Cierra el ciclo organizado por la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, la Real Hermandad del Santo Cáliz y la Soberana Orden Militar de Malta en Valencia, con la colaboración del Servicio de Pastoral de la CEU-UCH

A la izquierda, el padre Pérez Guarinos, junto a Eduardo Tejada, Francisco Javier Romero y Alfonso Merchante.

Desde su experiencia en la ayuda a los enfermos hospitalizados y la preparación espiritual de los moribundos, el padre Alfonso Pérez Guarinos, capellán de la Muy Venerable Orden Tercera de Penitencia de San Francisco y miembro de la Cofradía del Santo Cáliz de Valencia, ha impartido en el Palacio de Colomina la conferencia “Acompañamiento al enfermo”. Con su intervención se ha cerrado el ciclo organizado por la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, la Real Hermandad del Santo Cáliz y la Soberana Orden Militar de Malta en Valencia, que ha contado con la colaboración del Servicio de Pastoral de la CEU-UCH.
Para el capellán Pérez Guarinos, “en realidad, la enfermedad no existe, existen las personas enfermas: aunque los efectos de la enfermedad sean los mismos, la respuesta de cada enfermo a ellos es diferente, como diferente es cada persona, y debemos estar atentos a esas reacciones”. Junto a la atención individual, el ponente destacó la importancia del cuidado integral, frente a formas de acompañamiento excesivamente “fisicistas” o, por el contrario, de carácter “esperitualoide”: “No sólo hay que cuidar lo que se ve del enfermo, sino también lo que no se ve: hay que atender a su cuerpo, pero también a su espíritu”.
En esta labor de acompañamiento, el padre Pérez Guarinos destacó las dificultades que, en ocasiones, pueden encontrarse a la hora de “interpretar” lo que el enfermo nos pide: “A veces el enfermo pide cosas que interpretamos según nuestra experiencia, sin escuchar lo que nos dice; hay que salir de uno mismo e ir al encuentro del otro, que a veces lo único que necesita es sentirse escuchado y acompañado”.
“Para los cristianos, nuestro modelo de acompañamiento ha de ser Cristo, que también fue maestro en la atención a los enfermos”, afirmó el ponente. Los Evangelios recogen encuentros constantes de Jesús con enfermos, que alternaba también con tiempo para la oración y para la expansión: “No se puede estar permanentemente con el enfermo, hay que descansar: para acompañar hay que estar bien física y espiritualmente”.
Otra recomendación del conferenciante es la importancia de evitar los intentos de guiar o dirigir a los enfermos a nuestro cargo: “Hay que procurar que el enfermo viva el presente, el día a día, sin adelantar consecuencias futuras –que no sabemos si se producirán- y sin refugiarse en el pasado o en lo bien que estaban. Hay que vivir el presente, porque a Dios sólo lo podemos encontrar en el presente”. El ponente cerró su intervención insistiendo en la importancia de ayudar a los enfermos, especialmente a los crónicos y terminales, a ir superando las cinco fases propias de su proceso: el rechazo, la depresión, el pacto y la rebelión, hasta llegar, finalmente, a la aceptación.
Durante la conferencia, el ponente estuvo acompañado por Eduardo Tejada, de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, Francisco Javier Romero, vicerrector de la CEU-UCH, y Alfonso Merchante, de la Real Hermandad del Santo Cáliz.

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