Los jóvenes diseñadores redefinen la moda en CLEC Valencia con propuestas que invitan al cambio

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Información: Diego González / Imágenes: Paula Hernández

El festival CLEC nace en Valencia con el objetivo de resaltar los nuevos talentos en la moda y de exigir cambios en la industria. En el 2023, usaron su plataforma para resaltar la emergencia climática por el rápido derretimiento de los polos. Este año, se han convertido en un vibrante espacio de innovación, donde diseñadores noveles han plasmado en sus colecciones la idea de la metanoia, una transformación profunda en la forma de entender y crear moda. A través de propuestas audaces, los diseñadores que se empiezan a abrir paso en el competitivo mundo de la moda demuestran la dualidad del cambio, que puede ser tanto estético como social.

El concepto de metanoia viene del griego y habla de un cambio radical, una transformación que nace desde lo más profundo, ya sea en nuestra forma de pensar, sentir o actuar. En el CLEC, los diseñadores noveles han hecho suyo este concepto, trasladándose a colecciones que desafían convenciones y exploran nuevas fronteras. Sus diseños trascienden la expresión estética e invitan a replantearnos la moda como un espacio de constante renovación. Fabiola Vicci abre el desfile con una colección inspirada en el ciclo vital de la naturaleza. Con colores que iban del vino profundo al verde pistacho, sus piezas monocromáticas respiraban una elegancia sutil pero poderosa. Los fruncidos y detalles florales añadieron una textura orgánica, mientras que el animal print y los efectos arrugados recordaban la energía cruda y salvaje de lo natural.

A continuación, Diego de Viedma ha presentado una propuesta cargada de sensualidad y misterio. Su dominio del azul contrastaba con detalles provocativos, combinando el aspecto country de los flecos de polipiel con elementos distópicos como máscaras de gas, que los modelos cargaban con confianza como si fuese el mejor bolso de diseñador en el mercado. Los vestidos con cola y las capas hechas con extensiones humanas de pelo sintético ofrecieron una poderosa imagen de libertad y fuerza, mientras que los toques de rojo y lencería floral revelaban un lado íntimo y atrevido. En su metanoia, De Viedma explora la fusión entre lo salvaje y lo urbano, invitando a la mujer a ser una fuerza imparable de cambio.

Andrés La Cárcel ha aportado una visión teatral y excéntrica de la metanoia. Su colección, que incluyó corsetería masculina, flecos plateados y dorados, y telas satinadas, rompió barreras de género con una fluidez inesperada. Las piezas parecían moverse con vida propia y, poco a poco, los flecos metamorfosearon en transparencias hasta desdibujarse los límites de género. El brillo y el dramatismo de su propuesta recuerdan que el cambio puede ser espectacular, un verdadero show donde todo es posible.

Steven Vázquez ha sido el encargado de poner el broche de oro al catwalk, alejándose de lo puramente estético para llevarnos a reflexionar sobre la crisis climática. Y no es la primera vez que el diseñador uruguayo denuncia dichas consecuencias, pues ha participado en diversas protestas contra el cambio climático. Las sandalias trenzadas con enredaderas de plástico y los rosetones de tela utilizados en la pasarela son símbolos de resistencia frente a la destrucción del medio ambiente. Los colores verde, rojo y rosa hacían alusión a un llamado colectivo de atención a la urgencia de cuidar el planeta. En la metanoia de Vázquez, la moda es una forma de exigir un cambio necesario, como han ejemplificado los recipientes de gasolina estampados con el mensaje “solo hay un mundo”.

Los diseñadores noveles lograron capturar el espíritu de la metanoia, invitando a los asistentes a pensar en el cambio como una necesidad. Lo hicieron de manera provocadora pero sin perder su identidad propia. Cada prenda fue una muestra de cómo la moda puede ser un vehículo de cambios profundos, ya sea a través de la naturaleza, sensualidad o protesta.