Regresaron hace pocos días, pero sus pensamientos continúan en Filipinas. Tanto es así, que ya están pensando en cómo recaudar fondos para la siguiente misión. Ayer, por ejemplo, recogieron un talón de cerca de mil euros de la mano de Asociación Cultural Colla Bacalao de Castellón, que ha decidido apoyar este emblemático proyecto humanitario.

Son el equipo Medipinas del CEU, integrado por diez estudiantes de Medicina (Marina Moreno, Marta Gimeno, Beatriz Noriega, Lucía Zumeta, Carolina Raga, Aína Sancho, Marta Gregori, Cristina de la Torre, Valentín Henarejos y Álvaro Ferragut); tres alumni (Marta Badenes, Andrea Nos y Carolina Ferrando) y la cirujano y profesora Belén Merck. Les han acompañado, además, una estudiante de Publicidad y Periodismo de la misma Universidad, Ángela Mostert, el médico Ricardo Ferragut y el médico residente Miguel Llop.

En su tercera expedición, el grupo de voluntarios ha viajado a Manila con las maletas llenas de material sanitario, medicinas y, sobre todo, muchas ganas de ayudar. Y parece que lo han vuelto a lograr.

A lo largo de dos intensas semanas, los médicos y futuros médicos han atendido a más de 2.000 personas sin recursos de este país asiático. La misión se ha desarrollado en dos frentes: Lagonoy, una zona rural y empobrecida del sur de Filipinas, y Manila. En ambos casos, el equipo ha trabajado en las clínicas de la orden de las Hermanas Siervas de María Ministras de los Enfermos y visitando los hogares de las personas que no podían desplazarse en los barrios más depauperados, los “barangay”.

Los integrantes de la misión han realizado visitas médicas a numerosos niños, adultos y ancianos con la tuberculosis como patología dominante. Además, y gracias a que este año el proyecto humanitario ha batido su récord de voluntarios, se ha podido dividir el trabajo y ayudar en más sitios, además de conocer otras realidades: ya sea visitando a niños sanos en barrios marginales para darles comida, ropa y juguetes; acompañando a los internos de un centro de paralíticos cerebrales abandonados por sus familias; o conociendo la realidad de numerosos centros sanitarios y hospitales, inaccesibles para gran parte de la población.

Esta impactante experiencia ha cambiado la vida de los futuros médicos que se están formando en el CEU. Unos jóvenes que han apostado sin fisuras por compartir sus conocimientos y habilidades con los menos afortunados. Prometen.

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