Amadeo Carboni: «Firmé en una servilleta mi fichaje por el Valencia»

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Vicente Tafaner / 3º Periodismo

Amadeo Carboni (Arezzo, 1965) todavía respira fútbol por los cuatro costados. A pesar de vivir en Valencia muchos años, maneja un italiano-español personalísimo. Una amarilla le privó de la final de París y una mano suelta de Kahn le robó la gloria en Milán. En el Valencia C.F, el zaguero vivió una segunda juventud pese a llegar con la treintena ya cumplida. Rompió los pronósticos y logró poner punto y final a su carrera con 41 años, 1 mes y 10 días, delante de un estadio que lloró su adiós.
Hoy, la vida del “abuelo” ha cambiado. La cita es en un escenario diferente. Señor fuera y dentro del campo, el té verde y el agua los paga él. “Habéis venido vosotros hasta aquí. Yo ya he ganado bastante, ahora es vuestro turno”, impone para invitar. Su DNI asegura estar bajo el dintel de los cincuenta, aunque el pelo rizado, acompañado de una sonrisa que ni daña ni ofende, hace dudar. Mientras tanto, en el recuerdo, suena la megafonía de Mestalla: “¡Amb el 15 a l’esquena, Amadeo Carboni!”

Pregunta. Debutó en la élite del fútbol en septiembre de 1985 cuando, siendo jugador del Bari y con el Milán de rival, relevó a Losetto II en el minuto 80 de aquel partido. ¿Qué supone esto para Carboni?

Respuesta. Fue mi primer partido en la Serie A. Es imposible olvidarlo, porque el sueño de cualquier futbolista es llegar a la élite, jugar con la selección y más tarde, ganar títulos. En cualquier trabajo hay que tener ambición en algo y en ese momento, mi objetivo era llegar a lo más alto. Cuando salté al campo me sentí como cualquier chaval de 18 años, en las nubes.

P. De su paso por clubes como el Bari, la Sampdoria, el Parma o la Roma. ¿Con qué se queda?

R. Sampdoria y Roma han sido los dos grandes equipos italianos en los que he estado. En Génova pasé dos años fantásticos. Tengo grandes recuerdos porque aparte de que ganamos muchos partidos, fue el club con el que di el salto a la selección. En la capital de Italia fui capitán, compartí vestuario con grandes futbolistas y me sentí muy querido.

P. Y llega a Valencia en el año 1997. ¿Quién le trae hasta el club de Mestalla?

R. Yo nunca he tenido representante (risas). Me trajo el que era mánager de Roberto Baggio, que se llama Antonio Caliendo, un hombre que también trajo a Daniel Ortega. En ese momento, él me conocía y me preguntó: “¿Amadeo, por qué no te vienes a Valencia?”. Yo venía de superar una lesión muy importante, con un rotura en el talón de Aquiles, que me dejó sin Mundial y le aseguré que no estaba del todo preparado para ello. Él me insistió y al final, cuando llegó el presidente del Valencia, Paco Roig, junto a otro dirigente que era Jesús Barrachina, me acabaron convenciendo y firmé en una servilleta mi fichaje por el Valencia.

P. Con 32 años cambia de campeonato, se planta en Valencia, y debuta con dos expulsiones seguidas.

R. En el primer partido me expulsan ante el FC Barcelona en una jugada contra Figo, que ha sido siempre mi principal rival. Todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Yo creo que con el tiempo, empezar mal fue mi verdadera suerte. Siempre lo pienso, por mi carácter, que me ha dado más fuerza. Yo no soy una persona que le pasa algo malo y se hunde, soy completamente al revés. A mí me gusta luchar, pelear, cambiar los retos… y cambiar el reto de mi entrada en Valencia fue mi gran éxito.

P. Hablemos de la primera final de Champions con el Valencia, ¿qué supuso para usted no estar en la final?

R. Recuerdo que no estuve en esa final por una segunda amarilla que vi en Barcelona. Un linier de los que arbitraba, era italiano, y le di pena cuando fui amonestado. Así me lo hizo saber al finalizar el partido, además me aseguró que no la merecía y que no sabía por qué me la había sacado el colegiado. Pero bueno, en ese momento, lo que piensas con 36 años es “¿Cuándo volveré a jugar una final de la Champions League?” El destino, por suerte, quiso darnos otra oportunidad y disfrutamos mucho, pese a no levantar el título en ninguna de las dos.

P. Al año siguiente regresan a la última fase y llega la tanda de penaltis. ¿Cómo fue el antes y el después en la vida de Carboni tras el lanzamiento de aquel penalti en Milán?

