Gonzalo Giner: “Si a nuestras mascotas queremos hacerles completamente felices tenemos que darles un poquito de vida más animal, no humana”

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Informa Sara Pastor / Imágenes: Archivo

El veterinario y escritor Gonzalo Giner publica un nuevo trabajo: ‘Entre amigos’. Una recopilación de anécdotas en torno al mundo veterinario y la relación de los profesionales con las mascotas y sus dueños que nos sumerge en un mundo muchas veces desconocido por el gran público. Galardonado con el premio Fernando Lara en 2020 con su novela ‘La Bruma Verde’, Giner habla para EL ROTATIVO en torno a este sexto trabajo y su experiencia profesional, tanto en el mundo de la veterinaria como en el mundo de la literatura.

Gonzalo, con este nuevo trabajo ‘Entre amigos’ publica su sexto trabajo, aunque este es bien distinto a los anteriores, ¿es su obra más personal?

Más que personal es la más vinculada a mi profesión porque ninguna de las anteriores tiene tanto de mí ni tanto de muchos compañeros que han aportado sus experiencias y sus anécdotas para completar un proyecto que, sin ellos, no tendría sentido. Desde ese punto de vista, no es una novela, es un libro. Quizás en otras novelas he puesto muchísimo más de mí, desde el punto de vista literario y de tiempo, pero este tiene otro toque, un toque de cariño hacia la profesión.

El libro es un anecdotario de historias vividas por varios veterinarios en sus clínicas. ¿Cuándo surge la idea y por qué?

Hace tres años que contacté con un amigo que es director de un laboratorio farmacéutico veterinario, y él había estado en Inglaterra ese verano. Me dijo que había leído un libro de un médico inglés que recogía un montón de anécdotas sobre el comienzo de la profesión y se le ocurrió la idea de hacerlo también en España. Me lo propuso y, en su momento, me pareció una idea descabellada porque no tenía anécdotas suficientes. Entre unas cosas y otras empezamos a liar a muchísimos compañeros que, muy amablemente, empezaron a mandarnos sus anécdotas en las formas más variadas posibles, desde mensajes de voz a escritos, correos o llamadas. Con todo ese material traté de hilvanar una fórmula para poder ofrecer al lector un estilo más o menos común y que fuera fluido e interesante.

“Invito a todo el mundo que tenga mascotas a que lean un poco sobre comportamiento animal aunque estoy seguro que muchos ya lo hacen”

Al hablar de este mundo, el de las mascotas, podemos caer en el pensamiento fácil de que todos sabemos cómo manejarlas, cómo tratarlas. Desde su experiencia, ¿entendemos los humanos a nuestras mascotas?

Ponemos bastante esfuerzo en entenderlos, pero nos falta mucho por comprender sus reacciones y sus comportamientos. Normalmente no tenemos activada la máquina de traducción entre los gestos que ellos hacen y los sistemas que tienen de comunicación entre ellos mismos o con nosotros. Nosotros no estamos muy activos, nos perdemos muchas cosas, y creo que por eso merece la pena. Invito a todo el mundo que tenga mascotas a que lean un poco sobre comportamiento animal aunque estoy seguro que muchos ya lo hacen. Conocer cómo gesticulan, cuáles son sus reacciones, cuáles son sus necesidades, todo eso enriquece la relación que tienen con ellos.

De un tiempo a esta parte las mascotas se han hecho cada vez más presentes en la vida familiar. ¿Qué puede aportar una mascota al hombre y qué debe aportarle el hombre a una mascota?

Empiezo por atrás (entre risas). Salvo cuatro desgraciados que los abandonan, en general la gente se porta bien con sus mascotas, pues se preocupan por darle una vida agradable y un bienestar correcto al animal. Me refiero a la comida, al cariño, a la atención sanitaria…, lo llevan al veterinario para hacer sus revisiones, le dan un ambiente confortable. Pero el animal también necesita expresar su condición innata como animal con sus comportamientos innatos como raza y como especie. Y eso se traduce muchas veces en que igual tenemos que dedicar un tiempo extra a coger a nuestro perro y llevarlo a una zona donde, por ejemplo, haya humedal si es que es un Golden Retriever ya que estos son perros de agua y les gusta meterse en ella y disfrutar como enanos. Yo entiendo que eso es incómodo, desde el punto de vista del dueño, porque hay que sacarlo, llega sucio a casa y es un lío, pero si a nuestras mascotas queremos hacerles completamente felices tenemos que aportar también esa otra parte que es darles un poquito de vida más animal, no humana.

