Informa Gonzalo Escrig / Imágenes: Fundación CEU San Pablo
El Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Fundación CEU San Pablo y la ACdP, ha reunido en torno a una mesa redonda moderada por Pablo Velasco, decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación, a la escritora y periodista, Ana Iris Simón, y a Jorge Freire, filósofo y articulista.
Recuperando el llamamiento realizado por Ángel Herrera Oria en 1909 invitando a los católicos a superar el pesimismo y a pasar a la acción, Velasco ha recordado unas palabras de Herrera Oria que han resonado durante la discusión: “Esas manos tan prontas para aplaudir, lástima grande que no estén tan prontas para obrar”.
Durante la celebración de la mesa redonda los ponentes han reflexionado sobre qué se espera de los cristianos en la vida pública. En este sentido, Freire ha afirmado que no se trata únicamente de definir un camino, sino de llevar consigo el alimento necesario para recorrerlo: “El cristiano no vive solo de pan material, sino también del pan espiritual y escatológico”, ha señalado. El filósofo y escritor ha aludido a la figura del caballero cristiano descrita por García Morente quien no se somete a leyes externas, sino que actúa conforme a su conciencia y con una ética que “somete la materia al espíritu”.
Por su parte, Ana Iris Simón ha abordado la acción desde su experiencia como conversa reciente al cristianismo. Iris Simón ha reconocido que su proceso ha sido un desafío continuo: “Pasar a la acción, para mí, ha sido tan difícil como aprender a rezar” y ha explicado que cualquier acción comienza con un cambio personal, poniendo a Dios en el centro de la vida y aprendiendo a vivir conforme a sus enseñanzas.
Contra la tentación del pesimismo
El lema del Congreso ha sido otro de los ejes centrales del debate. Freire ha advertido contra lo que ha denominado la “retórica de la decadencia”, una actitud pesimista que, según ha dicho, resulta desmovilizadora: “El pesimismo no solo desalienta, sino que también conforma una excusa para la inacción”, ha afirmado.
En su lugar, ha defendido una esperanza activa que reconozca las dificultades sin rendirse. Simón ha coincidido en la importancia de superar la desesperanza, pero ha matizado que el lamento puede tener un valor transformador si se convierte en un impulso hacia el cambio: “La indignación y el cabreo son necesarios como paso previo a la reacción. Pero el lamento no debe quedarse en un fin en sí mismo”, ha destacado.
Una sociedad desvinculada
Ambos ponentes han insistido en la importancia de los vínculos comunitarios como respuesta al individualismo contemporáneo. Sobre esta reflexión Freire ha descrito la soledad no deseada como una de las grandes problemáticas actuales: “En la era de la comunicación, estamos más aislados que nunca”, ha advertido. El filósofo ha subrayado que aunque el Estado puede apoyar con medidas, la verdadera reconstrucción de los lazos sociales debe partir de las propias comunidades.
Simón, por su parte, ha compartido su experiencia al descubrir en el cristianismo una respuesta a esta necesidad de comunidad: “Yo vengo de un mundo frío, sin trascendencia. En comparación, aquí siento calor. El problema de nuestra sociedad es que niega la importancia de los vínculos, pero yo creo que hay una sed de ellos, especialmente entre los jóvenes”, ha afirmado.
Acción en las pequeñas cosas
Sobre cómo pasar a la acción en un mundo en crisis y con incertidumbre, Iris Simón ha subrayado que no siempre se trata de grandes gestos, sino de empezar en lo cotidiano. “Muchas veces, el momento de las pequeñas cosas es el más transformador. Veo más acción real en la labor de un párroco en un barrio humilde que en algunos partidos políticos que se autodenominan católicos, pero no entienden la justicia social como un concepto cristiano”, ha explicado.
Freire ha añadido que el cristiano debe asumir una cierta “distancia del mundo” para mantener su integridad, sin embargo, ha advertido contra el aislamiento: “Hay que resistir la tentación de refugiarse en una torre de marfil. El verdadero cristiano vive en el mundo, pero no se deja arrastrar por él”, ha dicho.
Nada de lamentos, acción
La mesa redonda ha concluido con un mensaje claro: la acción cristiana comienza con un compromiso personal y comunitario. Al respecto, los ponentes han insistido en que los desafíos actuales no deben paralizar a los creyentes, sino motivarlos. Freire ha resumido la esencia del encuentro al recordar la esperanza, «no es una carretera recta, sino un camino lleno de sorpresas”. Por su parte, Iris Simón ha dejado una reflexión final: “Hay épocas de siembra y épocas de recolección. Quizá ahora estemos en una época de siembra, pero no debemos perder de vista que el esfuerzo que hacemos hoy dará fruto mañana”.