Un título que apuesta por un nuevo enfoque clínico: integral, basado en la evidencia y centrado en el paciente

El dolor crónico es una de las principales causas de sufrimiento y discapacidad en la sociedad actual. Lejos de ser una simple consecuencia de una lesión o una disfunción localizada, el dolor persistente es un fenómeno complejo, en el que intervienen factores estructurales, neurológicos, emocionales y sociales. En este contexto, la fisioterapia está llamada a ofrecer respuestas cada vez más especializadas, integradoras y adaptadas a las nuevas realidades clínicas.

Con este objetivo nace en el CEU de Elche el Diploma Universitario de Formación Avanzada en Terapia Manual Neuroestructural y Afrontamiento activo del Dolor. Una titulación de posgrado que acaba de celebrar su primera promoción, formada por 12 fisioterapeutas —diez de ellos egresados del propio CEU— que han apostado por una formación que marca la diferencia.

“Este diploma parte de una idea clara: el dolor no se trata solo con técnicas, sino con conocimiento, razonamiento clínico, implicación activa del paciente y una visión global del cuerpo y del sistema nervioso”, explican sus codirectores, los fisioterapeutas y docentes Sergio Montero y José Martín Botella.

Una nueva mirada para abordar el dolor persistente

El programa se diferencia por situar al sistema nervioso como eje central del abordaje terapéutico. Lejos de enfoques reduccionistas, los contenidos del posgrado permiten al fisioterapeuta intervenir no solo sobre el músculo, sino sobre el conjunto del complejo nervio-músculo-movimiento. Este planteamiento se traduce en mejores resultados clínicos, más duraderos y más alineados con la evidencia científica actual.

El alumnado ha trabajado con técnicas manuales estructurales, neurales y fasciales, integradas con estrategias de control motor, integración de reflejos posturales y ejercicio terapéutico. Pero también han aprendido a comunicar, a acompañar emocionalmente y a diseñar procesos adaptados a cada paciente. “El dolor tiene causas múltiples y no siempre visibles. Por eso es clave entender el contexto clínico, escuchar, razonar, y construir un tratamiento donde el paciente no solo recibe, sino que participa activamente”, apunta Martín Botella.

Aplicación real en contextos clínicos complejos

Una de las fortalezas del diploma es su enfoque eminentemente práctico. Los estudiantes han tenido acceso a unidades de fisioterapia especializadas y unidades del dolor hospitalarias, donde han podido integrar sus conocimientos en escenarios reales, con pacientes reales y bajo supervisión profesional.

Esta exposición directa a la práctica permite desarrollar habilidades fundamentales para la fisioterapia contemporánea: capacidad de análisis, adaptación al entorno, trabajo interdisciplinar y gestión de la incertidumbre clínica. En este sentido, el diploma prepara a sus egresados para asumir un rol activo en equipos sanitarios que tratan patologías complejas, tanto en el ámbito traumatológico como en el neurológico o deportivo.

Comunicación, alianza terapéutica y razonamiento clínico

Uno de los ejes diferenciales del programa ha sido la inclusión de módulos dedicados a la educación del paciente, la gestión emocional y la construcción de una alianza terapéutica efectiva. Porque el éxito de cualquier intervención en fisioterapia no depende únicamente de lo que se hace con las manos, sino también —y cada vez más— de lo que se comunica y se comprende en la relación clínico-paciente.

“El fisioterapeuta del siglo XXI necesita herramientas técnicas, sí. Pero también necesita saber cómo explicarle a su paciente por qué duele, cómo afrontar el proceso de cambio y qué puede hacer para recuperar el control de su cuerpo”, destaca Sergio Montero.

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