El Soro: «Volver a pisar el ruedo de Valencia me da la vida»

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Jaime Roch / 1º Periodismo

Veintidós años, casi cuarenta operaciones y dos festivales después, ‘El Soro’, cumple el sueño de volver a vestirse de luces en su Valencia del alma. Después de triunfar en Xàtiva y Foios la pasada campaña, su vuelta a una plaza de toros de primera categoría es un verdadero triunfo. Toda una prueba a nivel físico y mental. No se trata de un regalo ni de un golpe de fortuna. No hay azar, solo trabajo. ‘El Soro’ ha vuelto con su traca tan mediterránea y tan universal. El 16 de marzo, vuelve al ruedo en el cartel de Fallas,  y lo hace junto a otro maestro, Enrique Ponce.

Pregunta. ¿Existen los milagros?

Respuesta. Totalmente y la prueba soy yo. Nadie creía en la vuelta al ruedo de ‘El Soro’ y menos todavía que toreara en unas Fallas de Valencia. La Fe en Dios y en mi mismo son mis mejores aliados, pero hay que seguir luchando y sufriendo. A veces, la esperanza se ha tambaleado, pero gracias al apoyo de mis amigos y el cariño de la afición he seguido hacia adelante con fuerza y determinación.

P. Hay quién dice que hay ‘Sorismo’ en Valencia ¿Qué es ese ‘sorismo’?

R. El sorismo es una religión, concentrada en Valencia. He tenido 121 peñas por todo el mundo. He sido un torero muy querido. Ahora se han vuelto a activar con la misma pasión de siempre.

P. ¿Qué necesidad tiene ‘El Soro’ de volver a Valencia?

R. Es una necesidad espiritual. Esta vuelta para mi es vital, algo que va más allá del torear. Hay que apostar y ser valiente, pero siempre avalado por una cordura y unas facultades.

P. ¿Cree que tiene esas facultades necesarias?

R. Tengo deficiencias físicas pero las suplo con inteligencia y eficacia porque conozco mucho el sentido del temple, las distancias y las querencias, aunque en esto del toro siempre se dice que nunca se sabe nada.

P. Valencia es una plaza de primera…

R. No me cabe duda. Entiendo a la gente que duda de mí. Llevo 22 años sin torear, tengo una pierna biónica, me faltan unos centímetros de hueso tibial y tengo 53 años de edad. Creo que es una apuesta fortísima.

P. Le veo muy seguro de sí mismo.

R. Siempre lo estuve. Creo que he tenido una capacidad y una facilidad para poder con todos, con todo y con el toro. El talento que Dios me ha regalado es el poder del querer. Este tiempo atrás me ha servido para que ‘El Soro’ reencontrara a Vicente.

P. ¿Qué opina su familia?

R. Mi familia está al margen de todo. Mis hijos están asustados pero yo les doy toda la tranquilidad del mundo porque confío en Dios y conmigo mismo. No vengo a demostrar nada, el mensaje de éste Soro va mucho más allá.

P. ¿Tiene miedo?

R. Tengo miedo a los miedos. Tengo miedo a no estar a la altura y hacer el ridículo.

P. ¿Qué sabor le ha dejado este reencuentro con la profesión? ¿ Ha luchado mucho en todo el proceso?

R. Sí, he luchado mucho y, a veces, solo. Ha sido un camino silencioso y oscuro pero en el que había un luz que brillaba al final del túnel. Ha sido un sabor total, la recompensa final ha sido sentirse otra vez matador de toros y estar esos diez minutos en la cara del animal.

P. Su afición ha sido su gran soporte a lo largo de los años, ¿está de acuerdo?

R. Así es. Mi pasión y mi afición a la tauromaquia rayan la locura. Mi vida no tendría razón de ser si no fuera por el toreo.

P. Mucha gente le ha tachado de loco o inconsciente, ¿qué piensa al respecto?

R. También tacharon a Picasso o Hemingway y a todos los genios de locos. No fui un torero simple, ni ordinario, intenté romper los cánones en mi forma de interpretar, sobre todo innovando en el tercio de banderillas.
P. ¿Le han puesto dificultades para que su nombre volviera a figurar en los carteles de la Feria de Fallas?

R. Sí, ha habido muchos problemas internos. Cada uno es responsable de sus actos. Yo no soy ningún loco que voy a salir a la plaza a que me mate un toro. Quiero resucitar ese puntito de ramalazo que tenía la vieja guardia. Quiero que me juzguen después, no antes, pero por favor, déjenme torear.

P. ¿Más que de orejas, ahora se puede hablar de sensaciones, no?

R. Sí, de sentimientos, porque el toreo es un sentimiento. Antes había que cortar las orejas y hoy en día eso es lo que menos me importa. Lo verdaderamente importante es lo que se pueda plasmar en cada momento en el ruedo.

P. 30 años de alternativa, ¿en qué ha cambiado el toreo?

R. Diría que ha cambiado los públicos. Antes se vivía el toreo de una forma casi eclesiástica. Sí que es verdad que ahora se torea mejor que nunca, pero no perdería de vista la época de Antoñete, El Viti o Diego Puerta.

P. ¿Cree que le hace falta algo a la fiesta?

R. Emoción. Con el toro y el torero.

P. Vuelve a Valencia tras años de preparación y con mucha ilusión ¿Es el último paseíllo de El Soro?

R. No me gustaría que fuera, pero para mí cada festejo es una final. Sevilla está en mi horizonte porque únicamente he toreado en La Maestranza el día que me fracture la tibia y el peroné con aquel toro de Guardiola. No pienso en la retirada, uno nace y muere torero.

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