Fátima Beltrán: «Quería escribir algo que fuese esperanzador y que tuviese sentido del humor, así que me serví del realismo mágico para darle forma a esta historia»

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Fátima Beltrán Editorial Planeta

Informa María del Álamo / Imágenes: Editorial Planeta-Javier Herrero

La escritora Fátima Beltrán publica en Editorial Planeta su segunda novela ‘Canción bajo el agua tras el éxito obtenido en 2019 con su primera publicación ‘Bienalados’. Con esta nueva entrega, la autora se vuelve a servir del realismo mágico para envolvernos en un contexto de guerra donde el amor, el perdón y la esperanza toman protagonismo.  

Estudió Derecho en la Universitat Rovira i Virgili y realizó un posgrado en Derecho Concursal en la Abat Oliba. No obstante, desde hace unos años, ha decidido dedicarte a la escritura. ¿Cuándo y cómo nace su afición a escribir? 

No es algo que decida en un momento puntual, es una afición que me ha ido acompañando siempre. Sí es cierto que, en 2019, habiendo terminado de escribir una novela, me decidí por intentar sacarla a la luz y logré que la publicara una editorial tradicional e independiente. Al tener buenas críticas, a pesar de que la distribución fuese limitada, me atreví a embarcarme en una segunda.  

En 2019 publicó su primera novela y fue durante el confinamiento del año pasado cuando decidió escribir ‘Canción bajo el agua’, ¿qué fue lo que le llevó a ello?  

Empecé a escribir la novela en enero, sólo tenía tres capítulos. Me gustaba como estaban quedando, así que me atreví a mandar un email, como el que lanza una botella al mar, al correo genérico de la Editorial Espasa. Mi sorpresa fue cuando al día siguiente recibo un email, de la que ahora es mi editora, en el que afirmaba haber leído la muestra que envié de tres capítulos y en el que solicitaba la novela entera. Me puse muy contenta, pero no tuve más remedio que responderle que no estaba terminada, pero que en cuanto la terminase la mandaría. Fue entonces, una semana después, cuando nos confinaron en el mes de marzo. Yo estaba confinada sola y ese email de la editora fue como una luz al fondo del túnel que me animaba a escribir cada mañana y tener esa motivación extra. Yo pensaba: “Tengo que mantener el nivel, tengo que impresionarla y publicar con una editorial grande”. El 10 de mayo le mandaba el prometido email y quince días después me llamó para preguntarme si estaba dispuesta a dar un paso adelante, motivo por el que hoy estoy hablando aquí contigo.  

Fátima Beltrán Editorial PlanetaHas mencionado que, al principio, la novela sólo estaba compuesta de tres capítulos ¿Cómo se ha estructurado finalmente? 

Son treinta y siete capítulos compuestos por dos líneas temporales: una de ellas abarca la posguerra, desde el 39 en adelante; y la otra en la época de la República. La novela arranca cuando el protagonista regresa a casa después de haber perdido la guerra, si es que realmente hay un bando ganador en barbaries como estas. Pero no regresa solo, sino acompañado del fantasma de un soldado del bando contrario al que dio muerte. Este curioso binomio es al que seguiremos a lo largo de toda la novela. La otra línea temporal refleja la vida del fantasma, cuando todavía estaba vivo, para que vayamos conociendo y entendiendo al personaje. Intento hablar de una historia de amistad, con el peor punto de partida que se me pudiera ocurrir, que es que uno de los dos protagonistas da muerte al otro, porque les tocó luchar en un bando o en otro sin tener intereses personales ni en tomar partido en esa contienda, como le pasó a tantísima gente.  

¿Cómo surge la idea de unir las vidas de estos dos personajes en un acto de muerte? 

Fue la primera idea que tuve, es decir, yo no tengo un plan con el que comienzo a escribir una novela, tan sólo las primeras líneas. Sí que es cierto que, en el primer capítulo, tuve una idea muy potente mientras iba en el metro, y fue esa.  

Fijándonos en el título de la novela y su portada, ¿qué papel juega en ella el agua y los peces? 

