Una alumna del CEU viaja como voluntaria al campo de refugiados de Calais

0
1301

B. Martí-E.Luque / 2º Periodismo

Imagen: Blanca Martí

Ver para creer. 6.000 personas conviven en condiciones infrahumanas en el norte de Francia. Afganos, sirios, eritreos, iraquís, somalíes y guineanos llegan diariamente a ‘La Jungla’ (The Jungle), un campo de refugiados en el que “las condiciones en las que se vive son muy por debajo de las mínimas permitidas en situaciones de crisis humanitaria”, así lo señalaba un informe de Médicos del Mundo. Para la alumna de segundo de Periodismo de la CEU-UCH, Blanca Martí, ha sido una realidad vivida en primera persona.

“Hombres, mujeres y niños huérfanos trataban de alcanzar Inglaterra como tierra prometida y tan solo encontraban kilómetros de basura, enfermedades, hacinamiento y un sinfín de vallas de la vergüenza que les prohíben su entrada al Eurotunel”, señalaba la estudiante. La voluntaria estuvo durante dos semanas en dicho territorio, “un infierno”, como ella lo catalogó. “Anoche, tras conseguir cruzar las vallas, trató de saltar a un tren en marcha que le llevaría hasta territorio inglés. Anoche ese tren acabó con la vida de mi amigo”. Eso es lo que le contaba Hawker, un joven iraquí, a Blanca, mientras ambos permanecían sentados en tierra mojada. Consternada por lo visto y vivido, la joven estudiante recordaba como cada noche decenas de personas refugiadas trataban de conseguir huir de allí, “cada noche se jugaban la vida tratando de vivir, cada noche Calais les arrebataba un trocito de sus vidas que la crueldad humana les ha obligado de manera tan bursca a dejar atrás”.

Para hacer frente a esta situación, cientos de voluntarios y voluntarias la mayoría de nacionalidad francesa e inglesa, viajan hasta Calais eventualmente tratando de mejorar, en la medida de lo posible, la vida de estas personas. “Comida, sanidad e higiene, esos son los tres objetivos que el Gobierno francés ha olvidado y que por lo tanto, éstos tan sólo se prestan por parte de la solidaridad de la ciudadanía”, señalaba Blanca. Decidida a actuar, así es como la joven estudiante de la CEU-UCH emprendió un viaje hacia los campos de refugiados. Junto a ella, un grupo reducido de voluntarios de una plataforma ciudadana alicantina (RAFAR). Organizados con pocas pertenencias pero con muchas ganas, días antes de su partida la estudiante de Periodismo hizo una llamamiento a sus amigos y compañeros para recolectar alimentos que se llevaría hasta las zonas afectadas. “La ciudadanía española ha sido muy generosa, la gente se ha volcado en la medida de lo posible para ayudar”, remarcó Blanca Martí.

Labor en el terreno
“Ashram Kitchen es el lugar donde las diferencias se esfuman y parece que la realidad es más bonita por un momento”, señalaba Martí. Allí, voluntariado europeo y personas refugiadas cocinan diariamente desayunos y cenas que posteriormente serán servidos a todo estómago hambriento. “Abundaba el cous-cous, el arroz y las especias servidas con mucho amor y dosis de esperanza, al fin y al cabo, esa es la que les permitirá seguir adelante con el aroma y esencia de sus países”, señalaba la estudiante.

Según Blanca, también llegaban cada mañana en furgonetas, grandes donaciones de ropa de particulares, “iban al almacén donde trabajaban sin cesar centenares de manos voluntarias que decidieron prestar parte de su tiempo a cambiar esa dura realidad”. Cajas rebosantes de latas, pasta y comida infantil también llegaban desde los supermercados franceses, “cajas destinadas a alimentar a estas miles de personas del campo que dependen completamente de la solidaridad europea”.

La estudiante de la CEU-UCH, Blanca Martí, señaló su intención de partir de nuevo hacia los campos de refugiados. “Pude compartir mí día a día con personas que habían dejado atrás su vida y a las que el terrorismo les había arrebatado a sus familiares más cercanos, y aún así, seguían luchando. Seguían luchando al despertar, seguían luchando al acostarse y sobre todo, seguían luchando día a día tratando de gritar al mundo que ellos no se dan por vencidos, que la vida puede arrebatártelo todo pero jamás podrá acabar con tu dignidad”, sentenció la alumna.