Javier Puebla: “No hago trucos en ninguna novela, prefiero que sea el alma la que se convierta en producto”

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Informa Ana Sofía Pérez /// Imágenes: Darío Ferragud

En la literatura la amistad siempre ha sido un factor relevante, a tal punto de darle vida a una historia. Obras como El Quijote nos dejan un ejemplo claro de que, sin la relación entre los protagonistas, una obra como esta no cobraría sentido. Sin embargo, en la vida real este término parece estar siendo mal empleado. Javier Puebla, escritor finalista del Nadal en 2004, habla a EL ROTATIVO sobre su más reciente obra titulada como ‘Es extraña la amistad’ un thriller donde reflexiona sobre el valor de los amigos del alma y su opinión sobre el significado real de la amistad. Asimismo, nos traslada a un viaje a través de su relación más íntima con la literatura y sus experiencias previas.

¿Cómo surgió la idea de esta última novela?

Había quedado finalista del Nadal en el año 2004 y fue un año de gran euforia. Cuando ganas un premio de mucha relevancia todo lo que ha pasado en tu vida cobra sentido. Estaba todo el día celebrando y un poeta me dijo: “Deberías aprovechar el momento del premio para escribir un libro nuevo”. Y entonces, esa misma noche empecé a buscar ideas. Recuperé el protagonista de ‘Sonríe Delgado’, la obra ganadora del Nadal y empecé con la idea.

Ha tardado, creo que diecisiete años, en escribir este nuevo título con respecto al último que fue ‘Sonríe Delgado’. ¿Por qué esperar tanto?

La primera versión la hago en unos cuatro meses. La mando al Nadal otra vez y también la mando al premio Herralde, finalista en ambos, pero no consigue ganar y luego me ofrecen publicarla, pero digo que no. Entonces, la voy dejando dormir, sacándola de vez en cuando, pero va cambiando en el tiempo. El final, el titular y la estructura eran diferentes al igual que su filosofía, todo ha cambiado muchísimo. Antes la locura y el mal estaban por encima de la amistad y ahora la amistad es lo más poderoso de la historia. Mi personaje Traum que es una de las voces narrativas del libro de alguna manera busca un amigo y bueno, depende de los spoilers que digamos, él se hace pasar por otra persona y en esta historia lo que cuento es mi verdad.

¿Por qué hablar de la amistad en este nuevo libro? ¿Es la amistad un tema importante dentro de cualquier historia narrativa?

La primera novela que es en la que sale Traum, ‘Sonríe Delgado’, hablé sobre el desamor, inspirada en una experiencia propia y, en esta me pareció interesante tocar la amistad ya que es un tema muy importante. Todo esto no lo digo yo, lo dice por ejemplo la primera historia narrativa de la literatura mejor conocida como Gilgamesh, en donde a un rey se le muere su mejor amigo y todo se basa en cómo intenta cambiar el mundo para que su amigo vuelva. También lo vemos en El Quijote, que realmente es una amistad ¿por qué sobrevive El Quijote? Pues por la amistad con Sancho Panza y es que si quitas el juego de la amistad que tiene, no tendríamos esta historia. Creo que la amistad es un valor muy importante. De hecho, este libro va dedicado a mi hijo Max donde en las dedicatorias pongo: “Para Max, que es mi hijo pero que también es mi amigo”. Ahí le estoy dando más valor a la palabra “amigo” que “hijo” porque tu puedes tener una relación con tu padre ya que eres su hija, pero si tu padre es tu amigo todo cambia. Yo he podido aprender mucho de mi hijo ya que intento meterme en su cabeza, cojo su mirada y veo su mundo; videojuegos; anime y rap ¿Quién de mi edad conoce a Bizzarap? Que me encanta, por cierto, y quiero proponerle algo porque es que yo tengo una cosa que se llama “tigre Manhattan” que lo hago con una mascara y canto. Y bueno, todo esto se consigue como amigo, no como padre. He allí el valor de la amistad.

“Mi meta actual es no tener metas y entonces ver cómo se va desarrollando el camino”

Volviendo al núcleo central de la novela, la amistad, hoy en día amistad se le llama a cualquier relación, con la comunicación en redes se dice que todos tienen muchos amigos, ¿cómo ve en la sociedad este concepto de amistad? ¿Qué opinión le merece la amistad que muchas veces surge de las RRSS?

