Paula Bonet: «Quise hacer un libro homenaje a mi referente artístico, Truffaut»

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Esperanza Luque / 1º Periodismo

Paula Bonet es una ilustradora de origen castellonense que reside actualmente en Barcelona. Es autora de Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End y 813, un homenaje al director francés, François Truffaut. También ha colaborado ilustrando el póster promocional del documental Five Days To Dance, del cartel de la banda americana ‘The Black Keys’ en el festival de música ‘Bilbao BBK Live 2014’, el poemario Si uneixes tots els punts de Estel Solé, el cartel del grupo Vetusta Morla sobre su gira ‘La Deriva’, etc. Sus trabajos han sido expuestos en Madrid, Barcelona, Valencia, Londres, Oporto, París, Urbino, Bélgica y Berlín.

Hasta el 17 de mayo, la exposición ‘813, Truffaut por Paula Bonet’ se encontrará en el centro social y cultural Las Naves, en la capital del Turia.

Foto Miguel Gonzales de la Fuente
Paula Bonet en su estudio de trabajo. / Foto: Miguel G de la Fuente

Pregunta. 813 va dedicado a la vida y obra de François Truffaut, ¿qué es lo que le motivó a realizar un homenaje al cineasta?

Respuesta. Básicamente, para trabajar en algo en lo que tienes que invertir tanto tiempo y tanta dedicación tiene que ser un tema que me toque muy de cerca y que no me importe poner todas las energías, todas mis horas y trabajo en ese tema. Truffaut es uno de los directores de cine a los que más veces he vuelto, cuyas películas he revisado una y otra vez con más frecuencia. Yo siempre he pensado que era uno de mis referentes y planteé a la editorial hacer un libro sobre él. Lo bonito fue que empecé a ver sus películas ya no como espectadora, que simplemente quiere recibir y no da nada a cambio, empecé a analizarlas de una manera más objetiva, buscando un discurso sobre el que establecer cuál sería la estructura del libro. Empecé a leer sus textos y los que se escribían sobre él. Cuando sucedió esto vi que no sólo era uno de mis referentes, sino que era casi uno de los pilares de mi formación artística.

P. ¿Cómo surgió la idea de poner 813 como título del libro?

R. Truffaut era una persona que hacía muchos homenajes. Él era una persona que, cuando la obra de otro le gustaba, no tenía ningún problema en decirlo públicamente, en enviar cartas a este otro autor. Como fan que era, le encantaba muchísimo un autor que se llamaba Maurice LeBlanc y es autor de una novela que se llamaba 813. Entonces, cuando tenía que aparecer un número en alguna de las películas de Truffaut, utilizaba el 813. Como él hacía muchos homenajes y era una de sus características, pensé que sería interesante que yo le hiciera un homenaje a él, que fuera una especie de homenaje del homenaje utilizando casi un metalenguaje.

P. ¿Cómo comenzó su admiración por Truffaut?

R. Por azar, porque comencé a ver sus películas. Un domingo regalaban una de ellas en un periódico, Farenheit 451. Me encantó esa película y después abrieron un videoclub de cine de autor debajo de mi casa, en el año 2004-2005. Así que me pude acercar a un tipo de cine que nunca había podido consumir. A mí el cine francés siempre me había interesado mucho y empecé a ver todas las películas de la Nouvelle Vague. Todas me interesaban pero con Truffaut hubo una conexión emocional y bastante irracional que no sé explicar. No puedo decir: empezó en tal momento porque vi tal película o porque para mí es reflejo de no sé qué. Era algo muy visceral.

P. Ha comentado que empezó a ver películas del género Nouvelle Vague, ¿qué es lo más le impactó de este genero a diferencia de otros?

R. Lo que más me impactó es que vestía las películas de una sencillez muy bestia pero después eran unas películas muy complejas. Tenían muchos referentes a otros directores de cine, a otros autores literarios y, al mismo tiempo, estaba elevando a la categoría de arte una serie de historias que, quizás para otros directores y quizás hasta el momento, no se habían elevado a la categoría de obra de arte porque quizás para otra gente era algo muy banal. Parece que simplemente nos esté explicando una historia de una familia, de una pareja o de un soltero que tienen una vida muy aburrida. No es así, es totalmente al revés. Me encanta cómo escapar de acertar a un público porque, al final, Truffaut acercó este tipo de cine de autor a un público mucho más amplio. Yo creo que fue justamente porque lo vestía de una manera muy sencilla y lo hacía muy atractivo. Una vez acaba la película te quedas ahí con un montón de temas sobre la mesa sobre los que después tienes que opinar y decidir. Creo que era una persona muy sensible y muy inteligente que utilizó el cine para explicarse a sí mismo. Justamente por eso su cine es muy actual, porque no se dejó llevar por las modas, por los temas que se trataban en aquel momento o por lo que se esperaba de él. Él hacía una película cuando había algún tema que lo atormentaba, que le inquietaba o que no le permitía vivir con cierta naturalidad algo que socialmente se había impuesto como negativo. Entonces, me encanta cómo utiliza el cine para explicarse a sí mismo y cómo después, los que hemos llegado más tarde y nos hemos acercado a su cine, aprendemos de su aprendizaje.