Al hilo de cómo comportarnos con nuestras mascotas, recientemente se ha conocido que se está tramitando la Ley de Bienestar Animal. ¿Es necesario un texto legal para regular el trato que le dispensamos a nuestros animales?

Como todo en esta vida va regulado, no me parece mal. Pero lo que me parece un poco peor es que entre a detalles, ya muy concretos, en nuestra vida y en relación con la mascota. Yo creo que, en términos generales, sí que hay que legislar y hay que poner unos marcos de trabajo y de comportamiento, porque cuando uno se lo salta, la ley tiene que actuar también. Digamos que, si hay un maltrato brutal, fijándonos en la parte negativa, debe haber una consecuencia y, para eso, tiene que haber una ley que lo restablezca. Ahora bien, hay cosas del reglamento que, sin haberlo leído hasta el fondo, no me parecen razonables. No me gusta, por ejemplo, el hecho de que prácticamente haya que castrar a todos los animales que tenemos en casa si no vamos a hacer una cría de ellos para lo cual, prácticamente, tienes que darte de alta como criador, no lo veo lógico. No es muy coherente que nosotros estemos procurando el bienestar animal con mil detalles y que luego queramos anularle una parte esencial de la condición de un ser vivo como es su capacidad de reproducción. Tengo una mentalidad más liberal y a mí no me gusta que el Estado entre en mi casa.

“Si a nuestras mascotas queremos hacerles completamente felices tenemos que darles un poquito de vida más animal, no humana”

En base a su afirmación, ¿podríamos decir que una ley así evidencia que el hombre no sabe aún bien tratar a los animales?

Vamos mejorando. Es verdad que en ocasiones hemos tratado a los animales como cosas, por tanto, creo que en eso seguimos colectivamente ganado más. Pero para llegar a eso tienes que plantearlo a la sociedad, crear un debate y evolucionar desde el punto de vista del comportamiento. Ahora veo una maternidad, un mimo y un cuidado que son fantásticos.

Se habla también mucho de la inteligencia emocional en los humanos, pero también en las mascotas. ¿En qué consiste esta inteligencia emocional de las mascotas?

Ellos tienen una forma de relación y de pensamiento que no es, lógicamente verbal, como nosotros. No pueden poner palabras a lo que ellos sienten, notan o quieren comunicar. Y ese tipo de pensamiento lo trasladan a través de gestos y lo reciben también a través de una comunicación visual. Es decir, el pensamiento de los animales no lo hacen con verbos, lo hacen con imágenes, y esas imágenes las asocian con emociones simples. Los primates son capaces de saber que para conseguir algo igual tienen que llevar dos pasos intermedios, y son capaces de identificar esos dos pasos, con lo cual es el punto de vista inteligente. Yo veo una cosa con todos sus detalles y en ese momento asocio esa imagen con algo, una emoción que puede ser miedo, hambre, ansiedad, ilusión o alegría.

En torno a esas emociones, actualmente vivimos un tiempo de pandemia en el que hemos llegado a estar confinados durante muchas semanas, conviviendo todos en casa, animales y dueños. Existen estudios que señalan que las enfermedades mentales se han incrementado en la sociedad, pero ¿en qué medida ha influido esta situación en nuestras mascotas?

Yo creo que ellos también han notado una diferencia. De los animales se dice que una de las pautas para demostrar que son felices, es que todos los días les pasen las mismas cosas. El animal es muy rutinario y cuando eso sucede le gusta y se siente bien, se siente feliz. Creo que esas mascotas que vivieron con nosotros durante muchísimos meses, con un contacto mucho más estrecho del normal, les habrá gustado porque han tenido más contacto con su amigo, con su dueño, con los hijos de su dueño… También habrá algunos que no, porque también es verdad que los animales necesitan ese espacio, como nos puede pasar a cualquiera y puede que necesiten un poco de tranquilidad. Tanto agobio, tanta presión y tantas veces sacarlos a la calle como había -en plan de broma- algunas personas que salían con ellos hasta siete y ocho veces… En cuanto a los gatos, éstos tienen estrés y cuando lo tienen lo manifiestan, y estoy convencido de que durante la pandemia también lo sufrieron.

