María Zaragoza: “Los enemigos de la cultura son los que no quieren que la gente piense por ella misma”

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Informa Sara Pastor / Imágenes: Asís G. Ayerbe

La escritora María Zaragoza ha vuelto a la escena literaria con una novela trepidante, ‘La Biblioteca de Fuego’, en la que comparte con sus lectores la pasión por los libros. La obra ha sido galardonada con el Premio Azorín 2022 y es un homenaje a aquellos que quisieron salvar el patrimonio literario durante una de las épocas más crueles de nuestro país: la guerra civil.

Enhorabuena por lograr el galardón Premio Azorín 2022. ¿Cómo lo está viviendo?

Muchas gracias. No me lo termino de creer. Para mí, este libro es el que más trabajo me ha llevado y que más gente he implicado ayudándome durante los cinco años de documentación. Es un regalo para ellos, que han visto que merece la pena después de tanto tiempo.

La novela es un homenaje a la gente que protege los libros, ¿por qué esta admiración a los defensores de la lectura?

Porque, a veces, da la sensación que a la gente no le interesa los libros. Se recurre a los libros para hacer actos simbólicos, como la censura o la represión contra ideas que en algún momento han sido consideradas perniciosas, pero ¿por qué nadie piensa que es tan complicado llegar a esas ideas? A mí siempre me ha fascinado y no sé por qué los libros se consideran culpables y fáciles de ser depositarios de críticas, odio, escarnio, quema… Como es un tema que, en general, me gusta, diseñé la Biblioteca Invisible que se dedica a proteger estos libros. Después encontré la quema de libros de 1939 en el patio de la Universidad Central y, a partir de ahí, empecé a escribir sobre el tema. Más tarde, también encontré a los bibliotecarios que se dedicaron a hacer el salvamento del patrimonio bibliográfico durante la guerra civil.

La Biblioteca Invisible y los libros que recoge son el pilar fundamental de la novela. ¿Qué tipo de libros se intentaron salvar durante la contienda?

La moral y la ética son mutables con el tiempo, por eso a mi me resultaba tan interesante. Algo que en un momento dado podía ser normal o natural, cambiaba la moral imperante y de repente eso estaba muy mal visto. Por ejemplo, a mi me sorprendía mucho que se hacían debates sobre la eugenesia porque se consideraba que podía mejorar la vida de las mujeres. En el momento en el que llegan los nazis, vemos la eugenesia de otra manera… Y durante el franquismo había listas que se iban renovando cada cierto tiempo.

La novela cuenta la historia de Tina, una bibliotecaria que se va a estudiar a Madrid y debe hacer frente a muchos retos. ¿Cómo es ella?

Cuando Tina llega a Madrid es una niña jovencita, de provincia, de dinero. No ha tenido mucho contacto con la gente de su edad y es muy inocentona en muchos aspectos. Llega a la capital y se encuentra a una grandísima amiga, una persona que vive con total normalidad ser rupturista con las convenciones burguesas y juntas recorren un Madrid que está lleno de movimientos feministas, políticos, hombres que se maquillan, cabarets… La amiga la va formando y, poco a poco, va viendo un mundo de alegría y libertades, a veces, de frivolidad. Pero todo se va volviendo turbio y oscuro hasta que todo acaba en un golpe de Estado fallido que se convierte en una guerra civil, y eso hace que ella cambie drásticamente. Las circunstancias la transforman en una persona valiente.

“Hablo de cómo la cultura es un generador de contenido que enseña lo que es de verdad ser libre y no lo que nos dicen que es ser libre”

¿Podemos descubrir algo de María Zaragoza en ella?

Alguna cosa, no es especialmente a mí. Hay muchos pensamientos de Tina con los que no comulgo, en absoluto, pero que van muy bien con el personaje. Pero de todos los personajes hay algo que a mí me toca personalmente, aunque parezca un detalle sin ninguna importancia y que, probablemente, ni alguien que me conozca muchísimo pueda encontrar. Pero en lo que se refiere a Tina, ella ha ido evolucionando y yo, la he ido viendo crecer.

La historia abarca la década de los años treinta y sus respectivos hechos históricos. ¿Por qué la elección de esta época?

Porque me parece que es la época clave para ver, con toda claridad, lo deprisa que podemos perder nuestros derechos y libertades, los cuales parecía que no iban a dejar de crecer. En ese momento, cuando se va Alfonso XIII y empieza la República, hay una serie de cosas que parecen indicar que el mundo se va a ir ampliando en libertades y derechos, y que, cada vez, la gente iba a tener más acceso a la cultura, y las mujeres iban a tener más igualdad, pero esto se borra cuando acaba la guerra, y, en muchos sitios, durante la guerra. Realmente hablo de cómo la cultura es un generador de contenido que enseña lo que es de verdad ser libre y no lo que nos dicen que es ser libre. Me parece importante elegir el momento clave en el que los cambios se ven, y me venía muy bien para que Tina fuese en paralelo a estos cambios, a esa época.