En primer lugar, la palabra está mal indicada. Se debería decir “conocido” o bueno, ni eso porque en mi caso tengo amigos en Facebook que no los he visto en mi vida. Por eso, para mi está mal utilizada esa palabra. Hay muchos tipos de amistad, por ejemplo, se tiene “el amigo del alma” quien es esa persona con la que puedes no disimular nada. Estas más a gusto con esa compañía que estando solo y que además es capaz de cambiar tu discurso interior narrativo. Si yo soy tu amigo del alma y tu de repente me dices una cosa en la que no estoy de acuerdo yo primero te escucho y si me convence cambio mi discurso. Esta novela esta inspirada en un amigo del alma mío que falleció y a él en esta historia lo utilizo como actor mental. No es que sea él, sino que lo imagino en la novela haciendo determinadas cosas

En ‘Es extraña la amistad’ ha rescatado a su personaje Frederic Traum, de ‘Sonríe Delgado’ ¿por qué vuelve este personaje?

Bueno es que Frederic siempre vive conmigo. Es una cosa curiosa porque en literatura es muy famoso lo del seudónimo y lo de heterónimo y, en este caso Traum es un antónimo que significa ser todo lo contrario a mi. Yo soy un tío rápido y él es lento. Es un tío totalmente cerrado de hecho, fue mercenario en el Líbano. Yo de Traum lo sé todo, lo publicado y lo no publicado.

Usted califica a Traum como un antónimo de usted mismo… ¿Por qué surgió este personaje? ¿Qué ha querido contar o hacer con él?

Tenía veintidós años y estaba escribiendo un libro que era un mundo en el que la gente tenía la piel de papel de periódico donde aparecían cosas relacionadas a cada persona en cada papel, es decir, cada piel era diferente. Estaba escribiendo ese libro y había un personaje que se llamaba “el lunático pasota” y un día que estoy escribiendo lo cambié por “Federico Sueño”, Frederic de Federico y Traum que es sueño en alemán. Primero creé a Federico Sueño y a partir de ahí escribí un libro llamado ‘Quien nunca ha matado no tiene derecho a vivir’. En la parte de atrás de ese libro recuerdo que ponía: “He consentido publicar este libro por pura vanidad. Que los idiotas como tú lo lean o no, me la suda”. Es una cosa que hoy en día no se si podría decirlo, pero es que en esa época era el principio de la libertad y, en España, se podía hacer de todo.

“Escribo con una sensación de inmortalidad que tengo desde niño”

¿Y Javier Puebla tiene alguna similitud más con personajes como Samuel o Alberto?

El personaje mental con Alberto soy yo. En esta novela juego con la ambigüedad. Yo por ejemplo cuando escribo soy mi primer lector. Esto no lo había contado nunca y es que realmente para leer libros que me gustaría que existiesen, no están, pues escribo, los voy leyendo y digamos que me conecto y va saliendo. Básicamente son posibilidades de Javier Puebla porque tengo muchos problemas para ver la realidad “normal”. A mi me gusta mucho la noche porque respeta la luz interior mientras que el día intenta aplastarla. Por eso es por lo que Delgado se parece muchísimo a mí y Traum sería todo lo contrario. Es un juego de espejo del espejo, es decir, no eres el mismo original, pero te pareces.

En la novela hay muchos parecidos razonables entre los personajes de este libro con los también conocidos Stan Laurel y Oliver Hardy. ¿Pero, para usted hay alguna diferencia?

Totalmente, hay muchas diferencias. Mis personajes se hacen llamar así porque Alberto Delgado es delgado y por ejemplo en el primer capítulo de la novela aparece Delgado que es el mejor amigo de Samuel donde este último no lo reconoce porque ha cambiado mucho físicamente y por eso es que he llamado al personaje así y, de esta manera, puedo jugar con lo que sería “el gordo y el flaco”. Y de hecho en la portada he utilizado a muñecos porque me dijeron en la editorial que no podía utilizar ninguna foto de ellos por los derechos, precisamente por eso también aparecen de espaldas. Que tu me digas que los puedes reconocer así me parece bien pero realmente no hay una similitud. En la siguiente novela, si es que la hago, la llamaría “El gordo y el flaco” porque es una aventura que la tengo en la cabeza porque Samuel “el gordo” es un caso total.

