Estudiar Medicina y Derecho, y hacerlo además sabiendo compaginar el tiempo de estudio con las relaciones sociales y familiares, con los gustos y aficiones. Esta es la historia de María Beneyto Berenguer. Estudiante de la Universidad CEU Cardenal Herrera, nos habla de esfuerzo, compromiso, vocación, pero sobre todo de aquello que, por encima de todo, le ha movido a elegir formarse en dos titulaciones aparentemente muy distintas y, sin embargo, con un gran objetivo común: contribuir al bien común.
María, ¿qué te animó a estudiar Medicina y Derecho?
A mí siempre me ha gustado mucho aprender. Realicé el bachillerato científico porque la Biología y las Matemáticas me gustaban mucho; pero también disfrutaba mucho con historia o lenguas. Al acabar no tenía muy claro qué hacer. Sí que sabía que quería hacer algo que tuviera contacto con la gente y en lo que pudiera ayudar a la sociedad en algo, contribuir al bien común. Durante bastante tiempo pensé en combinar Biología o algo parecido y Derecho. Tenía claro que las ciencias me encantaban y que el cuerpo humano me llamaba la atención. Mi padre es abogado y siempre había visto lo mucho que se podía ayudar a la gente desde ahí y sabía que en otros países se estaban buscando perfiles parecidos (en cuanto a combinación de ambas cosas). En ese momento, no me planteaba Medicina porque el coste de un error me parecía demasiada responsabilidad. Sin embargo, al final me di cuenta que Medicina combinaba muchas de las cosas que me gustaban, con gran variedad de ciencias (biología, sobre todo, pero también parte de química, de física…) pero un perfil muy social, con muchísimas salidas (tanto clínica, como a nivel de investigación, universidad…) y en el que podías hacer mucho bien. Y vi también la parte bonita de la responsabilidad, en el sentido de que, aunque no puedas evitar que pasen cosas malas, también haces muchas buenas que mejoran la vida de la gente. O al menos, les acompañas en momentos en los que lo necesitan. Me parece importante decir esto, porque creo que, al menos en Medicina, se mitifica la vocación. Y parece que solo tiene vocación quien ha sabido que quiere ser médico desde que tenía 5 años. Yo creo que sí tengo vocación, que me gusta mucho mi profesión y que puedo hacerlo muy bien. Pero esto lo he ido descubriendo durante la carrera también. He ido sintiendo que este era mi sitio en el proceso. Una vez decido que iba a hacer Medicina, coger Derecho también fue mucho más circunstancial en este punto.
Ambas titulaciones, las estudias en el CEU
El CEU me pareció una gran opción por su programa docente, sus instalaciones, sus profesores, su inspiración cristiana … Fue clave también que me dieran la Beca CEU 100% Merit Program para poder estar aquí.
Además, el horario de Medicina aquí es por las tardes. Yo venía con mi padre desde mi pueblo (Banyeres de Mariola) los lunes por la mañana y llegábamos a las 7. No empezaba clases hasta las 15, pero no quería irme hasta Burjassot (donde vivo) por no perder mucho tiempo. Entonces pensé que por qué no me cogía algunas asignaturas de Derecho. Teniendo en cuenta que Derecho siempre había sido una opción y que a mí el tener muchas cosas que hacer me gusta, porque me ayuda a desconectar y a ser más eficiente. Al principio fue más por probar. Pero vi que sí que podía hacer las dos cosas y que estaba aprendiendo mucho y que me gustaban mucho las dos. No fue algo súper planificado ni que tuviera claro. Yo ahí confío en la providencia y al final salió todo muy bien.
¿Cómo has conseguido compaginar clases, exámenes, estudios…?
Es cierto que las dos titulaciones son muy diferentes, pero creo que precisamente esa es una de las cosas que más me ha gustado. También creo que tienen muchos más puntos en común de lo que parece a simple vista. Al final ambas, son titulaciones que tienen como punto central a la persona, simplemente que una desde un punto de vista más físico y el otro relacional. Y hay temas compartidos en ambas. La Universidad me ha puesto muchas facilidades al respecto. Ambas carreras tienen formas de examen muy diferentes, por lo que la manera de estudiar también lo es. Medicina es mucho más relacional y Derecho hay que entenderlo y memorizar. Yo creo que la clave, en mi caso, ha sido aprovechar mucho las clases. Si atiendes en clase, entiendes la materia y ya sirve como un primer repaso, por lo que el estudio en casa luego es mucho más sencillo.
El que te guste lo que estás haciendo y ser constante a la hora de estudiar (aunque no es mi punto fuerte) creo que es importante también.
Con toda esta dedicación, ¿te ha quedado tiempo para los amigos, el ocio…?
