En torno a un 50% de los mayores de 80 años sufre una o más caídas al año. Para evitar las consecuencias -físicas y psicológicas- de estos accidentes, es importante actuar anticipadamente. La profesora de Enfermería de la CEU UCH Yolanda Sánchez comparte en este artículo algunas claves para prevenirlas

La incidencia de caídas aumenta progresivamente con la edad. Según diversas estadísticas internacionales, un tercio de las personas mayores de 65 años que viven en sus casas sufren una o más caídas al año. Y esta cifra puede llegar al 50% en el caso de los mayores de 80 años.  

Además, la mitad de las personas que se caen presentan más de una caída y, en ese sentido, es importante que los familiares y personas que estén al cuidado del adulto mayor tengan presente que quienes registran un episodio de caída desarrollan temor de volver a caer, y es probable que generen limitación para realizar actividades de la vida diaria como levantarse, deambular por el interior de la casa o salir a pasear. Se trata del síndrome postcaída, una potente razón para actuar anticipadamente con el objetivo de prevenir caídas en el adulto mayor y reducir unos efectos que rápidamente producen dependencia y postración. 

‘Quienes registran un episodio de caída desarrollan temor a volver a caer y limitación para realizar actividades cotidianas’

Yolanda Sánchez Vázquez. Enfermera de Atención Primaria y Comunitaria. Profesora de Enfermería en la Universidad CEU Cardenal Herrera de Castellón

Hay situaciones que inducen a que ocurran caídas con más frecuencia, como el calzado inapropiado, la distribución inadecuada del mobiliario, la vestimenta incorrecta o incómoda, la ingestión de bebidas alcohólicas y la ausencia de las ayudas técnicas indicadas (bastón, andador, lentes…). Además de tener en cuenta estas cuestiones básicas, compartimos otros consejos útiles para evitar las caídas. 

En casa, 

Suelos: evitar todo tipo de suelos irregulares, deslizantes, muy pulidos, con desniveles y sin contraste de colores. 

Iluminación: evitar luces muy brillantes, ya que pueden encandilar y obstaculizar la visión, así como también luces demasiado tenues, ya que no permiten ver con claridad. 

Escaleras: instalar una iluminación adecuada, colocar pasamanos y evitar peldaños irregulares, altos y sin descanso. 

Cocina: poner al alcance de la mano los utensilios y cacharros que se utilizan habitualmente. Para acceder a lugares altos, utilizar escaleras estables (los taburetes pueden ser peligrosos). 

Baño: es recomendable sustituir la bañera por un plato de ducha y colocar barras de apoyo, fijadas a la pared, en la bañera, ducha, lavabo e inodoro. También hay que poner una alfombrilla antideslizante, dentro y fuera de la bañera o plato de ducha. 

Dormitorio: comprar una cama acorde a la altura de la persona, no demasiado alta ni demasiado estrecha. Evitar cables sueltos y objetos en el suelo (peligrosos en la bajada de la cama) o alfombrillas y, en el caso de tenerlas, asegurarse de que quedan bien sujetas al suelo y que no tienen irregularidades, arrugas o pliegues que faciliten los tropiezos. 

En el exterior, 

No caminar por aceras estrechas, con desniveles y obstáculos 

Evitar el pavimento defectuoso o mal conservado 

Nunca cruzar por semáforos de breve duración 

Asegurarse de que los bancos de las plazas o parques estén en buenas condiciones, bien sujetos al suelo y que no sean demasiado altos para la persona. 

Finalmente, debemos saber que ciertos medicamentos como los tranquilizantes y las pastillas para dormir, o que enfermedades mal controladas, como la diabetes o la tensión arterial, pueden generar sensación de debilidad o mareo, lo que incrementa el riesgo de caídas. Si ocurriera esto, es importante pedir el consejo del profesional sanitario. 

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