Pilar Guanter: “Se debería explicar la sostenibilidad para tontos”

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Rafaela Colina (izq.) y Pilar Guanter (drcha.) organizadoras del il Market en Valencia.

Informa Diego González / Imágenes: Paty Cristóbal

Lo primero que notamos al llegar a la boca de Black Bottom, es la afluencia de jóvenes que ronda por el barrio. Es en esta sala de baile donde Pilar, Rafaela y Carlota, organizaron recientemente una nueva edición de ‘il Market’. A sus puertas, un grupo de adolescentes comentan en inglés sus compras mientras nosotros nos sumergimos entre la multitud y comenzamos a chocarnos con adultos y niños, señoras y modernos por igual. Encontramos a Pilar Guanter —licenciada en periodismo y fundadora de la asociación ‘il Quartiere’ junto a su socia Rafaela Colina— hablando animadamente con una vendedora. Aunque no logramos encontrar a Rafaela, conseguimos escapar por un momento de la bulliciosa multitud para entrevistar a Pilar Guanter en EL ROTATIVO. 

Pilar, ¿en qué se diferencia el Flea Market de un mercadillo de ropa de segunda mano?

El Flea Market es un mercado entre particulares. La idea es que cualquier persona que no sea vendedor profesional, durante un día, pueda vender todo aquello que tiene por casa y que no usa. Por el contrario, en un mercado de segunda mano como los que hay en los barrios, los vendedores no están vendiendo sus propias cosas, sino que se dedican a la venta ambulante. En el Flea Market la idea es que tú, yo o cualquiera pueda hacer un cambio de armario y dar una segunda vida a sus prendas.

¿Por qué cree que se asocia la segunda mano con la obtención de gangas y no con la economía circular?

Quizá la confusión se deba a que, en general, hay mucho desconocimiento sobre qué es realmente la economía circular, por eso nosotras insistimos en que la economía circular no se limita únicamente a la moda, sino que es aplicable a cualquier producto de segunda mano.

¿Podría profundizar, un poco más, en el concepto de economía circular y ciudadanía?

La clave del Flea Market es que cualquier persona, no solo la que se dedica a la venta, pueda vender todas aquellas cosas que no usa. No podríamos hablar de economía circular en ‘il Market’ sin ese punto de hacer barrio, de participación vecinal. Verdaderamente, son los vecinos los que están generando esta iniciativa, los que traen los productos y crean sinergias. Es todo muy experimental porque no se trata solo de limitarse a la moda, sino de invitar otras iniciativas como recitales de poesía u organización de talleres. Para mí es muy importante que esto sea un mercado, un mercado que monto yo, un mercado que montamos todos.

En alguna ocasión ha hablado de consumo colaborativo, ¿en qué consiste exactamente?

Es exactamente lo mismo que la economía circular. La idea es darle la vuelta a esa forma de consumo que tenemos asimilada de consumir siempre lo más nuevo. En ‘il Market tratamos de promover un consumo colaborativo, sostenible y que nada tenga que ver con el beneficio económico. De hecho, si no quieren consumir se aceptan incluso trueques. Con esto no te vas a hacer rico, pues no es un mercado como tal en el que se viene a hacer negocio. El objetivo no solo es vaciar el armario y ganar un poco de dinero, sino apostar por algo nuevo, por otra forma de consumo sostenible.  

El especial “todo a un euro” suele tener mucho éxito, pero ¿es rentable para los vendedores?

Mucho. Es, incluso, más rentable que los mercados regulares. El efecto a un euro es psicología pura, todo lo que en un flea market normal pones a un euro y no lo vendes, en el de un euro se vende siempre. Aunque es un consumo un poco masivo, esto se debe a que viene otro perfil de comprador. Hay tanta gente, que no se lo piensan, arrasan. Como los vendedores pagan muy poco, entre 12 y 15 euros en función de donde estén situados, pueden llegar a ganar hasta 100 euros en un día como este.

¿El consumidor no tiende a asociarlo más con el mercado tradicional?

De hecho, es bastante innovador, aunque en el mercadito tradicional hay algunos puestos de todo a un euro, yo no lo asociaría con el todo a un euro. En ‘il Market’ hay un punto muy interesante y es que no solo hay ropa, sino también otros artículos como libros o productos del campo. Además, la presentación no es la misma. No digo que sea mejor ni peor, ya que cada uno tiene sus gustos, pero aquí la experiencia de compra es más fácil, lo tienes todo en percha frente a montañas en las que tienes que ir buscando.

¿Considera que la ropa de segunda mano está comenzando a normalizarse en todos los estratos sociales?

