Informa Gonzalo Escrig / Imágenes: CEU UCH y Marc Grancha
Marc Grancha, estudiante de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la CEU UCH y colaborador en Radio CEU, vivió de cerca una noche que se volvería infinita para los habitantes de Catarroja. El 29 de octubre, una DANA convirtió calles familiares en ríos furiosos, y hogares seguros en islas de angustia. La experiencia, marcada por la incertidumbre, la angustia y el apoyo de voluntarios, revela las consecuencias devastadoras de la tormenta.
«El martes 29 lo vivimos con muchísima incertidumbre y como algo surrealista,» relata Marc, quien presenció cómo las lluvias comenzaron de forma aparentemente inofensiva, pero se tornaron en una catástrofe. Su padre le alertó temprano para sacar el coche del garaje, pues el barranco cercano estaba a punto de desbordarse. Pese a la advertencia, muchos habitantes no tomaron la situación en serio. Sin embargo, alrededor de las nueve de la noche, la situación se desbordó: el agua comenzó a inundar las calles y a dividir el pueblo. Marc cuenta cómo «la Rambla colapsó, y el agua comenzó a repartirse por todas las calles.»
Marc y su familia vivieron una experiencia traumática cuando su padre intentó rescatar a varias personas mayores atrapadas. En uno de estos rescates, la vida de su padre corrió peligro al ser arrastrado por la corriente hasta que una vecina le lanzó una manguera desde un balcón, lo que le permitió trepar y ponerse a salvo. Mientras, su madre quedó atrapada en el polígono de Ribarroja, y la incertidumbre se intensificó durante las largas horas sin contacto alguno con ella. «Hubo un momento en el que me vi sin padres, con una hermana y con un abuelo en casa. Mi madre volvió tres días después, sana, pero en shock.»
Al día siguiente, Marc salió a las calles y encontró escenas desoladoras: “las calles estaban llenas de barro y muebles; la gente estaba destrozada.” Durante días, la localidad de Catarroja permaneció sin luz, agua y gas, en lo que él describe como “una situación de guerra.” Los supermercados fueron saqueados y, al no tener medios para cocinar o asearse, la desesperación era palpable. La ayuda de las autoridades, aunque necesaria, tardó en llegar. Marc explica que «la prioridad era vaciar los garajes, ya que muchos podían contener personas atrapadas. Aquí en el pueblo, hemos perdido en total unas 26 personas.»
A medida que pasaban los días, la población de Catarroja comenzó a recibir el apoyo de voluntarios de todo el país. «Han venido voluntarios de Málaga, Barcelona, Galicia y el País Vasco, personas que incluso no tenían ningún vínculo directo con nosotros. Aquí, todos colaboraron sin descanso,» comenta Marc, quien destaca la ayuda solidaria del CEU y de la organización Hakuna Valencia, que fueron un pilar de apoyo para él y su familia en esos días tan difíciles.
Pese a la tragedia, Marc reconoce la resiliencia de sus vecinos, que, poco a poco, empezaron a reconstruir el pueblo. Agradece profundamente el apoyo de sus profesores de la universidad, quienes le han mostrado comprensión y flexibilidad en cuanto a su situación, permitiéndole continuar su curso de manera semipresencial hasta poder regresar a la normalidad.
«Ahora solo quiero recuperar mi vida, mis clases y mi trabajo de los fines de semana, pero aún no tenemos vehículo para desplazarnos,» concluye. Marc enfatiza que la experiencia es un recordatorio de la importancia de tomar medidas preventivas. Según él, «esta DANA debe servir de reflexión para que se planteen reformar las infraestructuras, el barranco y todas las zonas cercanas para prevenir una tragedia similar.»
Hoy, con la vista puesta en la recuperación, Marc se aferra a la esperanza de volver pronto a la rutina y a una comunidad fortalecida por el apoyo mutuo en tiempos de adversidad.