Sí. No voy a decir que he estado saliendo todos los días porque no sería cierto. Y que ha sido sacrificado en muchos momentos. Que son muchas horas de estudio y que hay que tener fuerza de voluntad. Pero no siento que haya descuidado a mis amistades, a mi familia o que no haya aprovechado mi experiencia universitaria por ello. Al contrario. A nivel puramente universitario, he tenido la oportunidad de conocer a muchos más compañeros. Aunque mis mejores amigos están en Medicina, he hecho varias amistades en Derecho que me gustaría que se mantuvieran. Gracias a las dos carreras, he podido conocer la universidad desde dos perspectivas diferentes. Otra cosa que me ha ayudado en este punto es el hecho de vivir en el Colegio Mayor San Juan de Ribera de Burjassot, tanto a nivel de facilidades como de ser el lugar donde más vida he hecho y donde está la gente imprescindible de mi etapa universitaria.
Estás terminando Medicina, ¿qué especialidad te gustaría elegir?
Estoy tranquila en la medida en que creo que puedo ser feliz en muchas especialidades diferentes. Y esto lo digo ahora así, pero me ha costado mucho llegar a darme cuenta de esto y creérmelo. Lo primero que preguntan es si prefieres una especialidad quirúrgica o clínica. A mí nunca se me ha dado bien elegir, y me gustaría que tuviera un poco de cada. Es cierto, que a mí la clínica, concretamente la planta, me gusta mucho. El contacto con el paciente y el seguimiento del mismo. Creo que se puede ayudar mucho y me parece interesante el punto detectivesco que tiene. Pero el quirófano tiene un punto de adrenalina y un aspecto manual que me llama la atención también. La respuesta perfecta serían las médico-quirúrgicas, pero no tengo claro que haya ninguna en la que me acabe de ver. Siempre me ha gustado el cerebro y la neurología. De hecho, estuve de alumna interna de neurología haciendo cribado precoz del Alzheimer en la Cátedra DeCo de la universidad y mi TFG actualmente también tiene una parte importante de neuroinflamación. Pero no he tenido oportunidad por ahora de ver si el día a día de la especialidad me gusta. Mis opciones más fuertes por ahora son medicina interna, infecciosas, intensivo, neurología, urgencias… Tal vez cirugía torácica… Mi idea por ahora es estudiar el MIR, ver el número que saque, y decidir en el momento, según las oportunidades que tenga y cómo me sienta.
¿Cómo te ves a un futuro? ¿Médico? ¿Abogada?
Sé que la pregunta no va tanto por ahí, pero, sobre todo, me gustaría ser feliz. Y para eso creo que es muy importante encontrar un equilibrio entre la vida personal y la académica. Que te guste tu trabajo es muy importante pero, aun así, en la sociedad en la que estamos creo necesario hacer un esfuerzo consciente por equilibrar las dos cosas. A nivel profesional, a mí me gustaría trabajar en la Universidad. Me gusta la academia, la docencia e investigación. Creo que puedo aportar enseñando. Yo soy bastante apasionada con las cosas que hago y creo que es muy importante que la universidad ayude al alumno a abrir la mente, que le inspire y le haga soñar. Porque así, además de darle formación teórica estará formando un profesional y un ciudadano. Y me gustaría formar parte de ese proceso. Y combinarlo con la práctica clínica de la Medicina, que al final, es lo que me gusta también. Por ahora mi idea es hacer el MIR y mientras que hago la especialidad, terminar Derecho y hacer el doctorado.
«creo que es muy importante que la universidad ayude al alumno a abrir la mente, que le inspire y le haga soñar»
Recientemente, participabas en una Mesa Redonda centrada precisamente en la Cultura del Esfuerzo, ¿con qué te quedas de esta experiencia?
Me costó mucho el definir qué era para mí el esfuerzo. Especialmente porque es algo con lo que he estado luchando un poco últimamente. Los dos últimos años me ha costado dar a las notas la relevancia justa que tienen y no identificarlas con mi conocimiento o preparación sobre el tema, ni con mi valía personal. Y es porque creo que a veces, cuando se habla de esfuerzo, siempre se habla de “lo necesario para conseguir resultados”. Y en realidad, el esfuerzo no garantiza el resultado. Sin embargo, yo sí que creo que lo importante es esforzarse. Creo que lo importante es cómo definimos ese esfuerzo y esos objetivos. Para mí, el esfuerzo es dar lo mejor de nosotros mismos para ponerlo al servicio de la comunidad. Tiene un valor intrínseco en sí (aumentar la constancia, la confianza, experimentar el fracaso, mantener a la persona humilde frente al éxito, fortalecer la autoestima, enseñarte sobre resiliencia, fracaso y coraje para seguir adelante) y da un sentimiento de satisfacción al realizarlo. Y creo que, en la universidad, es necesario tener en cuenta que en lo que hay que esforzarse no es en sacar buenas notas sino en aprender y ser un buen profesional. Y que es igual de importante esforzarse en tener cultura (leer un buen libro, ir al cine, al teatro, tener una opinión sobre temas sociales importantes) y en equilibrar la vida personal (y esforzarse en ser una buena persona, una buena amiga, una buena hija…) Entonces, me quedo con que esta mesa redonda me hiciera plantearme todas estas cosas y reflexionar sobre un tema que me parece importante y relevante. También me gustó tener la oportunidad de estar con las otras ponentes y de escuchar sus historias y su forma de pensar.
¡Muchas gracias María, y mucha suerte!