Pedro Simón: “Cualquier tiempo pasado no fue mejor, es peor porque ya no existe”

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Pedro Simón Premio Primavera de Novela 2021

Informa Adriana Palao / Imágenes: Editorial Espasa

El periodista y escritor Pedro Simón ha sido recientemente galardonado con el Premio Primavera de Novela 2021 organizado por la Editorial Espasa en colaboración con el Ámbito Cultural. Un galardón que recayó el año pasado en Peridis y que también cuenta entre sus galardonados Carme Chaparro, Rosa Montero o Juan José Millas entre otros. Con él hablamos sobre la obra galardona, ‘Los ingratos‘, y su modo de ver y vivir la literatura y el periodismo.

En primer lugar, felicidades por haber logrado el Premio Primavera en una fecha tan especial como es el 25 aniversario del galardón. ¿Qué supone para usted haber sido reconocido con este premio que han logrado nombres tan consagrados como Rosa Montero, Juan José Millás, Manuel de Prada, Nativel Preciado o, más recientemente, Peridis y Carme Chaparro?

Un honor muy grande, y una sorpresa mayúscula. Al igual que tú, soy periodista y siempre solemos estar al otro lado. Esta es mi segunda novela, pero casi todos mis libros son antologías periodísticas. El libro ha sido galardonado entre más de 1500 novelas en todo el mundo, no hay nada que me dé más gratitud que ‘mis ingratos’ estén por ahí haciendo ruido; haciendo que la gente se pare a pensar sobre sus ingratitudes. `

¿Qué le llevó a escribir una novela como “Los ingratos”? Una novela donde se adentra en la ficción y una época que en la que -algunos aspectos- no la ha vivido, pero de la que sí es heredero.

Me he criado en un pueblo rural, como el protagonista de la novela. Mi madre ha vivido en un pueblo rural, como la protagonista de la novela y también tuve una cuidadora como el protagonista de la novela. Hasta aquí todas las similitudes de ‘Los ingratos’ conmigo, pero después ya no tiene nada que ver. No obstante, estas semejanzas son muy importantes porque son el punto de partida del libro. Tenía una necesidad de volver a mi infancia, que es el lugar en el que tú has sido feliz y en el que la persona que nos esté leyendo también lo ha sido. Y tenía la necesidad de regresar ahí porque siempre, para esquivar a la muerte o para conjurarla, tenemos que volver a la infancia. Lo que sucede es que nos damos cuenta de que ahí también está la muerte. Estamos nosotros muertos, está muerto ese niño de ocho años que sabemos que no va a volver. Por eso volver a un pueblo, de algún modo, es como volver a un cementerio distante. Un sitio en el que tú estabas jugando en una esquina y ya no; un sitio en el que tú estabas grabando un corazón en la corteza de un árbol, y ya no, ya no existe ni el árbol. Donde antes jugabas al balón ahora hay un Carrefour. Entonces todos los sitios que menciono en la novela son lugares que significan mucho para mí, que tienen que ver con lo gozoso y lo doloroso.

¿Es el niño que mencionas en la novela su alter ego?

El niño tiene mucho que ver conmigo. Vengo de ese barro, de esa atmósfera, ese niño podría ser yo, aunque con algunos matices. Pero creo que no sería mi alter ego, sería mi ego. Ese niño tiene mucho que ver conmigo. Es totalmente intercambiable con mi persona en el punto de partida.

¿Cómo fue el proceso creativo para escribir esta novela?

Me cogí un permiso en el periódico y me fui varios meses con el coche a recorrer los pueblos en que mi madre fue maestra rural. Emprendí el proceso de bajar al trastero y abrir cajas que tienen que ver conmigo, con papeles viejos, con olores, con sabores antiguos. En pocos días rescaté todo poniéndolo negro sobre blanco. Quería contar una historia que me concierne a mí, pero que creo que nos concierne a todos. Ese fue el proceso de escritura. En cuatro meses más o menos tenía el grueso del libro. Luego vino la pandemia, lo dejé reposar, regresé al libro y me di cuenta de que lo que estaba sucediendo también le estaba hablando al libro de algún modo. Cuánta gente se ha muerto sola, sin abrazos, sin que les hayamos dado las gracias en todo este tiempo. yo creo que eso también tiene mucho que ver con la historia en el libro.

Mediante esta historia, ¿ha querido homenajear a la generación de nuestros padres o abuelos que tanto han sufrido en tiempo de guerra, posguerra y Transición?

Los ingratos lo que hace es tratar ese viaje que hicimos muchos españoles, del medio rural al urbano, desde la niñez a la edad adulta, para terminar, dando las gracias a esas mujeres rurales que hicieron posible este viaje, esas señoras semianalfabetas, de pueblo, que se inmolaron para que nosotros mejorásemos y a las que ni siquiera les hemos dado las gracias.