P. ¿Por qué ha decidido centrar cada parte del libro en el análisis de relaciones triangulares?

R. Cuando empecé a hacer el libro era muy complicado condensar todo lo que quería contar en 184 páginas. Después de hacer varias propuestas, me di cuenta que uno de los elementos que más se repetía en sus películas es el hecho de que aparezcan muchos vasos comunicantes que hacen que todas las películas se relacionen entre ellas. Luego era bastante lógico porque cuando Truffaut empezó a establecer las bases de lo que era la Nouvelle Vague, él hablaba primero del director como autor de la película y, después, del interés que suscitaba en él, no películas aisladas de ciertos directores, sino la globalidad de toda su obra porque ahí veías cómo evolucionaba el sentimiento de un autor. Entonces, en esa globalidad, veo que en su proyecto en concreto hay una serie de vasos comunicantes que: primero, hacen que el espectador se enganche mucho más rápido a sus películas porque va viendo guiños entre unas y otras; después, a partir de esos vasos comunicantes, muchos temas los va rescatando de una película a otra. Además, el tema del triángulo amoroso, aparece con muchísima frecuencia. Es algo que él vivió en su vida real y que luego trasladó a la Gran Pantalla. Entonces, me pareció que Truffaut es un autor que básicamente habla de emociones y que las relaciones de pareja convencionales, las que se nos han vendido o se supone que tenemos que vivir, no me atraían y no me parecían tan interesantes como todo lo que puede ser consecuencia de una relación a tres bandas. Hay muchos tipos de relaciones a tres bandas: hay relaciones en las que los tres elementos saben de la existencia de los otros dos; hay otras en las que no, en las que hay alguien que es engañado. Entonces, creo que se mueven muchas emociones y hay veces que es tan puro, trágico y dramático, etc. Me parecía que era un tema muy amplio en el que podía explorar, en el que me podía dejar llevar y del que podía sacar alguna conclusión.

P. A nivel profesional y personal, ¿qué ha supuesto la creación de 813?

R. Cuando empecé a hacerlo, mi objetivo era devolverle a Truffaut todo lo que le había robado. Está siendo una experiencia muy intensa porque para mí era como cerrar un ciclo con este libro, devolver algo y empezar con otra cosa. Y lo que ha sucedido es todo lo contrario, que todavía no estaba cerrado. Todo el proceso de trabajo, mientras estaba viendo sus películas otra vez, tomando apuntes, dibujando sus personajes, viajando a París, andando por las calles que había andado, buscando localizaciones, conociendo a gente que también era muy admiradora de Truffaut y que me pasaba libros que yo desconocía o me enviaba fragmentos de entrevistas. Todo ese proceso fue muy intenso y muy apasionante porque cuando eres fan de la obra de alguien, para mí, ir por París y encontrar el balcón del hotel de Doinel cuando se fue de casa de sus padres y empezó la relación con Colette… son cosas que te impactan y te emocionan. Entonces, el proceso fue muy emocionante. Después, yo tenía muy claro que este libro era mucho más duro que el anterior, más difícil y eso, sinceramente, me importaba más bien poco. Para mí el éxito de este libro era simplemente que existiera. Partiendo de la base de que mi objetivo era que existiera y devolverle algo a Truffaut, ya me quedaba en eso. A partir de ahí, sale el libro y está teniendo la acogida que está teniendo, sobre todo por parte del público especializado. Yo creo que la emoción, la intensidad y la satisfacción que sentí cuando lo acabé se multiplica por lo que he dicho al principio, este libro cada vez me está dando más regalos. Me está permitiendo conocer a gente con afinidades muy parecidas a las mías, a gente que conocía a Truffaut, etc. Entonces, todavía me están dando más información que no encuentras en un libro porque estar unas horas con él o, por ejemplo, al sobrino, que está aquí en Barcelona.

P. ¿Qué puede contarnos de la obra de Truffaut?

R. Él fue un niño no deseado y toda la relación que tuvo en la infancia con su madre y padrastro, eso luego le afecta en su relación con las mujeres. Hay temas en su cine como la infancia, la búsqueda de un padre, las relaciones emocionales y sentimentales con el sexo opuesto, que eran consecuencia de la relación que tuvo con su madre. Creo que su obra es muy amplia y que trata temas muy importantes y sobre los que pienso que nunca se verá bastante porque somos todos muy complejos y según con qué tipo de complejidad nos relacionemos, sucede una cosa o sucede otra. Creo que se tiene que revisar a Truffaut porque está muy vivo y porque no sólo cumple la función pura que puede cumplir el cine como tal, sino que va más allá, hay un aprendizaje; nos ha dejado filmado todo su aprendizaje. Para mí esto es impagable.

