Información: Diego González / Imágenes: Paula Hernández
La excentricidad y el color han sido los protagonistas indiscutibles de la segunda jornada del Clec Fashion Festival gracias a la presentación de la última colección de Ágatha Ruiz de la Prada. Fiel a su inconfundible estilo, la diseñadora ha desplegado una verdadera explosión visual, donde colores fosforescentes, figuras geométricas y accesorios sorprendentes se han combinado para ofrecer una experiencia única que ha fascinado a los presentes.
Uno de los momentos más icónicos del desfile ha sido la aparición de los carritos de la compra Rolser, un guiño nostálgico a las abuelas que solían pasear con ellos por las calles. Sin embargo, en manos de Ágatha, estos objetos cotidianos se han transformado en un accesorio lleno de humor y descaro, perfectamente alineado con el ADN de la firma. Su aparición, lejos de parecer fuera de lugar, añade un toque de ironía que conecta de inmediato con el espíritu lúdico y rebelde que caracteriza a la diseñadora.
Las rayas han sido las verdaderas protagonistas de esta colección, en tonos rojos, blancos y azules, creando contrastes vibrantes junto a texturas atrevidas. Ágatha ha vuelto a demostrar su maestría en el uso del pattern clashing, ese choque controlado de patrones que le ha valido su reputación de revolucionaria en el mundo de la moda.
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El calzado tampoco pasa desapercibido: las modelos han desfilado con cuñas de rafia –un material muy utilizado en las pasarelas de esta edición– decoradas con lunares de colores, un toque juguetón que acompaña a la perfección el aire fresco y desenfadado de la colección. Además, las amplias sonrisas de las modelos, otro sello inconfundible de los desfiles de Ágatha, han añadido un aire de celebración a la pasarela, recordándonos que la moda también puede ser divertida.
La geometría, sin embargo, ha sido la estrella indiscutible de la velada, desplazando a las flores que habían dominado colecciones anteriores. Esta vez, los corazones y las estrellas, adornados en algunos casos con flecos de colores fluorescentes, han captado toda la atención. Junto a estos elementos, diademas decoradas con besos y corazones que han añadido un toque romántico a los estilismos, demostrando que la diseñadora sabe encontrar el equilibrio entre lo irreverente y lo encantador.
Ágatha Ruiz de la Prada sigue desafiando los límites de lo convencional, con una propuesta tan estridente como vanguardista. Y es que, es precisamente su capacidad para reinventarse constantemente sin perder su esencia alegre y excéntrica lo que la mantiene como una de las diseñadoras más queridas y esperadas cada edición.