Krispin, ha publicado recientemente en Editorial Hypermedia su nueva obra titulada ‘Ve a comprar cigarrillos y desaparece’. Una historia que tiene como telón de fondo la crisis actual de Venezuela pero que, sin embargo, lo que mueve a los protagonistas de la historia es el problema interno entre “estar y no estar”. Krispin, durante su estancia en la Fundación CEU tuvo la oportunidad de rodearse de una élite intelectual donde se incluye al filosofo, Manuel Mindán, cuyo personaje fue exalumno de Ortega y Gasset.

¿Cómo surgió la idea de su último libro y qué le inspiró a hacerla?

No creo que exista la inspiración, respeto ese término y a veces lo califico como una condición biorrítmica especial. Desde muy niño supe que quería ser escritor. Pero, antes de ser escritor uno es lector. Esa condición jamás la pierde uno. Desde los once hasta los veintisiete años escribí mucha poesía, pero me di cuenta de aquello que decía Herder, “la poesía es la lengua materna de la humanidad” y me sentí más cómodo escribiendo prosa. Destruí todo lo que había hecho y me aseguré de que no quedara ni una línea para ser revisada en el futuro. De ahí, escribí mi primera novela y ya voy por la cuarta publicada por el editorial hispano estadounidense, Hypermedia. Las novelas las escribo sobre las cosas que me voy dando cuenta que debo escribir, un poco sobre las obsesiones internas. La conexión con la escritura tiene que surgir del mundo interno del escritor que es lo que definitivamente da la guía para poder escribir. En principio escribimos para nosotros mismos, es decir, los que hacemos literatura como un arte y no como entretenimiento no pensamos en el lector. Trato de poner en orden mis ideas, determinar lo que siento que debo escribir y lo publico.

Díganos tres palabras que le definan como escritor y ¿por qué?

Lector, disciplinado y trabajador. Uno tiene que trabajar todos los días porque a uno se le ocurren muchas cosas y hay que ponerlas sobre el papel, entonces la disciplina es algo que tiene que estar allí. La lectoría es inevitable porque digamos que la única fuente en la que uno pueda alimentar sus conocimientos es la lectura. El trabajo de un escritor al igual que un artista es completamente solitario.

¿Qué se esconde detrás de la frase ve a comprar cigarrillos y desaparece?

Más allá de las circunstancias anecdóticas, lo que ha representado históricamente la frase, la escogí porque me da la impresión de que hace definir un destino y de alguna u otra forma el problema de los destinos y de estar en un sitio o no, me importo mucho a la hora de hacer esta novela. Esta frase establece que hay alguna decisión que tenemos que tomar para continuar, seguir estancados o ir más allá.

Es venezolano y reside actualmente en Caracas. En este sentido, para nadie es un secreto que la mayoría de los caraqueños consideran que viven en “la ciudad de la eterna primavera que pasó a ser la ciudad de la angustia indetenible” como dice María Silvia en la historia. Pero, ¿cómo ve Karl Krispin está ciudad?

Vi una película de Fernando Venturini llamada el zoológico del año 1991 en Venezuela. Es una serie de entrevistas a ciertos artistas y se ve como, incluso desde el año 1991, la gente hablaba de crisis y angustias. Eso ha sido una constante en Caracas. No es nuevo que se vea a esta ciudad como una megalópolis latinoamericana. No obstante, también tenemos la situación económica y, sobre todo, la desafortunada y catastrófica situación política que hemos venido sufriendo con este gobierno, sobre el cual no voy a perder el tiempo hablando por razones mínimas de profilaxis. Pero, aun así, la ciudad de Caracas es maravillosa y puede dar sorpresas. He vivido muchas veces en el exterior y he estado en contacto con diversas culturas, pero la gente más interesante que he conocido es de aquí. Caracas tiene un universo de posibilidades y yo pertenezco al grupo que defiende a la ciudad.