En esta nueva obra hay dos voces narrativas, ¿cree que eso, en literatura, es un elemento que pueda captar más la atención de los lectores?

Lo que sucede aquí es que si hay un lector de calidad va a flipar mucho. A mi cuando me llegó la caja con los libros lo primero es que me puse muy contento y de repente lo cogí y lo aprecié como si fuese un gatito y le dije: “¿Quién te va a querer a ti si no eres tan fácil de leer?” Curiosamente, yo tengo una facilidad de diálogo al escribir y tal vez se te haga fácil, pero si tú sabes leer, verás más cosas que cualquiera. Pienso que eso de las voces narrativas puede ser para todo el mundo, pero para poder disfrutarlo al máximo tendrás que saber leer. Todo el mundo ve a Velázquez en el Prado y piensa: “Vaya, ¡qué alucinante!”. Pero ellos, si realmente piensan eso es porque han oído a alguien más decirlo. Con esta novela, que por cierto no esperaba tanto éxito, lo que esta pasando con ella es que está creciendo rápido y todos vosotros estáis haciendo un marco alucinante porque me preguntáis cosas muy peculiares porque vais leyendo en internet y otros van es como les da la gana, pero siempre de verdad. No digo una sola mentira, digo más bien una verdad peculiar porque soy un tío raro y de ahí con esa verdad vosotros vais cogiendo maderitas y se va creando un marco alrededor del libro muy mágico. Yo estoy muy contento y sorprendido porque como te dije “este gatito” se ha convertido en un tigre, personas como Jorge Díaz, el de Carmen Mola es un admirador de Traum.

Usted fue finalista del prestigioso Premio Nadal con su novela ‘Sonríe Delgado’, ¿lo esperaba? ¿Cómo gestionó el éxito?

Eso fue genial, fue alucinante. Yo siempre estoy convencido de que soy el mejor escritor de todos los tiempos, así como decía Márquez: “Si no te consideras el más grande de todos los tiempos ¿para qué escribes?”. Además, más o menos es coherente porque escribes lo que te gusta y como te gusta. Siempre me he considerado muy grande, pero ese rollo es conmigo mismo y, de repente, subes a un escenario como el de la ceremonia del premio Nadal donde hay miles de focos, donde no ves nada de nada, gente aplaudiendo, un montón de cámaras de televisión y dices: “Pues será verdad, yo me consideraba un grande y el mundo me esta diciendo que sí”. Sin duda, fue un momento muy agradable. Y en cuando a si lo esperaba o no, cuando me enteré de que iba pensé “hay muchas posibilidades” pero también recuerdo que mi madre me dijo: “Hijo mío, no te hagas ilusiones». Pero yo me las estaba haciendo. Vengo de una familia burguesa en la que eso de que escribas no les hace mucha ilusión, les va más que seas abogado o diplomático que en teoría lo dejé hace veinticinco años, pero valió la pena todo, me considero dueño de mi tiempo.

“Vengo de una familia Burguesa en la que, eso de que escribas no les hace mucha ilusión”

¿Guarda alguna similitud ‘Sonríe Delgado’ con ‘Es extraña la amistad’?

Realmente tiene al personaje, pero ha cambiado mucho. Aunque no estés escribiendo sobre un personaje como estos que los tengo hace muchos años dentro, pues van cambiando. Tengo un taller en el que no enseño nada solo consigo que la gente escriba bien y esto le pasa a la gente que va a mi taller, de repente han dejado de escribir y vuelven tres años después evolucionados porque ya estaba la semillita. Lo que pasa con Traum y todos los personajes que se van creando es que siguen creciendo porque tú eres la luz que los iluminas y que los anima y tú evolucionaste primero que ellos. Por eso, la gente que ha leído Sonríe Delgado y luego lee esta le encuentra matices que no le encuentran los demás y flipa aún más.

Prefiere la exposición pública, las firmas de libros, las promociones, las entrevistas, o está más cómodo en un trabajo más silencioso de día a día, metido en su escritura…

Estoy encantado aquí ¿no lo ves? Me acuerdo que hace un tiempo hice diecisiete entrevistas seguidas y me acompañaron a la estación hasta el andén con una grabadora y ahí sí que me pareció excesivo, pero aún así me divirtió, lo que pasa es que estaba agotado. Yo creo que hay tiempo para todo.