Sí, por fin. De hecho, me sorprende que haya tantos perfiles distintos. Hay personas que jamás me las imaginaría comprando ropa de segunda mano y que luego resultan ser las mayores compradoras. La segunda mano al uso, la que no es vintage y cuidada, creo que es algo muy normal y mucho más que antes. No obstante, creo que todavía queda mucho por hacer, pues los mercados de segunda mano se siguen considerando como algo alternativo, cuando la verdad es que hay ropa vintage muy cara para la que tienes que tener un cierto poder adquisitivo. Ahí es donde entra todo el espectro de clases sociales, pues se está normalizando que la ropa de segunda mano también es de privilegiados y un poco de pijos. Pude ser muy alternativo o de hípster, pero puedes estar pagando 20 euros por una cosa de hace años que ha tenido 300 dueños.

¿Existe un perfil concreto de comprador en ‘il Market’?

Tenemos un perfil muy heterogéneo, desde gente muy alternativa, a extranjeros europeos que vienen de Erasmus. De hecho, los migrantes representan un gran porcentaje de nuestros compradores e incluso muchos se atreven también a vender. En realidad, se trata de mercados multiculturales, no es solo cosa de jóvenes, hípsters y alternativos.

¿Por qué cree que en España no había florecido esta idea del Flea Market hasta ahora?

En cuestiones de sostenibilidad, considero que todavía tenemos un largo camino por recorrer, mientras que hay muchos países que ya lo tienen más asimilado. Quizá se deba a que estos clichés que aún tenemos en España de asociar la segunda mano al carecer de recursos, ellos ya los han superado. Sin embargo, esto está cambiando en la medida en que ahora puedes decir con mucho orgullo que esto te ha costado tres euros y no te van a decir “qué cutre”, todo lo contrario. En España no solo están comenzando a cambiar los prejuicios, sino también el discurso. El problema del cambio climático está comenzado a calar, pues es tan grande que ya no puedes esconderlo. Aun así, somos conscientes de que iniciativas como ‘il Quartiere’ en verdad representan una minucia de todo lo que hay por hacer, son pequeños actos para concienciar. O se empiezan, poco a poco, hacer este tipo de cosas y comienza a cambiar la forma de consumir o las cosas seguirán yendo a peor. Se necesitan actos muchísimo más potentes para comenzar a rodar la pelota. Creo que la sostenibilidad se está convirtiendo en una especie de nicho, en un atractivo para abrir otro mercado. El mercado de aquellos concienciados, que no deja de ser un mercado de consumo.

Pilar, algunos consumidores están comenzando a expresar su descontento con vendedores de aplicaciones de ropa de segunda mano como Vinted o Depop debido al alza de precios, ¿De qué forma puede esto dañar la imagen de la ropa de segunda mano?

Aunque sí que es verdad que hay cosas muy caras, estamos en un mercado libre que con el tiempo se irá regularizando. Considero que es un proceso necesario para la normalización de la segunda mano, cuantas más cosas haya de segunda mano, mejor. De hecho, podría ser que existiese un apartado de segunda mano premium en vinted, y que se acudiese a este tipo de mercados de segunda mano para prendas menos selectas, del día a día. Me gusta que existan estas aplicaciones y que se estén convirtiendo en algo trendy. Todo lo que sea normalizar la ropa de segunda mano, es bienvenido. Aunque ahora pueda parecer un poco caro, cuanta más gente se una, más se democratizarán los precios.

Como periodista, ¿qué pude aportar el periodismo en campos como la moda y la sostenibilidad?

Todo, pero considero que existe una clara desinformación en el sector. Siempre nos solemos quedar en la superficie, creo que se deberían explica las cosas para tontos, para que todos lo entendamos, una especie de sostenibilidad para “dummies”. Ese sería el primer paso, no quedarse solo en comparar marcas sostenibles. Hablemos de más cosas, como la sostenibilidad en diferentes tejidos o las condiciones laborales en Bangladesh. Tan solo con entender el etiquetado, ya se abre todo un mundo de sensibilización.

¿Hay un próximo paso para ‘il Market’?

Celebrarlo en un espacio público sería lo ideal, en una plaza grande donde pueda unirse todo el mundo y que nadie se quede fuera, pues aquí solo hay veintisiete plazas que se llenan en veinte minutos. Considero que el rastro de Valencia se debería de dignificar, pues siempre que salgo de la ciudad, busco un mercadillo tan grande como el de Barcelona. Sería otra alternativa, ocio y consumo.

Por último, ¿esta iniciativa es exportable a otros barrios?

Sí, de hecho, nosotras ya hemos salido de Ruzafa. Siempre nos habíamos quedado en el centro pensando que era lo más fácil para encontrar un público. Yo creía que tendríamos los mismos clientes, pero el hecho de cambiarse de barrio ha cambiado todo el ecosistema. Lo de ir moviéndose de barrio es muy bonito, hemos notado que mucha gente que no nos conocía nos descubren y repiten porque les gusta.