¿Estoy obligado a ser feliz? ¿Soy el/la único/a al/la que le pasan cosas no muy buenas en la vida, que me abruman, y por eso lo tengo que esconder o avergonzarme?

Es inherente al ser humano querer ser feliz, y de ahí se desprende que la sociedad está focalizada en el bienestar, a veces equivocado, con la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Ese enfoque, que nos lleva a perseguir la felicidad por obligación, y no por elección, se ha fortalecido y difundido en los últimos tiempos a través de las redes sociales.

Hace unos años, a una persona famosa por su alta exposición en los medios de comunicación, era muy difícil verla deprimida, desaliñada o fracasada. Por consiguiente, creíamos que alguien famoso, rico y exitoso siempre era feliz.

Ni todo es de color rosa ni es una vergüenza verse afectado, e incluso superado, por ciertos acontecimientos’

María Dolores Temprado. Dra. en Psicología. Profesora en los Grados de Ciencias de la Salud de la Universidad CEU Cardenal Herrera en Castellón

En los últimos tiempos, además, el surgimiento y proliferación de las redes sociales nos hicieron creer que no solo los famosos eran siempre felices, sino también todo el mundo, ya que los perfiles estaban cargados de gente guapa, sonriente y viviendo experiencias muy atractivas.

Este modo erróneo de entender la felicidad se multiplica cuando mezclamos en la coctelera otros ingredientes que forman parte de nuestra realidad actual, como la inmediatez, la cultura del no esfuerzo y un pensamiento positivo mal entendido, con lemas del tipo “tienes que ver la parte positiva de las cosas” o “cómo ser feliz en 10 pasos”. El resultado deriva en felicidad frustrada, más que lograda.

La realidad de los datos sobre salud mental de la Organización Mundial de la Salud lo evidencia. Cada vez nos sentimos peor y, paradójicamente, a causa de la presión de la excelencia que impone esta sociedad, también nos sentimos culpables por estar mal y lo intentamos esconder a toda costa, por lo que todo empeora.

Pero es que la vida real no es así. La vida es una sucesión de eventos, algunos no muy positivos que nos pueden causan sufrimiento. Y esta concepción errónea de bienestar se está viendo modificada por un movimiento muy novedoso liderado por famosos de diferentes ámbitos que están visualizando los problemas de salud mental que presentan o por los que han transitado. El mensaje es rotundo: ni todo es de color rosa ni es una vergüenza verse afectado, e incluso superado, por ciertos acontecimientos.

‘Si aplicamos bien el término resiliencia, comprenderemos que el bienestar o la felicidad está en aceptar y permitir las adversidades’.

El valor de la resiliencia

Y aquí encaja a la perfección la palabra resiliencia que, por usar tanto, corremos el riesgo de vaciar de sentido. Es esa capacidad de aprender, de transformarnos, de reconstruirnos cuando superamos situaciones complicadas en nuestra vida. Para llegar a tal resultado, hemos tenido que conectar con el dolor, pasar por momentos que nos abruman, que nos ponen al límite y que pueden requerir de ayuda de profesionales. Y al final de todo ese proceso de aprendizaje se produce un cambio muy profundo en nosotros, entendemos el sentido de esa experiencia y por eso la aceptamos y respetamos.

Como decía el psicólogo Tal David Ben-Shahar, «el sufrimiento profundo, indecible, bien puede ser llamado bautismo, regeneración, iniciación a una nueva condición». Así que, si aplicamos bien el término resiliencia y entendemos bien la psicología positiva, comprenderemos que el bienestar o la felicidad no está en resistir o disimular las adversidades. Muy al contrario, está en aceptarlas y permitirlas.

Al final, se trata de ir superando exámenes que la vida nos ofrece y nos dan la opción de evolucionar. Y, por último, nunca debemos olvidar que la relación con otras personas les puede erigir en tutores de la resiliencia, despertando en nosotros herramientas interiores para sacar muy buena nota en esos aprendizajes.

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