¿Es la novela un “gracias” público a esa generación? ¿Un “perdón” por no haber estado a la altura?

Sí porque mucha de la nuestra gente, de España, somos los hijos de la gente de pueblo, o los hijos de los hijos de la gente de pueblo, con lo cual le debemos mucho a ese ecosistema. Somos lo que somos gracias a aquellos primeros pasos que dimos con esta gente, y con gente que usaba la mano y que la tenía muy dura porque trabajaba en el campo. Yo quería hacer un homenaje a esta gente, pero sobre todo a las mujeres, porque en ellas había más curiosidad que en el hombre, y porque había una posición de desventaja respecto de él. Ellas se guardaban menos los afectos, los hombres eran más pudorosos al expresar los sentimientos. Yo tuve una emérita a mi lado que es la cuidadora sorda y semi analfabeta del libro, y no he logrado todavía darle las gracias, porque no sé dónde está. Imaginaros lo que me atañe el libro y lo que atañe a muchos que estuvieron ahí.

Junto a este homenaje a nuestros mayores también vemos un acercamiento al tema de la transición de la niñez a la edad adulta

Sí, es la época del descubrimiento. Cuando no había internet, nuestro internet era un quiosco, donde había revistas, donde te iniciabas en el sexo porque había revistas pornográficas y chequeabas las noticias de los periódicos. Había también revistas musicales con las portadas de los ídolos de la juventud, y también otras con pasatiempos. Esa era nuestra niñez.

¿Por qué aunar en el libro la vejez de nuestros mayores con la vitalidad de la niñez y de la juventud?

Creo que todo está muy ligado, aunque hoy internet va por otro lado y nos relaciona menos. Antes te educaba la tribu, la calle, importaba tanto lo que decía el señor del pueblo como lo que decía tu padre o tu madre. Toda esa vida de clan primitivo se ha roto, el individualismo hace mucha mella, ya no nos importa educar al otro, la gente quiere salvarse, pero con una connotación bastante egoísta.

¿Qué cosas cree que podríamos recuperar de aquellas décadas para recuperarlas en la realidad actual?

Creo que cualquier tiempo pasado no fue mejor, es peor porque ya no existe. No sé si hay algo aprovechable en lo anterior y tampoco es un objetivo mío ni de la novela decirlo. Lo que sí reivindico es que nos paremos, nos demos un respiro y saquemos tiempo para regresar a sitios donde solo podemos dar las gracias y hablar con gente a la que solo podemos agradecer. Pero esto hay que hacerlo antes de que sea demasiado tarde porque muchas veces intentas hacerlo cuando esto ya no vale para nada.

¿En qué época resulta más difícil ser joven? ¿En el tiempo que se describe en ‘Los ingratos’ o ahora?

Sin ninguna duda. ahora. Creo que los peligros son mucho menos evidentes y por tanto son más ineludibles. El peligro en los setenta era urbano, era un cepo o una pedrada de un niño, todo bastante eludible y obvio. En los ochenta era la droga que había en los parques. Ahora, el gran peligro está detrás de una pantalla liquida. Creo que los jóvenes lo tienen más complicado ahora que en la época de la novela.

Antes mencionaba a las dos Españas, la rural y la urbana, ¿cree que la urbana debería aprender de la rural, o al revés?

A mí me pasa que cuando vuelvo al pueblo encuentro una especie de equilibrio, comienzo a sentir ese ecosistema. Entonces la velocidad, el ritmo de mi corazón y de las piernas se va, poco a poco, sincronizando con el paisaje. Creo que, en estos tiempos con mucha despoblación, y en los que la gran parte de España está destinada a desparecer, refiriéndome a usos, tradiciones, costumbres, gente que estuvo ahí, eméritas, creo que hay que volver a repensar los pueblos para que sigan existiendo. Y es que seguramente el mejor verano de tu vida lo has pasado en un pueblo. Eso tiene que ver con la felicidad. Solo por eso, igual que se hacen ‘santuarios de ballenas’ o ‘santuarios del pingüino del ala verde’, deberían hacerse santuarios de felicidad, que en este caso nos remiten a los pueblos, y por ello deberían estar a salvo y ser intocables.

En qué papel se encuentra más cómodo, ¿en el de periodista o en el de escritor? ¿Pedro Simón es el mismo como periodista que como escritor?

En primer lugar, la gran diferencia tiene que ver con lo que el folio te hace sentir, de tal manera, que cuando eres periodista, eres un esclavo y tú no vas a poder decidir salvar a ese niño… Tú tienes que contar la historia de ese niño, vas a contar la historia de una mujer que ha perdido un empleo, pero no vas a poder conseguirle otro empelo. Sin embargo, cuando eres narrador, novelista, eres un pequeño dios porque puedes hacer que eso suceda, y lo haces porque se te da la gana de que eso suceda.