Este ha sido uno de los mensajes que Juan Corona, director del Instituto de la Empresa familiar, ha trasladado a los alumnos de ADE y Derecho de la Universidad CEU Cardenal Herrera en su conferencia «El dilema de la empresa familiar»

En el contexto de la empresa familiar, ¿qué va primero, la familia o la empresa?. Corona ha tratado de responder a esta aparente disyuntiva irreconciliable a los alumnos de los Grados de Derecho y ADE que abarrotaban el Aula Magna de la CEU UCH. La conferencia ha estado presidida por el rector, Higinio Marín Pedreño, acompañado del profesor Remigio Beneyto Berenguer que presentó al ponente.

Juan Corona es Catedrático de Economía aplicada y Rector Honorario de la Universidad Abat Oliva (CEU) en Barcelona. Ha trabajado para el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, la Unión Europea y el Tribunal de Cuentas Europeo, así como para gobiernos de numerosos países en los cinco continentes. Su actividad docente e investigadora ha sido abundante en universidades españolas y extranjeras. En la actualidad es presidente de la Fundación Excelencia y de la Fundación de Estudios Norteamericanos, así como autor de 57 libros.

Familia / Empresa. ¿Dónde está el dilema?

En España existen más de un millón de empresas familiares, lo que supone un 89% del tejido empresarial nacional. Se trata de más de siete millones de personas trabajando en el sector, que realizan una contribución muy relevante en nuestro país desde el punto de vista económico y social. De ahí la necesidad y el deber por parte del Estado de proteger y poner en valor su actividad. A lo largo de su intervención, Corona ha realizado una comparativa entre los valores y características de la «familia» y los de la «empresa», que se rigen por criterios diferentes: la empresa está principalmente basada y orientada a los resultados económicos y la familia tiene como vocación natural el afecto y las relaciones entre sus miembros.

Pero entonces, ¿dónde está el dilema?. El ponente ha explicado que el dilema surge ante los múltiples conflictos que aparecen cuando no se saben diferenciar sus dos ámbitos naturales respectivos: la empresa no debería lidiar con los problemas familiares y viceversa. Ha recomendado por tanto aprender a separar las dos esferas, para que la empresa funcione según sus «leyes», sin que la familia sea un obstáculo para su buena gestión. En cambio, también ha manifestado que, un adecuado trasvase de los valores familiares a la empresa, puede resultar muy beneficioso: aprender a tratar a las personas como el verdadero centro y motor de la actividad empresarial; el compromiso con las nuevas generaciones, con el empleo, con el territorio, con la sostenibilidad y con la sociedad, entre otros efectos positivos.

Es decir, los valores familiares introducidos en las empresas pueden contribuir a que otros objetivos y perspectivas humano-sociales presidan su manera de trabajar, sin interferir en lo que se refiere al buen funcionamiento de las compañías.

Precisamente en esta línea el Instituto de la Empresa Familiar (IEF) ha celebrado recientemente el XXVI Congreso Nacional de la Empresa Familiar bajo el título «La fuerza de las personas» presidido por Su Majestad el Rey Felipe VI, que les dirigió estas palabras:

«Rindo homenaje a las empresas familiares porque sois un pulmón económico y contribuís a la vertebración del país. Detrás de cada uno de vosotros hay muchas personas que dan sentido a vuestro proyecto»

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