R. En ese momento, se te cae el mundo porque yo estaba convencido de que íbamos a ganar. La derrota no era una posibilidad que se me pasara por la cabeza, entonces cuando se pierde por penaltis, habiendo tenido ocasiones durante los noventa minutos para rematar el partido, da rabia. Cuando fallé, pensé no solo en mi error, sino también en el dolor que di a mucha gente. Es el peor augurio que le puede pasar a una persona. Sentir el dolor de todos. Yo sentí el de todos los valencianos.

P. Más tarde ganan varias ligas, una UEFA y en todas las competiciones usted siempre era titular. ¿Cómo lo consigue?

R. Reconozco que era una persona muy competitiva. Lo era y esto es una marca importante a la hora de jugar en un gran equipo. Ser competitivo te permite siempre estar a la altura contra cualquiera. Yo puedo destacar de mí que era muy difícil superarme, no solo por habilidad técnica y rapidez, sino también porque me gustaba leer la jugada antes. Esto siempre me ha llevado a ser eficiente en todos los años en los que he estado jugando al fútbol.

P. ¿Y cuándo empieza Carboni a verse fuera del Valencia y fuera del fútbol?

R. Con la llegada de Quique Sánchez Flores. Todo se resume así: el año que estaba Fabio Aurelio, un jugador buenísimo, él tenía características brasileñas. Era menos defensivo, mucho más técnico. Hubiera entendido cuando el míster hubiera preferido jugar al ataque, hubiera puesto a mi compañero y cuando hubiera querido jugar a defender, hubiera puesto a Carboni, pero claro, Moretti, jugaba como yo, entonces no se sabía por qué yo no jugaba nunca y siempre lo hacía él. Luego, más tarde, ya se supo, aunque nunca he llegado a entender su postura. Si era por los test físicos, Amadeo Carboni, hubiera continuado varios años más. Siempre estaba entre los cinco primeros, no era una cuestión de edad.

P. ¿Le quedó algo pendiente al Carboni futbolista antes de colgar las botas?

R. Obviamente, haber traído la Champions League a Valencia. Eso hubiera sido muy bonito. No a nivel personal, más bien a nivel grupal porque esta ciudad y este equipo creo que merecen tener en su vitrina un trofeo de ese calibre. También la afición, de la que tengo un gran recuerdo. En los entrenamientos, antes estaban todas las puertas abiertas, venía gran cantidad de gente a vernos y eso es lo que hace grande a un equipo.

P. Hablemos ahora del actual Carboni. ¿Qué funciones desempeña actualmente?

R. Tengo una empresa de eventos relacionados con el fútbol aunque soy autónomo, en el sentido de que no quiero tener jugadores, en absoluto. Yo pongo en contacto a los clubes. Ellos me llaman cuando quieren venir a España y quieren saber cosas sobre algún equipo o algún jugador. Mi intención es estar siempre ligado al fútbol.

P. ¿Piensa volver algún día al Valencia, ya sea como técnico o como director deportivo?

P. Aquí vivo y este ha sido mi último club. Me aprecia mucha gente, he vivido muy bien y trabajar en un club que te ha dejado algo tan grande, creo que es bueno. Claro que volvería, porque para mí sería una gran ilusión volver a trabajar para ellos.

P. Sobre el Valencia, ¿cómo lo ve de cara a esta temporada?

R. Sinceramente, después del pasado año, me esperaba algo más a nivel de competitividad porque si nos fijamos en la anterior temporada como referencia, creía que esta iba a ser en la que tanto jugadores como entrenador iban a dar el salto definitivo. La gente piensa que el Madrid o el Barcelona son invencibles y que tienen más historia, pero yo pienso que no son más grandes que el Valencia como equipo. Por el momento, no está siendo así y está teniendo problemas para poder llegar a lo más alto. Creo que el principal problema en estos momentos es que la plantilla es bastante joven y todavía falta rodaje para que se entiendan bien.

P. ¿Volverán esos tiempos donde el Valencia era un equipo temible a nivel europeo y levantaba títulos de manera regular?

R. Hay que intentarlo. Se juega para esto. Para tener éxito. Una vez que has ganado y has vivido tantos momentos grandes, quieres que se vuelvan a repetir. El club no tiene que perder nunca la ambición. Volverán, yo estoy seguro. Yo quiero que el Valencia siga siendo uno de los grandes de Europa, que fuera fijo en Champions League para promocionar el escudo. Yo lo hacía orgulloso pese a ser italiano y creo que muchas veces, estaba mucho más emocionado de hacerlo que algún español que jugaba conmigo. El Valencia es un club muy grande y debe seguir siéndolo por muchos años más.