Estudiantes de Educación ofrecen un concierto pedagógico en el colegio Salesianos con el personaje de Marvel como hilo conductor
La importancia del silencio, la escucha, el análisis auditivo de la música, el canto a voces, el concepto de acorde. O lo que es lo mismo, cómo expresarse musicalmente tanto los futuros maestros como los escolares a los que les impartirán clase en un futuro. Esa es la esencia del proyecto impulsado por la profesora de Magisterio de la Universidad CEU UCH, María Teresa Hernández, que ha concluido en un concierto pedagógico interpretado por estudiantes de Magisterio, con la participación activa de niños y niñas del colegio Salesianos de Elche. Y lo han llevado a cabo “a través de un relato que hemos ido creando sobre la marcha en el que se unen el teatro, la fantasía, la historia de la música, la práctica instrumental y vocal, la pedagogía, la participación de los niños”, asegura Hernández.
La idea surgió a partir de los objetivos que Hernández se había planteado para su asignatura al inicio del cuatrimestre. “Que hicieran música, que tocaran, que probaran la experiencia de tocar en grupo y de cantar en grupo. Darles la oportunidad de expresarse musicalmente y de meter ese ingrediente de la didáctica, de la pedagogía que ellos están estudiando a lo largo de toda su carrera”. A partir de ahí se fueron preparando los temas, sin más ambición que la de interpretarlos ante sus propios compañeros de la titulación en las instalaciones de la universidad. “Convertirlo en un posible concierto, que es algo que ellos en el futuro es una posible actividad que pueden desarrollar en el aula cuando sean maestros o cuando sean profesores de Música”, reconoce la docente.
Sin embargo, y gracias a la implicación del alumnado de Magisterio, muchos de ellos con conocimientos anteriores ya de música, la idea del concierto pedagógico fue encajando poco a poco. “Una vez que íbamos trabajando en los temas se nos ocurrió la idea de hacerlo participativo, que participara el público que fuera a asistir al concierto. A partir de ese momento fue creciendo, y en esa idea de un componente pedagógico de la música también se incluyó el teatro, para conectar con el público”, afirma Hernández. En ese proceso se “compincharon” con las profesoras de Música del colegio Salesianos, para que paralelamente los niños del colegio trabajaran alguno de los temas que los alumnos de Magisterio estaban ensayando. De esa forma los más pequeños también se involucraban con su participación en el concierto.
Y aparece el Doctor Strange
“El objetivo principal era despertar el interés por la música en los alumnos, hacerlo de forma lúdica y motivadora, aprender a tocar y cantar en grupo. Y, sobre todo, hacer música. No sólo saber música, hacer música: palparla, experimentarla. Dar la oportunidad a tanto a los estudiantes de Magisterio como a los niños que va a escuchar el concierto de comunicarse y expresarse musicalmente, que es imprescindible para el desarrollo no solo musical, sino también para el desarrollo integral del niño”.
Para conseguir ese grado de implicación de los más pequeños se recurrió a un personaje de cómic que fuera reconocible por los menores y que pudiera encajar en el hilo conductor. “Los niños supieron que el Dr Strange, el personaje de Marvel, que tiene la capacidad de viajar en el tiempo, viajó al colegio Salesianos para incorporar a su banda de música a niños con los que viajar a lo largo del mundo. A partir comenzaron a preparar la audición y en el concierto tocaron con los músicos del CEU”.
Se interpretaron cuatro piezas musicales. La primera, solamente a cargo de la banda formada por los alumnos del CEU, fue la canción “A Wonderful World”, de Sam Cooke. A continuación, vino un medley que la profesora Teresa Hernández hizo con el “Still got the blues”, de Gary Moore y el segundo movimiento del concierto para dos mandolinas de Vivaldi. En ese medley, los niños de Salesianos tenían que distinguir en qué momento sonaba Vivaldi y en qué otro la balada de rock.
La tercera pieza fue el Canon de Pachelbel, con una versión de la profesora de Música de la Universidad Autónoma de Madrid, Salomé Díaz, en la que ya intervinieron activamente los alumnos de Salesianos interpretando a cuatro voces esta versión. Por último, Second Line. La mitad de los niños tocaron con los boomwhackers, unos tubos de plástico ligero y hueco que, dependiendo de su longitud, emiten un sonido/nota concreto u otro, los acordes que sonaban desde el escenario y la otra mitad cantaron una letra que Teresa incorporó a esa pieza musical.
Una experiencia única
Para los alumnos de Magisterio que participaron en esta iniciativa, el concierto fue mucho más que una actividad musical. Así, a Pau Pérez le impresionó “lo que pueden hacer los niños, el ver sus capacidades, comprobar si son capaces de seguir la distintas pruebas que hemos diseñado. Y a mí, marcarme unas pautas para qué saber hacer en un futuro en el aula”. Y coincide con Alejandro Galón, en lo mucho que lo disfrutaron.
Por su parte, Brenda Ávila, también estudiante de doble grado de Infantil y Primaria, “el salir a dar un concierto, donde los niños participen, que sean cómplices de ese concierto les puede motivar a estudiar música en un futuro”. Por eso, para Óscar Blasco, alumno de Primaria, “como futuro docente, estas iniciativas me ayudan a ponerme en la piel de ser un niño de nuevo. Porque al final, estar encima del escenario y ver sonreír a los niños, ver que se lo están pasando bien, cantando, ver a tus compañeros también disfrutando te hace volver a ser un niño y, al mismo tiempo, disfrutar de ese trabajo que estás haciendo. Esto es: enseñarle algo y a la vez hacer que disfruten”.