Información e imágenes: Lucía Valderrama
El fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, Andrea Riccardi, visitó la Universidad CEU UCH con motivo de la celebración de las III Jornadas de Doctrina Social de la Iglesia: “Solidaridad y Esperanza. Una llamada de la Gaudium et Spes”, organizadas por el Instituto de Humanidades Ángel Ayala. Riccardi es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Roma III y experto en los problemas del cristianismo en el siglo XX y XXI.
Presentado por el profesor Remigio Beneyto como “un héroe moderno por su valentía profesional y su compromiso”, Riccardi protagonizó la ponencia central de la jornada bajo el título: “¿Tiene la Iglesia algo que decir al mundo de hoy? A los 60 años de la Gaudium et Spes”, en la que realizó un análisis comparativo del mundo tras el Concilio Vaticano y el actual, y destacó la importancia de defender al vulnerable con la propuesta central de lo importante que es colaborar en solidaridad y en la lectura de los signos de la historia.
Al comienzo de la conferencia, Riccardi destacó el silencio de la Iglesia sobre la pérdida del sentido de la sociedad actual y defendió el diálogo como signo del mandato apostólico y de la pasión de comunicar el Evangelio, además de ser el medio a través del cual defender la salvación de nuestra alma junto a la de los demás. “Porque, como dijo el 27 de marzo de 2020 el Papa Francisco: nadie se salva solo”, citó Riccardi y destacó “no nos podemos salvar separados del mundo”.

El catedrático explicó que, si bien a pesar de la Guerra Fría en los años 60 se podía respirar un clima de optimismo, hoy en día el ambiente es de negatividad por la pérdida de la confianza y de la fe. “Nuestra época necesita sabiduría para humanizar. El destino del mundo corre peligro”, dijo seriamente. Ante esa exposición de la realidad, propuso la idea de que “el mundo se cambia salvando a un hombre. Porque ayudar a una persona, aunque parezca poco, es el comienzo del proceso que da vida a la humanidad entera”, y lo comparó con el Rey Midas: “al hacerlo, nuestras manos convierten el mundo en oro”.
En las conclusiones, antes de la ronda de preguntas, destacó la diferencia entre el “yo” y el “nosotros” y abogó por la fraternidad humana: “no es una utopía sino una propuesta para cada uno de nosotros que renueva el mandamiento del amor y que hace del cristianismo la religión de la simpatía”. A la pregunta: ¿tiene la Iglesia algo que decir hoy? Respondió que mucho, porque es la institución que vive la simpatía como estado en el que nos abrimos a los demás y “la paz como fin de todo”, lo cual debe proponer y crecer así en el diálogo, y afirmó “la Gaudium et Spes es el gran mensaje al mundo actual, es el tiempo de la paz”.