Rosario Raro: “Una buena literatura lo tiene que ser independientemente de si está considerada literatura femenina o masculina”

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Informa: Marta Casasús / Imágenes: Editorial Planeta

La escritora valenciana y profesora de la Universidad Jaume I, Rosario Raro, ha publicado en editorial Planeta su nueva novela ‘El cielo sobre Canfranc’. Una historia con la que vuelve al Pirineo aragonés, después de publicar su ‘Volver a Canfranc’, en la que narra la historia de un amor imposible entre un paracaidista alemán y una joven del pueblo que trabaja para la Resistencia. Realidad y ficción se vuelven a dar la mano en esta nueva obra de Raro donde Canfranc vuelve a brillar con luz propia como la “Casablanca del Pirineo”.  

Tras lograr quince ediciones de ‘Volver a Canfranc’ publica nueva obra ‘El cielo sobre Canfrac’ donde el Pirineo aragonés adquiere protagonismo. Una nueva historia que se mueve entre la realidad, la historia y la ficción. ¿Cómo surgió la idea? ¿Estamos ante la segunda parte de ‘Volver a Canfranc’?

‘Volver a Canfrac’ la publiqué en 2015 y, siete años después, en época de pandemia, sentí la necesidad de volver a escribir una novela sobre Canfrac. De esa manera, tuve la mente ocupada durante el confinamiento. La idea fue tras plantearme dónde me gustaría haber estado en ese confinamiento y la respuesta era el Pirineo. Es una historia autocompulsiva que tiene un principio y un fin y que no exige haberse leído ‘Volver a Canfrac’ para comprenderla.

La historia la enmarca en el último periodo del nazismo con el fin de la guerra y relata la historia de la estación de Canfranc, en el Pirineo Alto de Aragón, y la ruta que pasa por Lisboa para llegar a América, destino de muchos exiliados. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación para crear la historia?

Como bien has dicho, Canfranc era la gran esperanza para muchos perseguidos por el régimen nazi, judíos, sobre todo, pero no solo ellos ya que era la última etapa de su odisea y la primera de la libertad que ansiaban hasta llegar a Lisboa y dirigirse a América. El proceso de documentación es una de las partes que más me gusta, junto a la parte creativa, y quizás, la que menos es la corrección, pero es la más necesaria. Al ser ficción muchas veces he tenido que leer artículos, incluso el BOE de 1944; pero también he visto muchos documentales, incluso películas ambientadas en la época para visualizar el atrezzo. Tengo comprobado que cuanto más me documento, más rápido escribo.

‘El cielo sobre Canfranc’ cuenta la apasionada historia de amor, en tiempos de guerra, entre dos jóvenes que pertenecen a bandos diferentes y superan las adversidades. ¿Qué significado tiene para usted el amor de Valentina y Franz?

Valentina es una chica de Canfrac que un día tropieza con Franz, un paracaidista alemán del ejército nazi que acaba de descender al bosque por el que ella se mueve y, ahí, empieza su historia de amor. De todas mis novelas, esta es la única donde la historia de amor ocupa el lugar central. En ella, además, hay un componente de morbo, ya que ella sabe que se está jugando la vida, pero siente amor hacia él en una atracción que puede resultar peligrosa. Valentina piensa que Franz es lo mejor que le ha pasado en la vida, en cambio, su padre la quería casar con un buen hombre porque tiene mucho honor y autoridad, por lo que vive este amor en la sombra.

“Nunca me he sentido tratada diferente a mis compañeros hombres, y la prueba está en que a ellos también les ha pasado lo mismo que a mí”

La novela no solo cuenta una historia de amor, también habla de solidaridad, y de otros aspectos de la condición humana como la ira o la corrupción, el afán de dominio, el abuso de poder e incluso la pederastia e injusticias sociales. ¿Ha querido realizar una crítica política y social en la novela?

Reflexiono sobre los paralelismos entre el pasado y el presente. Considero que a estas alturas del segundo milenio se cae en un abismo donde algunos comportamientos se repiten. También considero que tenemos que verlo con ojos actuales, aunque se haya avanzado mucho. Antes, las mujeres tenían esa imposibilidad de estudiar, ahora ya no es así.

