Información e imágenes: Lucía Valderrama
El salón del Paraninfo del CEU UCH celebró esta semana las III Jornadas de Doctrina Social de la Iglesia organizado por los profesores de DSI de la Universidad y el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala. Unas jornadas en las que los ponentes, profesores e invitados, discutieron sobre el sentido y la importancia de la solidaridad y la comunidad en nuestros días.
Las jornadas dieron comienzo con unas palabras de bienvenida del vicerrector de Calidad y Estudiantes Javier Montañez. Junto a él se encontraban el secretario del Instituto de Humanidades de la Cardenal Herrera, Emilio Callado y Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio. Este último, llegado desde Roma, impartió una conferencia titulada: “¿Tiene la Iglesia algo que decir al mundo de hoy? A los 60 años de la Gaudium et Spes”. En ella destacó la necesidad de colaboración entre todos, con el fin de mejorar la sociedad en una que se hunde en la negatividad: “nadie se salva solo”, dijo, citando al Papa Francisco. La Iglesia, para él, tiene mucho que decir, y más a los jóvenes, que deben de volver a confiar en el Evangelio para volver a humanizar: “el destino del mundo corre peligro”, expresó.

La mesa redonda: ¿solidaridad como exigencia o liberación?
“Cada uno de nosotros somos responsables de lo que les pase a los demás”, fue la definición del profesor Alfonso Martínez-Carbonell sobre el concepto de solidaridad. La segunda sesión de las jornadas fue una mesa redonda moderada por Isidro Rodríguez bajo el título: “Hacer realidad la solidaridad: instituciones y voluntariado”. En ella se discutió hasta qué punto se podía entender el principio de solidaridad como un deber y qué implica que sea nuestra vocación humana. Estuvo compuesta por Martínez-Carbonell, Jaime Vilarroig, profesor de la UCH en Castellón, el profesor Enrique Lluch y el capellán del CEU de Valencia don Domingo Pacheco.
Al final de la mesa redonda se llegó a diversas conclusiones como que la solidaridad, aunque puede entenderse como una exigencia u obligación en tanto que es un deber moral, se ejerce desde la libertad. “Al reconocer la dignidad humana de los demás, debo actuar por necesidad, por eso es una exigencia”, sentenció el capellán. De ahí que Vilarroig continuara con que es importante la iniciativa personal, introduciendo el tema de la subsidiariedad y hasta qué punto podemos contar con ello. También se propuso que la solidaridad implica agradecimiento y de que juntos, como familia humana, “debemos construir el Bien Común”, tal y como concluyó Lluch.

Fin de las jornadas: las nuevas tecnologías y su impacto
La jornada concluyó con la presentación del catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia, Agustín Domingo Moratalla, a cargo del profesor Jesús de la Llave, organizador del evento. Domingo Moratalla protagonizó la ponencia titulada: “Servir a la esperanza en tiempos de aceleración y desconcierto digital” en la que hizo un recorrido desde los años 60, momento en el que se publica la Gaudium et Spes, hasta hoy y los problemas de la aceleración a la que nos enfrentamos como la liquidez de nuestros principios y la esperanza. “Ante la velocidad se necesita cordura”, sentenció.
El catedrático explicó que todo lo que tiene que ver con nuestra vida, en tanto que somos sociales, debería de enfocarse desde la solidaridad: “hasta el estudio está centrado en clave solidaria con el fin de fortalecer el ‘nosotros’ y que sea agraciado, esperanzador”. Entre sus conclusiones comentó la importancia del cuidado, destacando la necesidad que tiene la sociedad actualmente de misericordia: “Necesitamos pensar el orden social en términos de cuidado. La revolución del siglo XXI y XXII la llevarán a cabo los cuidadores”. Unas palabras de aliento para los más de 200 alumnos que se encontraban en el Paraninfo durante las jornadas al reavivar el sentido por el que estudian.