Imaginamos que, con treinta y cuatro años de profesión, habrá podido ver y vivir de todo en su consulta. En este trabajo recoge muchas anécdotas, pero, ¿cuál es aquella que recuerda con mayor agrado o que para usted es la anécdota de su vida con animales?

Asistí a un parto, no porque sea una cosa excepcional, sino precisamente porque era la primera vez. Fue en Asturias y estaba estudiando todavía la carrera, estaba casi en cuarto o en quinto. Acompañaba a un veterinario clínico que estaba trabajando en el campo y ese tipo de sensaciones al ver al ternero y cómo le lame la vaca y le provoca una circulación sanguínea inmediata con la espira, con la lengua áspera que tiene… es muy bonito, una escena preciosa. Es un momento en el que te reconcilias con la vida y piensas “qué buena decisión he tomado”.

“No es muy coherente que nosotros estemos procurando el bienestar animal con mil detalles y que luego queramos anularle una parte esencial de la condición de un ser vivo que es su capacidad de reproducción”

Nuestra conversación la iniciábamos hablando sobre este sexto trabajo, lo que nos sitúa ante una más que consolidada trayectoria literaria. Veterinaria y literatura parece que no casen mucho: ciencias y letras, ¿cómo surge su afición por la escritura? ¿Qué le llevó y le lleva a escribir?

Yo he heredado de mis padres el hábito de la lectura y la pasión por leer. Cuando leía novelas, por ejemplo, de Arturo Pérez-Reverte o de otros muchos autores que me encantaban, me daban envidia. Pensaba que me gustaría hacer algo parecido alguna vez en mi vida y un día, ante una situación de ansiedad muy aguda en el trabajo, llegué a la conclusión de que necesitaba que mi cabeza no estuviera pensando siempre en el problema actual o en los problemas que pudieran salir en el trabajo. Fue el momento en el que empecé a crearme en la cabeza una historia y ahí nació la primera novela que se llama ‘La cuarta alianza’. Ahí arranca toda mi carrera literaria.

Veterinaria y escritura, ¿son facetas que se complementan?

Es difícil complementar, pero por un problema de tiempo y por el tipo de actividad. La veterinaria que practico es una veterinaria más programable porque hago nutrición y ello significa que tengo que trabajar en fábricas, en cooperativas o con ganaderos haciendo las relaciones de pienso o haciendo formulación de los piensos. Todo eso es más llevadero que una urgencia clínica en la que no podría responder al instante porque tengo muchos momentos de promoción. Hay momentos que sí que son de locos, pero bueno, otros momentos también son más llevaderos.

Su consolidación llegó de la mano de ‘El sanador de caballos’, pero su reconocimiento ha llegado en forma de galardones con ‘La bruma verde’. ¿Cómo sienta recibir el premio Fernando Lara de novela de 2020?

Fue un alegrón enorme, porque, como en 2020 teníamos el lío de la pandemia y estábamos encerrados, cuando me llamaron para comunicarme que había sido galardonado me quedé encantado. Sobre todo, porque cuando conoces el nivel de los que forman parte del jurado y te dicen que ha sido una decisión unánime… Estoy muy feliz, la verdad es que me produjo una felicidad enorme.

¿Es posible que esa felicidad le haga dudar de sus prioridades y tenga la tentación de priorizar la literatura en vez de la veterinaria?

Todavía no me lo he planteado. Puede llegar a ser, pero quizás cuando llegue el momento de jubilación, pero no lo querría porque mi trabajo me encanta y mi profesión me vuelve loco. No, no quiero abandonar mi trabajo veterinario.

Ahora estamos hablando de ‘Entre amigos’, pero: ¿prepara, ya, una nueva novela?

Sí, sí, sí. Estoy ahora barajando ideas y me encuentro en fase de creación. Tengo una idea sólida, pero, como todas las anteriores, necesita tiempo, maduración. Va creciendo como un árbol, y van saliendo las ramas al tiempo que vas pensando cosas. Es un momento de meditación, de pensar e imaginarte cosas que te gustaría ir añadiendo sobre una trama principal. Y eso ya está bastante avanzado, lo cual quiere decir que igual, de aquí a un mes, mes y medio o dos, me pongo a escribir.