Víctor del Árbol: «La literatura se basa en la idea de acercarse a las emociones humanas de la manera más verosímil»

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Lucía Gómez / 2º Periodismo

Víctor del Árbol es un escritor catalán autor de novelas policíacas, entre las que destacan La tristeza del samurái, Respirar por la herida y Un millón de gotas.

Tras cursar estudios de Historia fue Mosso d’Escuadra, pero desde 2006 se dedica a su verdadera vocación, la literatura.

Su última novela, La víspera de casi todo, ha sido galardonada con el premio Nadal 2016. Esta obra narra la historia de Paola, que huyendo de su pasado, se muda a la costa gallega. Allí su vida se cruza con la de Daniel, un joven muchacho que perdió a sus padres y a su hermano, y la de Germinal Ibarra, un inspector de policía torturado por la conciencia que pide el traslado a Galicia.

Pregunta. ¿Qué significa para usted haber ganado el premio Nadal?

Respuesta. Alegría, un poco de incredulidad y la percepción de que lo que estoy escribiendo tiene un reconocimiento. Además sirve para que me conozcan muchos más lectores porque el Premio Nadal sigue siendo una referencia y creo que a la gente le inspira confianza.

P. ¿Qué cree que tiene La víspera de casi todo para haber sido la ganadora del Premio Nadal 2016?

R. Que es singular porque mi voz narrativa, guste más o guste menos, es muy particular. Creo que tengo una manera de tratar a los personajes muy poliédrica y diferente, intento explicarlos desde muchas visiones. Además creo que la propia trama está hilvanada de manera que engancha muy bien al lector.

P. En su novela nos presenta a unos personajes rotos por el dolor e inmersos en un ambiente de crimen y fatalidad. ¿Cuál fue su intención al escribir la novela? ¿Qué pretende que el lector comprenda cuando lea su obra?

R. La vida no es un cuento de Alicia en el País de las Maravillas. La vida es complicada, la vida es dura, a menudo suele ser cruel y casi siempre injusta. Y sin embargo, a pesar de todo eso, tenemos que seguir viviendo, tenemos que aprender a vivir. Cuando ya no quedan razones para vivir, tenemos que aprender a construir nuevas ilusiones. Creo que La víspera de casi todo es una novela de dolor pero sobre todo es una novela de nuevas oportunidades.

P. ¿Considera su novela un drama?

R. Es una novela que entronca muy bien con el drama shakesperiano: esa idea de que la vida no es un todo sino que está hecha de pequeñas contradicciones y de que la fatalidad es una suerte contra la que el ser humano tiene que luchar porque no existe la predestinación, somos seres libres, personas que elegimos en cada momento dónde luchar y cómo luchar.

P. La víspera de casi todo es una novela coral en la que es difícil identificar a un protagonista o una historia central. ¿Por qué le otorga tanta importancia a las diferentes psicologías de cada personaje?

R. Porque creo que una persona se explica mejor a través de lo que siente que a través de lo que hace. Lo que hacemos no siempre depende de nosotros, muchas veces estamos condicionados por las circunstancias, pero nuestros deseos, anhelos y secretos más íntimos sí que dependen enteramente de nosotros. A mí no me interesa tanto lo que hacen mis personajes sino comprender por qué lo hacen.

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“La víspera de casi todo es una novela de dolor pero sobre todo, de nuevas oportunidades”, señala Víctor del Árbol

P. ¿Por qué decidió hacer ese híbrido entre la novela negra convencional y el análisis psicológico de los personajes?

R. Porque no me gustan las etiquetas. Y porque creo que la literatura se basa en la idea de acercarse a las emociones humanas de la manera más verosímil posible. Yo no creo que se catalogue en géneros, sino que simplemente los trasgrede, los atraviesa para acabar construyendo un relato coherente que se parezca a esa pretensión de averiguar qué es lo que somos.

 P. En la novela nos encontramos espacios geográficos como Galicia o Argentina. ¿Por qué decidió ambientarla en estos lugares?

R. En Argentina porque quería hacer una evocación al tema de los desaparecidos. En todas mis novelas hablo de la memoria histórica, intento darles voz a aquellos que la historia ha silenciado, creo que es una obligación ética que yo he asumido y que tengo que cumplir.

En cuanto a Galicia, elegí Costa da Morte porque creo que es un espacio geográfico que entronca perfectamente con el estado de ánimo de mis personajes, y como yo creo que el paisaje en sí mismo no existe, sino que lo que existe es la mirada que ponemos sobre él, pienso que casaba perfectamente con ellos. El paisaje de Costa da Morte es abrupto, hermoso pero violento, y mis personajes son así.

P. En su relato hay un contrapunto tanto espacial como temporal. ¿Qué pretende demostrar haciendo uso del mismo?

R. Que el tiempo no existe. Esa visión del tiempo como un espacio que empieza y acaba no es cierta, los seres humanos somos seres intratemporales, vivimos al mismo tiempo el pasado,  porque continuamente estamos viviendo de nuestros recuerdos; el presente, porque es lo anecdótico del día a día, y vivimos el futuro porque estamos volcados hacia nuestras expectativas y hacia nuestras utopías.

P. Muchos autores se identifican o identifican a otras personas con un personaje al escribir un libro, ¿es su caso?

R. Yo me identifico con todos porque los he creado yo, pero sobre todo con Germinal Ibarra porque es policía circunstancial y lo que quería era ser escritor. Además es una persona que está muy lastrada por su pasado traumático, pero que es capaz de reinventarse y de reconstruirse. Y sobre todo porque es una persona que a pesar de todo lo que ha sufrido y el dolor que a su vez ha causado, se agarra fervorosamente al amor de su familia.

P. “No hay ningún perdón que pueda satisfacer tanto como la venganza. Pero para cumplir con ella es necesario el coraje del recuerdo”. ¿Considera que su novela enseña el lado más débil y oscuro de las personas?

R. Yo creo que tiene dosis de humanidad, porque esta frase, que se dice en un contexto muy concreto de la novela, tiene que ver con un sentimiento estéril. Es decir la persona que dice esto en la novela, simplemente fracasa, no ve satisfecha esa capacidad de redención, no ve paliado su dolor a pesar de cumplir la venganza. Los únicos personajes que consiguen salir adelante en esta novela son los que encuentran la manera de perdonarse a sí mismos.

P. Cuando escribió La tristeza del samurái lo compararon con William Faulkner. ¿En qué se parece su estilo al del que fuera Premio Nobel?

R. Desde el punto de vista de la escritura formal, se parece en la idea de elaborar tramas complejas no lineales. Respecto a los personajes, en la manera de tratarlos, que es desde una visión psicológica poliédrica. Y evidentemente en el amor por el simbolismo, la idea de que la literatura es mucho más que aquello que se expresa formalmente y que existe toda una simbología detrás de las palabras y de las acciones.

P. ¿Cuál es su siguiente aspiración como escritor?

R. Seguir mejorando, ser otro escritor diferente, crecer, ganar en sencillez y quitarle una capa más a la cebolla de mis personajes.