En el mundo universitario la palabra beca tiene dos acepciones que en el fondo significan lo mismo. El reconocimiento de un mérito que abre nuevas oportunidades y permite el acceso a un nuevo territorio de crecimiento personal.

Unas becas y otras becas

Según el diccionario de la Real Academia Española, una beca es una “banda de tela que, como distintivo colegial, llevaban los estudiantes plegada sobre el pecho y con los extremos colgando por la espalda, y que hoy solo se usa en ciertos actos”. Una beca también es una “subvención para realizar estudios o investigaciones”.

La beca de tela se impone en los actos de Graduación como símbolo del logro alcanzado. Es la parte central de la ceremonia en la que el recién graduado recibe el reconocimiento de la comunidad universitaria. Al recibirla, de alguna manera, el estudiante deja de serlo para convertirse en un profesional, en un colega de los profesores que acaban de imponérsela. Al fin y al cabo, se trata de un símbolo que expresa que un sueño se ha culminado con éxito. La beca está tejida con esfuerzo, con voluntad, con horas de estudio, y con la demostración de las competencias adquiridas.

Las otras becas, las que no son de tela, también están hechas de lo mismo. Nunca son un regalo. Siempre hay que ganarlas. El benefactor, ya sea la Administración o cualquier organización pública o privada, desea premiar el mérito. A veces un mérito circunstancial, como haber nacido en un determinado lugar o tener un determinado tipo de familia, pero las más de las veces se trata de premiar los méritos propios.

El mérito

La filosofía de las becas es evitar que un joven con talento pierda la oportunidad que para él supone iniciar su formación o continuarla. La situación económica es casi siempre el obstáculo mas serio en la construcción de un futuro con nuevas posibilidades. Por ello, muchas becas solicitan información sobre los ingresos familiares del solicitante, para tratar de beneficiar con mayor justicia a los que tengan menos oportunidades.

Pero incluso estas becas que parten de una situación económica desfavorable, discriminan los buenos expedientes de los que no lo son tanto. El mérito personal siempre termina inclinando la balanza hacia los mejores. El benefactor quiere premiar el esfuerzo de quien lo merece, quiere poner en valor la cultura del esfuerzo.

Becados y becarios

El lenguaje coloquial discrimina unos de otros. Parece que un becario está “practicando”, incluso se asocia a un “trabajador encubierto”. El becado parece que tiene la actitud pasiva del receptor de una subvención.

La realidad no es esa. Los becarios se están iniciando en el mundo laboral, midiendo sus capacidades en situaciones reales e, independientemente de recibir una retribución o no, tienen que mantener muy alto el listón de su competencia para proseguir en la carrera iniciada. El mismo esfuerzo que tienen que hacer los becados. Muchos profesores tienen la experiencia de alumnos especialmente motivados que en cada clase tratan de defender su beca, porque saben que, sin ella, no pueden continuar sus estudios.

La cultura del esfuerzo

Detrás de las becas de tela, detrás de los becarios en prácticas, detrás de los becados por la Administración o las empresas, hay dedicación y entrega, hay voluntad y compromiso.

Los mismos valores que defienden muchas organizaciones, entre ellas el CEU, que centrado en sus estudiantes ha desplegado todo un abanico de becas y ayudas para el curso 20/21. La Fundación Universitaria San Pablo ha incrementados su partida destinada a este fin, que ya era la más alta en España. Voluntad de defender el talento y compromiso con los que quieren crecer y aprender, sea cual sea la circunstancia en la que se encuentren.

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