Trabajar en un “fin de interés general” es un privilegio, porque es una manera de construir un mundo más humanitario y más justo. Pero, a la vez, es un compromiso con la transparencia, la honestidad y el rigor. Un privilegio y un compromiso que sienten en España las 256.867 personas que trabajan en una Fundación.
Los datos
Son fundaciones las organizaciones constituidas sin fin de lucro que, por voluntad de sus creadores, tienen afectado de modo duradero su patrimonio a la realización de fines de interés general.
(Ley 50/2002, de 26 de diciembre, de Fundaciones, Art.1)
· N.º de Fundaciones en España: 8.900
· Actividad económica: 8.000 millones de euros, equivalente a un 0,9% del PIB.
· N.º de empleados: 256.867 trabajadores
· Actividades principales: Sociales, educativas, medioambientales, investigadoras, culturales, asistenciales, cooperación al desarrollo …
Parecen una empresa, pero no lo son
Una Fundación puede parecer una empresa, porque ambas organizaciones administran recursos humanos y materiales con un determinado fin. La clave está en la carencia de fin lucrativo. Los titulares de una empresa invierten en un proyecto con la expectativa de rentabilizar al máximo su apuesta económica. Al final de cada ejercicio, el valor que se ha generado se traduce en beneficios económicos – en las coyunturas favorables – o en pérdidas – en las desfavorables-.
Las Fundaciones no participan de esa lógica, porque persiguen fines de interés general y ninguna actividad puede desviarse de esa finalidad. En las Fundaciones no existe un propietario que retira sus beneficios al final de cada ejercicio. Lo que sucede al final de cada ejercicio es que el excedente se reinvierte, automáticamente, en su objetivo fundacional.
Las Fundaciones no tienen un fin lucrativo, no existe un propietario que retira sus beneficios al final de cada ejercicio
Parecen un organismo público, pero no lo son
Las Fundaciones no pertenecen al sector público puesto que responden a iniciativas particulares. El Estado las autoriza cuando se constituyen y las tutela al final de cada ejercicio, auditando sus cuentas para comprobar que todo el rendimiento de su actividad ha sido destinado a su misión fundacional. El organismo que realiza esta tarea es el Protectorado de Fundaciones.
Las Fundaciones pertenecen al llamado “Tercer sector” donde comparten espacio con todas las asociaciones y organizaciones que carecen de ánimo de lucro.
Económicamente son completamente autónomas y no reciben ningún tipo de financiación por parte del Estado. Como si se tratara de un ciudadano más, la Administración prevé incentivos fiscales para las Fundaciones, en determinadas circunstancias.
El privilegio de servir
Una Fundación es un impulso de generosidad. Surgen porque alguien ve un problema en su entorno y a partir de ahí moviliza recursos propios o ajenos para resolverlo.
(Javier Nadal, presidente de la Asociación Española de Fundaciones)
Los promotores de una Fundación pueden tener orígenes muy diversos. Pueden estar vinculados a una empresa. Algunas marcas refuerzan su posicionamiento y prestan un valioso servicio a la sociedad con el voluntariado de sus trabajadores. En otras ocasiones, la Fundación está directamente vinculada a la figura de un empresario.
En otros casos, la vinculación responde a cuestiones religiosas, por ejemplo las Fundaciones de la Iglesia católica. También existen Fundaciones que han sido promovidas por un partido político o un sindicato.
En la mayoría de los casos, un grupo de personas generosas, y anónimas, sienten que son capaces de contribuir al progreso con sus recursos y su esfuerzo.
Una fundación es un impulso de generosidad. Surgen porque alguien ve un problema y moviliza recursos para resolverlo
El compromiso
En toda fundación deberá existir, con la denominación de Patronato, un órgano de gobierno y representación de la misma, que adoptará sus acuerdos por mayoría en los términos establecidos en los Estatutos.
Corresponde al Patronato cumplir los fines fundacionales y administrar con diligencia los bienes y derechos que integran el patrimonio de la fundación, manteniendo el rendimiento y utilidad de los mismos.
(Ley 50/2002, de 26 de diciembre, de Fundaciones, Art.14)
Los Patronos son los garantes de que la misión fundacional se mantiene vigente y responden ante el Protectorado de las vicisitudes de la Fundación. Pero el compromiso atañe a todos los integrantes, sean voluntarios o personal contratado.
Administrar los recursos con rigor, avanzar en la transparencia y en el buen gobierno, buscar de forma permanente el cumplimiento de los objetivos que la originaron, generar nuevas oportunidades, son compromisos ineludibles.
La Fundación Universitaria San Pablo CEU
La Ley de Fundaciones define en su Artículo 3 qué considera fines de interés general e incluye los fines educativos entre ellos. A continuación, añade “la finalidad fundacional debe beneficiar a colectividades genéricas de personas”.
Seguramente los fundadores del CEU allá por 1933, nunca soñaron abarcar un colectivo tan grande de personas.
Cumplimos los mismos requisitos que las universidades públicas españolas, pero no estamos financiadas a través de Presupuestos Generales del Estado
“Las fundaciones se rigen por la voluntad del fundador, por sus Estatutos y, en todo caso, por la Ley”
(Ley 50/2002, de 26 de diciembre, de Fundaciones, Art.2).
En nuestro caso el fundador es la Asociación Católica de Propagandistas. El primer presidente de esa Asociación fue el Padre Ángel Herrera Oria (Santander, 19 de diciembre de 1886-Madrid, 28 de julio de 1968) que da nombre a nuestra Universidad.
Aquel grupo de católicos, presididos por Ángel Herrera, iniciaron un proyecto que hoy tiene unas dimensiones que, quizá, ni siquiera soñaron.
Hoy la Fundación Universitaria San Pablo CEU es la titular de la marca CEU, que ofrece formación para todas las edades en once provincias españolas.
El CEU en Valencia nació de la voluntad de un grupo de personas que tuvieron que pedir prestado un lugar para dar clase a un grupo de estudiantes de COU en el curso 1971-72. Al cierre de cada ejercicio, desde hace más de cuatro décadas, los gestores del CEU deciden cómo los excedentes conseguidos pueden mejorar la formación de sus estudiantes.
Académicamente, cumplimos los mismos requisitos que las universidades públicas españolas, pero a diferencia de ellas no estamos financiadas a través de Presupuestos Generales del Estado.
La comunidad CEU entiende que es un privilegio contribuir al progreso de las personas, y por ende de la sociedad, a través de la educación. Esa es su vocación.
El CEU dispone de la experiencia, la capacidad y la voluntad de “proporcionar a sus alumnos una íntegra formación humana, inspirada en la doctrina de la Iglesia católica, para fomentar en ellos la entrega a la construcción de una sociedad más justa y más fraterna, mediante el servicio al bien común”, según consta en el acta fundacional.