• La ONCE forma a alumnos y alumnas de Magisterio en los retos de la educación a niños con discapacidad visual
Alumnas de Magisterio CEU durante uno de los talleres en la ONCE

Cuando Nuria Andreu, profesora de la asignatura de Trastornos del Desarrollo y Altas Capacidades II propone a sus alumnos y alumnas de 2º de Infantil del Grado de Magisterio de la Universidad CEU Cardenal Herrera participar en los talleres de atención e inclusión educativa de personas con discapacidad visual, ninguno de los estudiantes es capaz de imaginar de qué manera les va a cambiar la perspectiva de su futura profesión de maestros.

“Uff, no sé si podré dedicarme a esta parte de la enseñanza”, asegura la alumna María Escoda, cuando rememora cómo se sintió cuando en el taller realizado en las instalaciones de la ONCE le privaron, de forma puntual, de su vista y tuvo que desenvolverse a tientas, a oscuras, guiada por un bastón o por otra compañera, simulando las circunstancias en las que viven diariamente muchos niños y niñas ciegas en España. “Eso sí, me admira la fuerza de voluntad de todos los que nos dieron la charla y te dan ganas de seguir adelante”, remata.

A su lado, Isabel Pérez, otra de las alumnas asistentes a estos talleres, apostilla que es un reto cómo tratar a las personas con discapacidad visual: “De primera no es fácil. Te enseña él a ti y tú a él; es un aprendizaje recíproco”. Su compañera Jessica Sánchez también coindice en esa dureza, “de ver a no ver”, pero al mismo tiempo considera que esta formación recibida les permite, “al comprobar como pierdes tu vista, sentir como siente ellos”.

Los estudiantes en el taller de movilidad

Para todas ellas, esta experiencia, en las que han tenido la posibilidad, además, de conocer los materiales y los recursos para favorecer la accesibilidad tanto en los procesos educativos como en tareas cotidianas del día a día de las personas con discapacidad visual, las anima a poner en valor la importancia de educar a estos niños y niñas. “Es un desafío su educación, que puedan alcanzar en las clase el mismo nivel que sus compañeros que sí ven. Es conveniente normalizar la situación, porque igual que hay personas altas y personas bajas, las hay que ven y las que no ven, y eso es una representación de la realidad social con la que tenemos que convivir cada día”.

Aprendieron a sentir la pérdida de visión y cómo afecta a su día a día

Y es que dentro de las actividades que diseñó el personal de la ONCE, se encontraba un taller de movilidad, “en el que aprendieron a valorar las dificultades cotidianas de libertad de movimiento espacial y también cómo poder ser guía de personas ciegas o con pérdida grave de visión”, advierte Nuria Andreu, “y les mostró a los estudiantes una visión más global de cómo trabajar con personas ciegas o con gran pérdida visual”.

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