P. Actualmente la exposición 813, Truffaut por Paula Bonet se encuentra en Las Naves, Valencia, y ha estado comisariada por MacDiego. ¿Cómo ha sido la experiencia de poder colaborar con él en este proyecto?

R. Yo conozco a MacDiego desde el año 2002 o 2003, fue el primer estudio en el que trabajé. MacDiego fue mi jefe durante dos años y con él mantengo una relación muy estrecha. Somos muy distintos pero somos muy iguales. Yo creo que somos muy iguales en un aspecto como es el de obsesionarse por el trabajo y por intentar hacer las cosas de la mejor manera posible, sobre todo en el plano profesional. Los dos somos muy intensos y cuando algo nos gusta, sobre todo si pertenece al mundo de la ilustración, lo vivimos con una intensidad casi desbordante. Entonces, ha sido muy bonito trabajar con MacDiego porque yo sé que como comisario es excelente y porque va mucho más allá. Su concepto de exposición no es simplemente mostrar. Cuando me hizo la propuesta no podía creerme que yo iba a poder tener una exposición de esta magnitud y de esas características porque había un trabajo detrás de concepto que me pareció muy acertado. MacDiego entendió de una leída mi libro de principio a fin. Entonces, enseguida tuvo muy clara la separación por colores del espacio. Luego, hay una proyección de la película La Piel Suave en la que simplemente despegan y aterrizan aviones. Es una metáfora tan bonita de esta película, que me parece impecable. Yo escribí este libro como un crescendo, empieza con un lenguaje muy sencillo e intenta casi ser material didáctico. Yo lo que quería es que tuviera un crescendo y acabara de una manera lo más truffautniana y dramática posible.

P. Como ha comentado antes, la exposición está dividida en varios colores. Se pueden observar el blanco, el rojo, el amarillo y el azul. ¿Por qué se decantaron por esos colores?

R. Porque son los colores que utilicé para separar todas las partes del libro. Este libro, como he comentado antes, es un libro mucho más duro que el anterior y, en un principio, iba a ser todavía más porque iba a ser un libro en blanco y negro, como sus películas. Pero después vi que necesitaba el color porque cuando vi que también estaba este asunto didáctico del que estoy hablando, pensé que visualmente para el lector, sobre todo al que no conocía la obra de Truffaut, iba a entenderlo mucho mejor si utilizaba estos colores y viviría las partes y las películas por colores. Entonces, la exposición es simplemente una traducción de los colores del libro: el rojo más lechoso, el amarillo y el azul.

P. ¿Y por qué escogió esos colores en el libro?

R. No hay una explicación lógica, es bastante irracional. Jules et Jim es el triángulo de amor puro y lo vi rojo rápidamente. La Piel Suave era amarilla, es una historia que chirría todo el rato. Es una relación a tres bandas pero es una relación llena de mentiras, de desencuentros, con diálogos que no llevan a ningún sitio; de ahí el color amarillo. Es muy sinestésico, muy personal. No hay una explicación lógica, no puedo decir: rojo por estos motivos. No, es rojo porque es rojo.

P. ¿Qué es lo que más destaca de esta exposición?

R. Destaco que estén no sólo todos los originales, sino que además también hayamos expuesto los dibujos que fueron descartados. Es una exposición que ayuda a entender todo el proceso creativo porque también está toda la parte de documentación, los libros, que no los llevé todos porque los necesito conmigo, me cuesta mucho desvincularme de Truffaut y al pensar que a lo mejor durante dos o tres años no voy a poder disponer de estos libros, me llevé sólo una parte. Hay una parte de los libros que utilicé para realizar el libro, los billetes de metro de París, el plano que utilicé, borradores… No nos hemos preocupado en que el papel estuviera súper limpio o en recortar los errores. Está todo allí. Creo que es una exposición que a mí como espectadora me gustaría ver porque, por una parte, tengo todo el trabajo original y, por otra parte, hay cosas que no se ven en el libro. Están los errores, los tanteos, las pruebas de color… es un documento que habla del proceso creativo también.

P. ¿Qué proyectos tiene en marcha actualmente?

R. Actualmente, estoy trabajando en la imagen del Festival Nacional de Poesía de Cataluña. Acaba de salir al mercado el último trabajo de Christina Rosenvinge, he hecho todo el arte de su disco. Preparo otra exposición para diciembre, que se podrá ver en Barcelona.

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