Las niñas y las adolescentes presentan con más frecuencia el tipo de TDAH caracterizado por el déficit de atención. Y en la mayoría de los casos, están infradiagnosticadas o el diagnóstico es más tardío. Nos lo cuenta en este artículo la psicóloga y profesora de Magisterio del CEU de Castellón Francisca Castellano.

El trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos infantiles más comunes, que se caracteriza por la presencia de tres síntomas principales: falta de atención, hiperactividad e impulsividad. Se pueden diferenciar tres tipos: presentación con falta de atención, presentación hiperactiva/impulsiva y presentación combinada (presencia de los tres síntomas).

La tasa de prevalencia se sitúa entre un 3-7 % de la población infantil y es más frecuente en los niños. Sin embargo, sus síntomas son más acusados en las niñas.

El TDAH presenta un patrón conductual que va variando en las distintas fases del desarrollo, de manera que los síntomas de hiperactividad generalmente suelen disminuir con el paso del tiempo, mientras que los síntomas de falta de atención son más estables y pueden perdurar hasta la edad adulta.

La evidencia científica sugiere que tanto los niños como las niñas con este trastorno experimentan un deterioro generalizado a lo largo de su vida que, asociado con el TDAH, parece volverse más pronunciado en las niñas durante la adolescencia.

Relativamente pocos estudios han priorizado el examen de las diferencias de género en el TDAH; sin embargo, estas pueden tener implicaciones importantes para la identificación y el tratamiento adecuado del trastorno, especialmente en las niñas.

‘Padres y maestros son claves en el proceso de detección y diagnóstico temprano para que la intervención se pueda realizar lo antes posible desde los ámbitos sanitario y educativo’

Dra. Francisca Castellano. Psicóloga, profesora de Magisterio de la Universidad CEU Cardenal Herrera, miembro del Grupo de Investigación TXP

Infradiagnóstico y diagnóstico tardío

Los datos aportados por los estudios científicos confirman que los síntomas de hiperactividad e impulsividad son más frecuentes en los niños y los adolescentes (suelen presentar con más frecuencia el tipo combinado), y esta situación puede acelerar la derivación a profesionales de la salud, así como un diagnóstico e intervención más tempranos. Por tanto, la evolución del trastorno suele ser más favorable, así como el pronóstico a largo plazo.

Las niñas y las adolescentes, sin embargo, presentan con más frecuencia el tipo caracterizado por el déficit de atención. En la mayoría de los casos, las niñas están infradiagnosticadas o el diagnóstico es más tardío y, además, tienen menor probabilidad de recibir cualquier tipo de intervención debido a que no presentan problemas de comportamiento.

También suelen presentar menos síntomas tempranos de TDAH, porque tienden a usar estrategias para compensarlos o quedan enmascarados por otros problemas emocionales, académicos o sociales.

Y, en otras ocasiones, los síntomas pueden surgir por primera vez o volverse más perjudiciales de forma tardía en la adolescencia.

‘Los maestros también son fundamentales en la detección y derivación de alumnas que presenten estas conductas al servicio de Orientación del centro educativo’

En este contexto, ¿qué podemos hacer para luchar contra este infradiagnóstico o diagnóstico tardío del TDAH en las niñas? 

Padres y maestros son claves en el proceso de detección y diagnóstico temprano para que la intervención se pueda realizar lo antes posible desde los ámbitos sanitario y educativo, y evitar un empeoramiento de los síntomas en la adolescencia y la aparición de otros trastornos psiquiátricos en la etapa adulta.

Es imprescindible que los padres observen, analicen y reaccionen ante determinados comportamientos que presenten sus hijas, como quedarse ensimismadas o perder cosas con frecuencia, no escuchar, no seguir las instrucciones, distraerse con estímulos irrelevantes, ser descuidadas en las tareas, no guardar el turno, interrumpir a los demás, mostrar dificultades en la interacción social o presentar baja autoestima. En este caso, deben acudir al especialista en pediatría para que realice una valoración e inicie el protocolo adecuado de derivación al servicio de neuropediatría.

Los maestros también son fundamentales en la detección y derivación de alumnas que presenten estas conductas al Servicio Especializado de Orientación del centro educativo, el encargado de iniciar el protocolo de derivación al especialista.

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