Valentina es la protagonista, sueña con la posibilidad de estudiar Magisterio, colabora con la resistencia como correo y apoya a los evadidos. Hay muchos escritores que reflejan en sus personajes cualidades de ellos mismos. ¿Guarda algo de usted el personaje de Valentina?

Las novelas tienen mucha parte de nosotros mismos. Como hijos nuestros que son, aunque sean de papel, los escribimos a imagen y semejanza y, por eso, tienen nuestras virtudes y defectos reflejados. En el caso de Valentina, ella es la hija que me hubiera gustado tener, porque yo tengo dos hijos, pero no tengo chicas. Ella es intrépida, pero todo lo intrépida que se podía ser en 1944, no como ahora. Su sueño era ser maestra y yo soy profesora; pero claro, en mi caso lo he tenido mucho más fácil que las mujeres que tienen ahora 70, 80 y 90 años, algunas de ellas inteligentísimas, pero que no tuvieron las circunstancias a su favor. Ellas vivían para los demás, no podían realizar su propio proyecto vital.

Otro personaje relevante en la propia historia de la protagonista es su padre Goyo. Él se dedica a un lucrativo negocio, considerado por su hija como dinero sucio. En cambio, a él no le supone ningún problema moral. ¿Cómo surge Goyo en la historia?

Goyo es bastante poco escrupuloso. La chatarra que ha quedado de la Guerra Civil la vende para la Segunda Guerra Mundial y le da igual que sea a ingleses o a alemanes, solo le importa el dinero. Yo tuve un abuelo que se hizo de oro, así, y sí que me he basado de esa experiencia familiar para crear a este personaje. Al final, todos los personajes tienen algún rasgo que se vincula con el escritor.

Me molesta mucho cuando la gente dice que la juventud no lee o no está preparada”

Se ha fijado mucho en las mujeres de aquella época. En ese momento, existía una desigualdad social evidente y lo vemos en el caso de Valentina. ¿Cómo cree que ha evolucionado en los últimos años el personaje femenino en la literatura?

Creo que se ha equiparado el personaje femenino con el masculino y ha habido un boom de novelas protagonizadas por mujeres. En mi caso, protagonizada a medias. Ahora, están cayendo muchos prejuicios. A mí me han preguntado, muchas veces, sobre “literatura femenina” y he pensado, cómo es posible que exista ese concepto, sino existe el concepto “literatura masculina”. A quien piensa así se le considera un antiguo. Una buena literatura lo tiene que ser por otros aspectos, independientemente de si está considerado literatura femenina o masculina.

Usted, como mujer y escritora, ¿ha tenido un camino fácil?

Siempre he escrito, desde los siete años ya me encerraba en mi habitación, porque descubrí que era muy divertido. Fue a los quince años cuando empecé a presentarme a concursos, aunque después de treinta y cinco años ya no tiene tanto mérito. En la Editorial Planeta, con la que trabajo, siempre he tenido un trato muy bueno y lo sé también por compañeras. Todos nos sentimos arropados por igual. Pero es verdad que tuve un periodo malo, donde nadie me publicaba, aunque no por eso deje de escribir. Yo escribía para mí, porque me hacía sentir bien cuando no estaba en un buen día. Encontrar algo en la vida que produzca esa sensación es complicado. Nunca me he sentido tratada diferente a mis compañeros hombres, y la prueba está en que a ellos también les ha pasado lo mismo que a mí.

Con la experiencia personal que nos ha compartido, ¿qué le diría a alguien que quiera dedicarse a la escritura?

Mi consejo sería que para aprender a escribir hay que leer mucho. Hay que seguir la vocación, eso que para ti sea tu pasión, porque si nos dedicamos a ella, invertiremos más tiempo. Y por supuesto, dejar a un lado y olvidarnos de hacer la carrera que tienen más salida, y centrarnos en lo que he dicho.