Karl Krispin nueva novelaMaría Silvia siempre juzgaba a Esteban como alguien que carecía de la idea de que otro mundo es posible, sin embargo, vemos que esta mujer tenía un odio hacia su propio país y creía que jamás sería feliz ahí. ¿Por qué entonces justamente este lugar no podría ser mejor?

Hay muchos venezolanos que no se sienten a gusto viviendo en este país y es absolutamente comprensible. Ahora bien, cuando nosotros hablamos de felicidad el cual es un tema tan viejo como el hombre; los presocráticos, los históricos, la filosofía medieval y la moderna se han ocupado de la felicidad y a mi me da la impresión de que la felicidad a veces podría ser como decía aquel filosofo griego, Epicteto, que no esta en el exterior y se consigue dentro de ti. Esto también me hace recordar a la frase de una de las más tremendas novelas que se han escrito en la humanidad; Guerra y Paz de Tolstoi la cual dice “para ser feliz en esta vida hay que creer en la posibilidad de ser feliz”. Probablemente María Silvia no tiene esas internas para creer en la posibilidad de ser feliz en Caracas, razón por la cual se inventó un país al que busca y que está por fuera de ella, para así confirmar que su felicidad es un elemento más exógeno que endógeno.

Durante la historia, se puede sentir mucha nostalgia sobre todo en los personajes de Estaban y María Silvia. Realmente no sé si ese era el objetivo, sin embargo, me gustaría que nos compartiera su concepto de nostalgia.

Creo que la nostalgia puede ser un concepto engañoso, en el sentido de que cuando se tiene nostalgia por alguna época pasada o por algo que hemos dejado en el pretérito, conservamos una idea bastante recreada de lo que eso fue. Justamente Álvaro Mutis que ha escrito sobre eso y dice “cuantas épocas de nuestras vidas las recordamos con muchísima dicha y cuando realmente vamos a lo que fueron los mejores momentos ha habido una recreación en nuestra psique”. Yo creo que, quedarnos en el pasado nos invita siempre a estar en una situación estacionaria. La vida es un constante cambio y si bien la nostalgia puede ser una base para recordar, también puede ser un argumento para ir hacia adelante, para seguir construyendo cosas.

Lo interesante de este libro es que plasma otro tipo de realidad. Más allá de que en una crisis como la que se vive en Venezuela, donde no hay gasolina y los precios son una locura es ver cómo este tipo de problemas desencadenan a otros como lo es el divorcio, en este caso el de María Silvia y Esteban. Teniendo esto en cuenta ¿Consideras que los venezolanos y el resto del mundo tienen esto presente?

Obviamente los venezolanos tienen una gran nostalgia de su país. La migración no es fácil. Los inmigrantes buscan unos signos de identificación en un sitio ajeno. Ahora bien, cuando hablas de realidad podemos decir que la literatura si bien parte de una realidad no imita la realidad, es decir, la literatura parodia la realidad. Siempre tengo la impresión de que los escritores debemos ser testigos de nuestros tiempos. En ese sentido, uno debe escribir en el tiempo en el que le ha tocado vivir y por eso no soy muy amigo de la novela histórica.

Todas las fotografías capturadas por fenómenos artísticos como lo fue Robert Capa siempre dejan esa sensación de “qué habrá sido de esa persona…” o “qué habría pasado luego…”. En este sentido, ¿cree que pasa lo mismo con las historias que escritores como usted hacen? ¿Considera que los lectores sienten esa incógnita o ese deseo de más?

Creo que hay un elemento que siempre tiene que contar en toda la lectura; la imaginación del lector. El mismo, pone parte de su propia contribución a la resolución de la trama. La ventaja que tienen los finales no conclusivos es que le permiten construir una hipótesis de lo que, probablemente, terminó sucediendo. El lector sigue viviendo con la historia en su mente porque el narrador no le ha terminado de otorgar las claves suficientes para que él asuma un racionalismo de cómo termina la historia. Sobre Capa, sus fotografías son tremendamente sugerentes y, precisamente, la fotografía que menciono en la novela deja muchas incógnitas y deseo de saber más.