El contexto histórico sobre la guerra civil y la descripción que contiene el libro consigue que sea de lo más verosímil, pero, sorprende que en ella se haga referencia a ciertos elementos sobrenaturales como los fantasmas.

Había cosas que me parecía muy interesante señalar y que desaparecieron con el franquismo. Con este llegó la sensación de que España era un país realista, con héroes realistas donde todo era naturalismo y realismo. Da la sensación de que no teníamos una tradición fantástica, pero eso no es cierto, y la prueba está en que había mucho movimiento espiritista. En los periódicos de la época había muchas cosas al respecto, incluso viñetas cómicas sobre espiritistas porque era algo normal, pero eso se borra hasta el punto de que una de las cosas que están señaladas como nocivas en esa lista de libros es la literatura romántica. Un romanticismo no como lo que conocemos nosotros ahora, sino romántica de los románticos, Bécquer. Todo el tema mágico y espiritista va muy ligado y es un ejemplo gráfico de cosas que desaparecen después.

En momentos difíciles, tal y como se puede ver a lo largo de la historia, ¿es importante proteger la cultura?

Yo creo que lo primero que se debe proteger es a la gente -entre risas-. Me parece fundamental que nos acordemos de salvar el pasado para garantizar el futuro. Y como consecuencia, que en el futuro se entienda nuestro presente para no cometer los mismos errores. La cultura, en el confinamiento, mostró claramente que sana el espíritu. El mundo de la cultura se volcó durante el confinamiento haciendo todo tipo de cosas para que la gente no se volviera loca en su casa. La cultura proporciona esperanza y los enemigos de la cultura son los que no quieren que la gente piense por ella misma y los que no quieren que la gente tenga esperanza, por eso es tan importante salvar la cultura en tiempos de guerra.

“Todos necesitamos frenar y tomarnos la vida con lentitud hasta que sea un elogio el hacer las cosas despacio y hacerlas de una en una”

Ahora vivimos en una sociedad saturada de información o directamente desinformada por el exceso de información. Una sociedad -que dicen- es de jóvenes ignorantes. ¿Cree que la cultura puede ser una vía para conseguir que esos jóvenes no lo sean?

Estoy en contra de pensar que la mayoría de los jóvenes no saben nada. El problema es que saben cosas distintas y se ha perdido el valor de perder el tiempo. Ahora parece que todo el tiempo debe estar rentabilizado, con lo cual mucha gente está haciendo muchas cosas al mismo tiempo. No puedes escuchar música solamente, sino que tienes que estar escuchando música y leyendo Twitter lo que hace que la atención se disperse, pero aburrirse es importantísimo. Todas las grandes cosas se han ido inventando o bien por aburrimiento o por vagancia. Si no nos permitimos aburrirnos o ser vagos, no conseguimos avanzar rápido o todo lo deprisa que podríamos avanzar. Ir deprisa y acelerados, simultáneamente, da una falsa sensación de que no saben, pero no creo que los jóvenes no sean inteligentes o no tengan conocimiento, lo que creo es que están dispersos. Hay que aprender a detenerse. Se habla mucho de ese aceleramiento en la gente joven, pero todos necesitamos frenar y tomarnos la vida con lentitud hasta que sea un elogio el hacer las cosas despacio y hacerlas de una en una. Creo que a la gente se le ha olvidado el placer que es hacer las cosas de una en una.

En estos cinco años, ¿ha tenido algún momento que haya tenido que parar o decir, “voy a intentar desinhibirme de otra manera porque no puedo seguir”?

He querido abandonar esta novela doscientas veces, porque me causaba mucha ansiedad la idea de que no estaba siendo justa con la gente de la que estaba hablando. Tuve que quitarme la idea de que les hacia un favor contándolo todo, diciéndome a mi misma que no es verdad que les estaba haciendo un favor contando algo.

Tras estos años de trabajo, ¿está, ya, trabajando en su próxima novela?

Una novela arrastra a otra. Hay mucha documentación que he usado para esta novela y que ya la tenía cuando escribí los dos libros anteriores. Hay contenido, ideas, que no he podido incluir en este libro, pero que me han dado, a su vez, otras ideas que van en la misma línea de la historia y que comenzaría unos años antes, concretamente en los años 20.