Inmaculada Carmona, de la Asociación de Epilepsia de la Comunidad Valenciana (ALCE), ha impartido a los estudiantes de los Grados de Educación Infantil y Primaria de la UCH CEU, un Programa de sensibilización y formación orientado a Centros educativos

Lejos de lo que pudiera parecer, la prevalencia de la epilepsia en España es bastante elevada: la padecen unas 700.000 personas en nuestro país, con cerca de 20.000 nuevos diagnósticos al año; se calcula que, en el mundo, la cifra es superior a los 70 millones de individuos. Son datos proporcionados por Inmaculada Carmona (Graduada en Psicología, Máster en Psicología General Sanitaria y Máster en Neuropsicología), que ha impartido a alumnos de Educación infantil y Primaria de la CEU UCH, un Programa desarrollado por la Asociación de Epilepsia de la Comunidad Valenciana (ALCE) y avalado por el Hospital La Fe de Valencia.

Teniendo en cuenta estas cifras, así como el hecho de que frecuentemente la epilepsia debuta en edad escolar, a través de este Programa de sensibilización educativa se pretende:

  1. Por un lado, capacitar al profesorado y futuros docentes en el manejo de esta patología: aprender a identificar y reconocer sus diversas manifestaciones, cómo actuar ante una crisis y cómo hacer frente a las posibles consecuencias cognitivas y emocionales que, con alta probabilidad, acompañan a la enfermedad.
  2. Por otra parte, promover la inclusión social, eliminar prejuicios y romper con la estigmatización asociada a esta condición neurológica.

A lo largo de la sesión se ha incidido en ideas y conceptos básicos como: las falsas creencias que rodean al trastorno, la importancia de la detección temprana, los tipos de epilepsia más frecuentes en infancia y adolescencia, qué es y qué no es una urgencia, cómo se puede presentar una crisis, qué es la medicación de rescate, etc.

El abordaje de la epilepsia va más allá de lo estrictamente médico o farmacológico y las personas afectadas tienen también distintas necesidades ante la enfermedad:

a) Que su contexto sea conocedor de la patología, del proceso personal y familiar por el que se transcurre hasta aceptar la enfermedad y de las consecuencias que ésta puede tener en su aprendizaje.

b) Los hábitos de vida que les resultan favorables, así como los posibles factores de riesgo que pueden precipitar nuevas crisis. En este sentido, los docentes y profesionales vinculados con el entorno escolar constituyen una población muy relevante a la hora de dar la respuesta psicopedagógica más adecuada para cada situación.

El diagnóstico precoz, el seguimiento de la enfermedad una vez identificada, la aceptación del entorno, las adaptaciones pedagógicas si se precisaran, etc., constituyen áreas relevantes en las que se puede ayudar considerablemente desde el entorno educativo.

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