Tiene un gran protagonismo el agua. Como veréis, aparece el río del Jarama, donde tiene lugar una batalla en la que un soldado mata a otro en febrero de 1937. Pero en el pueblo del protagonista también se encuentra otro río, el cual me invento, el Japeo. El agua se utiliza como metáfora en aquello de que “los peces no tienen memoria”. Por esa razón, un personaje del bando perdedor dice: “nos borrarán de la historia y no seremos más que el eco de una canción bajo el agua”. 

Los acontecimientos de la novela transcurren en torno a la Guerra Civil recreando una España destruida, golpeada por los conflictos bélicos y temerosa por la expansión de la gripe. ¿Se trata de un paralelismo de la actualidad en nuestro país?  

Supongo que si miramos en épocas pasadas siempre encontraremos un espejo. En la novela aparecen elementos como la denominada Gripe Española de 1918, un pueblo confinado tras ser bombardeado, una protagonista también decide vivir confinada tras haber recibido en sus propias carnes los efectos de un bombardeo. Pero yo creo que, cuando tienes que escribir el subconsciente aflora, y yo escribí el libro en un momento en el que estábamos azotados por la pandemia, si es que lo hemos dejado de estar, pero en ese momento era más incierto y severo. Quería escribir algo que fuese esperanzador y que tuviese sentido del humor, así que me serví del realismo mágico para darle forma a esta historia.  

¿En qué se ha inspirado para crear a los personajes de Eladio y Teodoro? ¿Ha tenido algún referente? 

Puede haber pedazos de personas que he conocido, porque cuando confeccionas un personaje, o al menos yo, son un “Frankenstein”: un rasgo de una persona que conocí, dos rasgos de otras personas que me inventé y cuatro de alguien que me han contado. Acabas haciendo unos combinados y procurando que psicológicamente cuadren y mantengan una coherencia. La novela podría englobarse en el realismo mágico, pero me importa mucho la vertiente psicológica de dibujar a los personajes.  

La amistad espectral entre Teodoro y Eladio se materializa en una conversación donde el perdón es el protagonista. ¿Quizás quería reflejar la conversación que no pudieron mantener aquellos soldados que vivieron la guerra?  

Y no sólo la de esos soldados, que fueron unos y otras víctimas de la mano que agitó el tarro de hormigas y las enfrentó, no sólo esos soldados. Hay más historias y realidades enfrentadas por gente que está más arriba y lo que hace es agitar el tarro. Todos acarreamos fantasmas. En el caso de la novela es real, pero a veces la culpa es otro tipo de fantasma que puede lastrarnos. Hay que saber gestionar la culpa y creo que la mejor terapia para ello es mirar a la cara, perdonar y perdonarse.  

Fátima Beltrán Editorial Planeta

La memoria y la pérdida histórica de esta es la gran metáfora de ‘Canción bajo el agua’. Desde la perspectiva más humana de la guerra y sus consecuencias, ¿cree que se tiende al olvido para evitar el dolor?   

El olvido es un licor que endulza o anestesia un poco las cicatrices, es un mecanismo de supervivencia. El recuerdo es necesario, pero el olvido en cierta dosis creo que también.  

En la novela se dan cita varios temas como el amor, el recuerdo o la esperanza. ¿Intenta transmitir algún mensaje con esta nueva obra? 

Estando confinada, como todo el mundo, mi idea era levantarme el día de mañana y escribir algo esperanzador para que me diera, primero que nada, esperanza a mí misma. La idea era dejar ese mensaje de que por malo que fuera esta situación, también pasará. Han pasado cosas horribles, y esto también pasará.

¿Realmente le resultó esperanzador escribir ‘Canción bajo el agua’

Fue un regalo. Me mantuvo entretenida durante el confinamiento, y que se haya publicado me ha llevado a estar hoy aquí.  

El personaje de Teodoro decide abandonar los estudios y dedicarse a su verdadera vocación, la pintura, para reflejar los colores de la vida. Si él hubiese sabido cuál iba a ser su destino, ¿qué cree que hubiese pintado? 

No sé qué hubiera pintado, pero creo que hubiera pintado muchísimo más todavía.  

¿Con qué color o gama de colores describirías ‘Canción bajo el agua’

Con colores muy vivos. No tanto el azul pastel de la portada, pero colores muy vivos como el verde, que se relaciona con la esperanza; el rojo, que es muy emocional; el azul del agua. En definitiva, colores intensos y vivos.