Normalmente, siempre se dice que el escritor escribe para sí mismo, pero ¿usted para quien escribe realmente, para usted, para el público?

Yo escribo con la sensación de inmortalidad que tengo desde niño, desde que tengo cinco años, exactamente, que fue cuando empecé a escribir. Podría decirte que escribo para mí mismo, pero lo hago con la máxima verdad, cosa que casi nadie es capaz de hacer con tal de ganar una monedita más o para ganar un lector más. Yo soy muy comprensivo y generoso porque he tenido a Traum que es el diablo, realmente, y por eso puedo permitírmelo, pero no hago trucos en ninguna novela, prefiero que sea el alma la que se convierta en producto.

¿Qué significa la escritura, la literatura, en usted, en su vida?

La literatura es vida. La literatura es bailar contigo mismo y todo lo que tú quieras. Para mí, sin duda, la literatura es una filosofía de vida. Yo pago un precio muy alto por ser de la literatura, pero para mí no es más que el cine o más que la fotografía porque, en general, soy creador y se me ocurren cosas creativas todo el tiempo.

Hay una obligación moral como creador de mantener vivo a alguien que muere muy pronto”

Y, ¿dónde encuentra la inspiración para toda su obra? ¿Qué le empuja a querer seguir escribiendo y contando historias?

Es como algo que llevo dentro, una especie de pirotécnica. Tenía un pensamiento que quería explicarte, pero se me ha olvidado… Qué curioso, será que debe mantenerse en secreto.

Hemos vivido recientemente, y aún lo vivimos ahora, los efectos del confinamiento y de la pandemia, ¿cómo ha vivido esta experiencia? ¿Recoge su nueva obra algo de lo acontecido en este tiempo reciente? Para usted, ¿fue la pandemia algún obstáculo como escritor?

La pandemia es una experiencia brutal. Es como una guerra sin bombas ni balas, pero también con muchos muertos. Es una experiencia alucinante donde todos hemos cambiado, han conseguido que tengamos miedo a abrazarnos. Yo no he hecho nada especial en pandemia, llevaba diarios que son como libros de juego y, tal vez un articulito porque creo que estas cosas se saben luego cómo te han dejado por dentro con perspectiva. La pandemia aparece por supuesto, pero, como escritor… al escritor no le afecta tanto, al ser humano sí. Pero el artista está por encima porque es que cuando estas muy bien contigo mismo, es un poco esa sensación.

¿Tiene Javier Puebla alguna otra afición además de escribir?

Sí, soy un fotógrafo excelente, hago cine, he tenido muchos grupos de rock que fue lo que te contaba de la mascara que me pongo a improvisar y eso es alucinante.

Como escritor, ¿qué metas le gustaría alcanzar y aún no ha conseguido alcanzar?

Mi meta actual es no tener metas y ver cómo se va desarrollando el camino. Las metas te pueden crear frustración e ideas equivocadas, por eso me importa más el ahora mismo. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, pues eso, un poco en esa dirección. No tengo metas porque además te produce ansiedades y, por otro lado, cambiamos todo el tiempo. Digamos que me respeto, así como lo hago con la gente en general y me dejo fluir, ya que si es un proyecto que merece la pena pues me meto, pero no tengo ambiciones. Recuerdo que cuando ya estaba de camino a Barcelona, donde me habían pagado todo, recuerdo que me puse a llorar de la emoción y a reírme a la vez. Eso era algo muy probable ¿no? Al final puedo decir que me dejo llevar por el ahora.

Finalmente, ¿qué proyectos veremos firmados por Javier Puebla?

Tengo una cosa muy genial que se llama ‘Carpetas del Tiempo’ y quien me inspiró a escribirla fue el amigo que te dije anteriormente, el que falleció. Él fue quien me inspiró también a crear al personaje Sam y lo mantengo vivo, se llama Fernando Camarero, y digo se llama porque como te dije lo mantengo vivo. Es un libro que está acabado y que es muy diferente. Es un conjuro que hace que esté vivo alguien en el libro, una cosa muy alucinante. Luego tengo otra novela, porque murió otro amigo… Bueno, hay una obligación moral como creador de mantener vivo a alguien que muere y no tiene que hacerlo todavía.