En esta novela personajes como Agatha representan el erotismo. Ahora bien, sabemos que vivimos en un mundo donde la sociedad quiere juzgar todo lo que sea “diferente”. ¿Cree que el erotismo está mal visto en la literatura?

No, todo lo contrario. El erotismo es un elemento extraordinario para la creación artística. Una cosa es el erotismo y otra cosa es la pornografía, son completamente diferentes. El arte debe de seducir de alguna forma u otra. Creo que Eros juega un papel tremendo y Agatha es una seductora lúdica porque además pone a prueba al personaje. Puede que exista un trío que está atrapado entre Eros y el conocimiento en medio de la resolución de una trama y una situación histórica completamente desbordante para ver qué sucedía y salía de todo eso.

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Mientras leí la novela recordé que, en el cine, se le llama “atrezzo” a ese objeto con el que el actor o actriz interactúa en primer plano. Este supone un mensaje con un gran significado. Teniendo esto en cuenta ¿considera que ese “atrezzo” sean las numerosas cartas qué hay entre los personajes principales de la historia?

El tema de las cartas me parece muy interesante. La escritura de una carta hace que el mensaje drene todo lo que tenga que decir la persona, que no se guarde absolutamente nada de lo que está pensando y, en ese sentido, se puede lograr desde el punto de vista narrativo una mayor riqueza entre los personajes. Al diálogo directo yo le temo un poco porque me parece que es someter al personaje a una instantaneidad de la cual no sé cómo saldrán librados, en cambio las cartas permiten mucho más.

 A pesar de que haya sido usted el escritor de la historia, ¿no cree que siempre el autor aprende de sus personajes? ¿Qué fue lo que más aprendió de esta historia y de cada uno de sus personajes?

Hay una de las pocas frases que me han interesado de Francisco Herrera Luque, quien pretendía ser historiador a través de la literatura y creo que esas cosas no se consiguen. La frase decía “el autor no se hace responsable de las opiniones emitidas de sus personajes”. Obviamente, los personajes -en ese sentido- son bastante autónomos. Cuando un narrador crea a un personaje (cada uno tiene un narrador detrás) tiene que respetar. Muchas personas dicen “este personaje se parece mucho a ti”, pero la verdad es que tal vez existan unas huellas dactilares. Cada uno de esos personajes son muy distintos a su narrador porque sino sería una galería de seres idénticos. Es difícil meterse en la piel de una mujer, es decir, esa especie de travestismo literario no es fácil y, en este caso en la piel de María Silvia.

Finalmente, en el libro ‘Los cínicos no sirven para este oficio’, el escritor polaco Ryszard Kapuściński tildó de “incapaces” a quienes se leen sus libros en menos de dos días. Este hombre creía que el tiempo es uno de los factores más importantes para que una lectura llegue a nuestra alma. ¿Considera lo mismo que Kapuściński? 

No considero lo mismo. Cada uno lee a su manera. Cuando un libro te atrapa es lo mejor que te puede pasar en la vida, ya que te quieres quedar dentro del libro y hay algunos que terminas muy rápido ya que no puedes dejar de leerlos. A mí me paso algo con Kapuściński precisamente. Hace como dos años me compré su libro ‘Viajes con Heródoto’ y otros cuantos más. Me los leí todos, pero después de un tiempo los leí una vez más. Cuando se da esa segunda lectura más intima con el autor, revisas aquellas cosas que pasaste por alto la primera vez. Ortega y Gasset en su libro sobre el amor dice que “el enamoramiento es una etapa de invisibilidad transitoria y que lo que pasa luego es el amor”. Cuando uno se lee de forma rápida un libro, solo se está enamorado, pero cuando lo vuelves a leer, llegas al amor absoluto.