La búsqueda de mercados internacionales tiene antecedentes muy lejanos y muy exitosos en la Comunidad Valenciana. Benidorm en los años sesenta sorprendió a los europeos, que ya conocían las naranjas valencianas, y desde hacía décadas las sedas que viajaban hasta China. Recientemente el calzado de la Comunidad Valenciana lidera el ranking de las exportaciones a mercados tan competitivos como los norteamericanos.

Puede parecer un proceso fácil, que solo necesita un buen producto que vender y ciertas dosis de valentía. Pero la internacionalización es un proceso muy exigente para una empresa. Consumidores con hábitos de compra desconocidos, legislaciones diferentes, la fortaleza de la competencia local, la inestabilidad política…, por no hablar de las diferencias culturales más elementales, son algunos de los riesgos de la internacionalización.

Sin embargo, la mayor dificultad de esta estrategia no es la cultura del nuevo mercado, sino la cultura de la propia organización. La internacionalización es una estrategia de crecimiento que solo triunfa si está respaldada por un cambio cultural previo. ¿Quién puede atender a los nuevos clientes en su idioma, si nuestro equipo no tiene esa competencia? ¿Tendrá el equipo de diseño la sensibilidad suficiente para revisar la simbología de los colores en ese nuevo país? ¿Pensará el Departamento de Comunicación en traducir correctamente las instrucciones de uso del producto? ¿Tendrá nuestra centralita telefónica un mensaje adecuado para atender los diferentes husos horarios?

Pueden parecer asuntos menores, y lo son si los comparamos con el esfuerzo financiero, productivo o tecnológico que la empresa necesita abordar para culminar con éxito su internacionalización. Pero cualquiera de esos detalles, menores, pueden arruinar todos los esfuerzos previos.

Se trata de interiorizar otro escenario, otra ruta de pensamiento, otro entorno. Y eso es difícil cuando el escenario está a muchos kilómetros de distancia, la ruta tiene indicaciones desconocidas y el entorno ya no es tan acogedor como nuestro mercado local.

Ya lo dijo Peter Drucker: “la cultura se come a la estrategia al desayuno”. Es decir, la organización sigue en su zona de confort a la hora del almuerzo.

La internacionalización exige – sine qua non – un cambio cultural. Y los cambios culturales son procesos lentos, en los que sólo los líderes eficaces consiguen persistir. Y, además, son procesos tensionados, en los que cada una de las personas de la organización tiene que vencer su natural resistencia al cambio.

La CEU UCH, primera universidad española en obtener certificado de internacionalización de la ECA

La Universidad CEU Cardenal Herrera lleva mas de una década en este proceso. Sorteando obstáculos, cometiendo errores, titubeando a cada paso. Pero, sin perder la línea trazada, hemos llegado a la meta. El Consorcio Europeo para la Acreditación en la Educación Superior (ECA) ha evaluado y acreditado favorablemente la internacionalización de la Universidad. De toda la Universidad, no de un solo programa. Así, nos hemos convertido en la primera universidad española en conseguirlo.

El examen evaluaba cinco parámetros. Tres de ellos han obtenido la máxima calificación Excelente – Planes, Implantación y Gobernanza -. Esa calificación se obtiene cuando el parámetro analizado “supera de manera sistemática y sustancial la calidad genérica y se convierte en ejemplo internacional de este estándar”. Los otros parámetros – Objetivos y Mejora – han sido evaluados con un Bueno, que significa que “el programa claramente va más allá del nivel aceptable de logro en todo el espectro del estándar”

El mérito no es de los equipos de gestión de la universidad; es de sus estudiantes internacionales que, con integración en nuestros campus, nos han ido señalando el camino.

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